El sacerdote no
quería usar alzacuellos tras escándalo de abusos y esto fue lo que pasó
Por: n/a | Fuente: ACI Prensa
En un emotivo mensaje en Facebook, un sacerdote admitió que ante los
escándalos de abusos sexuales del clero llegó a sentir vergüenza de portar el
característico alzacuellos, pero una increíble experiencia le devolvió la paz.
Se trata del P. Jonathan Slavinskas, nacido el 25 de junio de 1984 en
Worcester, en el estado de Massachusetts (Estados Unidos), y ordenado sacerdote
el 2 de junio de 2012. Actualmente es párroco de St. Bernard's Catholic Church of Our Lady of
Providence Parish.
En su mensaje compartido en redes sociales el 19 de
agosto, el presbítero relató que durante la semana estuvo “caminando con un corazón pesado” y “completamente enojado y frustrado como resultado de los
informes de abusos en Pensilvania y la situación de McCarrick (ex cardenal)”.
Recordó que cuando era estudiante de secundaria y luego en la
universidad, los escándalos habían estallado por primera vez en el noreste del
país, por lo que era consciente de la “sombra” que
se arrojaría sobre él si decidía convertirse en sacerdote. No obstante,
continuó con su ministerio confiando en el Señor.
“Mi oración continua ha sido por las víctimas. A
medida que siguen las noticias, mi corazón se desgarra más. Ahora, el
alzacuellos representa algo totalmente opuesto a lo que debería. Mientras
andaba me preguntaba cuántas personas que vieran mi alzacuellos se preguntarán:
‘¿Este también es (un abusador sexual)?”, escribió.
Luego, dijo que en los últimos días, tras mudarse de la rectoría a la
parroquia y mientras repartía útiles escolares a numerosos jóvenes del
vecindario, se dijo: “Quítate el
alzacuellos”. Sin embargo,
una experiencia que tuvo al visitar un hospital le devolvió la esperanza y su
deseo de volver a portarlo con alegría.
“Esta mañana, no quería ponerme el alzacuellos. Yo estaba
avergonzado. Estaba cansado. Estaba enojado, pero lo hice. Luego,
cuando visité a feligreses enfermos en el hospital, pasé junto a una mujer que
estaba afuera de una habitación. Mientras continuaba hacia el ascensor, ella se
acercó por detrás y me preguntó si era un sacerdote católico. Estaba listo para
recibir el golpe…”, relató el P. Slavinskas.
Sin embargo, “cuando me volví y dije ‘sí’,
(la mujer) me preguntó, con lágrimas en los ojos, si podía ungir a su hermano que
se estaba muriendo de cáncer”.
Entonces, el P. Slavinskas reflexionó y se dijo a sí mismo que no
importaba lo que había pensado sobre el alzacuellos en los últimos días, pues
esta mujer “lo vio como un signo de esperanza y de la
presencia de Cristo”.
“Si decidía no usarlo, su hermano no habría
recibido la Santa Cena que necesitaba y toda su familia podría no haber
experimentado consuelo”, reconoció.
También, el P. Slavinskas recordó que el alzacuellos no trata sobre
lo que él podía sentir o no, sino que se “trataba
de Jesucristo”, de “que recordemos que no
estamos viajando solos en este mundo”.
“Ciertamente no soy digno de usarlo, pero me doy
cuenta de que estoy llamado a usarlo, no para mí, sino por el bien de los demás.
Cuando me lo coloque, debo pedirle a Dios que me convierta en un santo
sacerdote, un puente y no un obstáculo”, escribió el presbítero.
Luego de esta experiencia el P. Slavinskas empezó a rezar cada mañana
por “una conciencia más profunda de la gran
responsabilidad y magnitud de lo que representa” esta prenda que forma
parte de la indumentaria de un sacerdote.
También pidió disculpas al pueblo de Dios “por
cualquier dolor que haya causado mientras usaba el alzacuellos” y las
veces en las que podría haber ignorado su “deber de
ser un sacerdote bueno, santo y lleno de fe”.
“Pido oraciones de perdón y fortaleza”, expresó.
Finalmente, pidió disculpas a quienes fueron “profundamente
heridos de la manera más horrible por miembros de la Iglesia”.
“No sé lo que vendrá mañana, pero sé que tengo que
ponerme ese alzacuellos”, dijo que el P. Slavinskas, quien recordó que su ministerio continúa
porque "todavía hay almas que Cristo quiere
atraer a su presencia y su paz".
“Por favor, haga una oración por mí”, concluyó el P. Slavinskas.
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