“No ha aprendido las lecciones de la vida quien
diariamente no ha vencido algún temor.” Ralph Waldo Emerson
Constantemente recibo
correos electrónicos de muchas personas, y es increíble la cantidad de
personas que están viviendo situaciones de pánico. Viven con miedos, desde
miedo escénico a miedo a morir. Viven angustiados y desesperados por encontrar
ayuda para su relación matrimonial o familiar. Otros viven en pánico
financiero, pánico a quedar desempleado, como puede ser que ya lo estés y
tienes pánico al futuro, vives en incertidumbre. Son personas reales que
sienten mucha presión, estrés y se preguntan constantemente “¿Por qué Yo?”
Una definición
de pánico dice que es un miedo repentino abrumador, con o sin causa, que
produce un comportamiento histérico o irracional, y que a menudo se disemina
rápidamente a través de un grupo de personas, puedo decir que es un
virus. El pánico no tiene ningún sentido de propósito. El pánico lo
que busca es que huyas del problema, que te ocultes o metas la cabeza en un
agujero. El pánico no da esperanza, al contrario crea una sensación de
desesperanza. El pánico te dice que no hay salida y te hace gritar: ¿Quién
podrá ayudarme?
¿Y cómo salgo del pánico?
Para salir del
estado de pánico necesitas aprender a lidiar con el estrés. Hay muchas maneras
de hacerlo de forma terapéutica, sin embargo para mí la más importante está
relacionada con la conexión espiritual.
¿Cómo es tu relación con Dios? ¿Confías en El?
La Biblia que es
el gran libro nos muestra un texto que dice: “No se inquieten por nada; más bien, en toda
ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus
pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6.7 (NVI)
¿Qué es lo que te inquieta? Si lo que te
inquieta piensas que no tiene solución, estás en lo cierto, pero si piensas que
tiene solución también estás en lo cierto. Podemos ver entonces que es un
asunto de pensamiento y más allá del pensamiento “creamos
realidades”
con nuestro lenguaje.
¿Cuál es la “realidad” que he creado? ¿Qué es lo
que te dices a ti mismo cuando estás ante aquello que temes?
La primera regla
es aprender a confiar en Dios, creo que muchos de nuestros problemas los
creamos nosotros con las decisiones que tomamos, y Dios las permite para ver
dónde está nuestra confianza. ¿Dónde colocas tu confianza?
Necesitamos aprender
a desarrollar la confianza en Dios y esto no es solamente de decirlo, es crear
un hábito mental de cambio de pensamientos y cambio de lenguaje.
¿Cómo son mis pensamientos? ¿Cómo son mis palabras?
¿Lo que pienso o lo que hablo está de acuerdo con lo que Dios dice que yo soy?
Necesitamos
actuar con confianza todos los días. La ansiedad o el pánico hacen de mí
una persona reactiva, víctima de las circunstancias mientras que la confianza
hace de mí una persona proactiva, responsable, protagonista de mi
destino.
No pierdas la
confianza que Dios ha puesto en ti. Cuando pierdes la confianza entras
en pánico. El pánico hace que las cosas empeoren. La confianza te
hace ver oportunidades, la confianza desarrolla carácter, perseverancia,
resiliencia y otras cualidades que te ayudaran a llevar la vida de paz que
anhelas.
Hoy es el mejor
día para comenzar a vivir libre del temor, de la incertidumbre, de la ansiedad.
Hoy es el mejor día para confiar en Dios y confiarle todo aquello que te
preocupa. No te contagies por el pánico, busca ser protagonista de tu vida, y
allí el coaching te puede ayudar. Te invito a responder la siguiente pregunta: ¿Qué harías si
tuvieras toda la confianza de que Dios está contigo? Me encantaría
poder leer tus comentarios.
En amor y liderazgo,
Pedro Sifontes
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