Según este doctor en Medicina y Teología,
la sociedad está presionando en exceso a los progenitores.
Muchísimos padres de familia desatienden a sus
hijos por su adicción al trabajo y un mal uso de las nuevas tecnologías.
En su
último libro, “Educar para madurar”, el
sacerdote Alfred Sonnenfeld, doctor en Medicina y Teología, explica que cada
niño es un microcosmos y que su educación no es una meta fácil puesto que no
hay recetas preconcebidas que garanticen el éxito de manera infalible. Añade
que, en este sentido, “sería un atentado contra el desenvolvimiento progresivo
y sano del menor tratarlo a temprana edad como a un adulto, sin permitirle que
recorra las etapas normales del desarrollo infantil“, explica la periodista
Laura Peraita, que le ha entrevistado para el Diario ABC.
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¿CONSIDERA QUE SE ESTÁ ACORTANDO LA INFANCIA A LOS NIÑOS?
Efectivamente,
es lo que está ocurriendo por parte de los padres. Pero no lo hacen de forma
intencionada, es que no se dan cuenta de ello, y es lo grave. Los progenitores
están abusando emocionalmente de sus hijos. Hace años, cuando los padres
acudían al psiquiatra, lo hacían porque consideraban que el niño tenía un
problema. Esto ha cambiado. Ahora van más niños porque, a pesar de que los
padres se ocupan mucho más de ellos, la presión de la sociedad sobre los
progenitores es tan grande que ejerce una gran influencia negativa sobre los
hijos. Esta situación provoca que la psique del pequeño no se desarrolle y
quede bloqueada emocional y sociológicamente. Es lo que se llama simbiosis y es
un virus letal.
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¿POR QUÉ SE BLOQUEA SU MENTE?
- Porque
los padres viven como en una rueda de hámster totalmente estresados por la
dinámica de la sociedad y, sobre todo, por la hiperconectividad. No paran de
recibir correos electrónicos, mensajes de whatsApp..., a los que se espera que
se dé una contestación rápida, tanto de día como de noche. Todo ello genera
situaciones de estrés que no son nada positivas y producen malestar en la
familia. Lo positivo de esta enfermedad denominada simbiosis es que se puede
curar de forma relativamente fácil.
-
¿DE QUÉ MANERA?
- Yo le diría a las familias que se vayan ocho horas
al bosque sin móvil y disfruten de la vida, de la naturaleza. Cada vez es más
necesario. Urge la serenidad, la calma en la adversidad. Es necesario
establecer prioridades, saber qué es esencial, darse cuenta de que hay cosas
que no son tan relevantes y dar importancia al presente porque lo que no se
haga hoy con los hijos tendrá efectos en su futuro.
-
¿CONSIDERA QUE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS SON UN GRAN PROBLEMA?
- Sí, estamos siendo arrollados por la revolución
digital. Cada vez hay más evidencias de cómo el mundo digital está enfermando a
las personas. Les está impidiendo una conversación normal, que ya se está
convirtiendo en un producto de lujo. La gente casi no habla cara a cara y
cuando lo hace, se menosprecia a las personas por mirar continuamente la
pantalla del móvil. Todo esto tienen una influencia muy grande en los niños.
-
¿QUÉ TIENE QUE OCURRIR PARA CAMBIAR LA SITUACIÓN?
- Hace falta serenidad, tener más sentido común y
volver a la intuición. Estamos tan estresados y sometidos a tantas presiones
externas que no sabemos reaccionar con paz. Todo ello también motiva que los
padres quieran complacer por encima de todo a los hijos y no se dan cuenta de
que para crecer bien los niños necesitan límites, puntos de orientación claros
y referencias.
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¿POR QUÉ VAN AHORA MÁS LOS NIÑOS AL PSICÓLOGO Y PSIQUIATRA?
- Precisamente por esto que es lo que está en la base
de todo. Su psique no se desarrolla bien, les falta esa normalidad de aceptar
límites. No hay que olvidar que “yo me hago gracias
al tú”; es decir, sin la ayuda de los padres el niño no es nada. Un niño
para hablar tiene que ser hablado, necesita modelos, guías. Nuestro cerebro es
relacional y social, y la felicidad depende también de las relaciones con otras
personas, y eso se aprende en la familia. Si hay buenas relaciones en su hogar,
ese niño saldrá fuerte para la vida, sabrá abordar los problemas. Pero cuando
los padres tienen un estilo de vida problemático y estresante tendrá una
influencia negativa sobre el sistema inmunológico del pequeño. Está demostrado
que es así, que las defensas normales del cuerpo humano bajan y el cortisol
aumenta y, en consecuencia, hay mayor el estrés. Esto conlleva una serie de
problemas considerables en el niño.
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Al final, los padres llevan a los
hijos al psiquiatra para tratar determinados comportamientos que, por lo
general, los han provocado los padres por su manera de actuar, como
consecuencia del estrés, por estar enganchados a las nuevas tecnologías, no
ponerles límites... En definitiva, la educación de los hijos se les escapa de
las manos. Y hay que decirlo con mucha insistencia. No se trata de echar la
culpa a los padres, pero es que no se dan cuenta de que lo hacen mal y hay
familias que son un verdadero sunami.
-
¿CREE QUE HAY PADRES QUE NO DICEN “NO” POR TEMOR E, INCLUSO, MIEDO A LAS
RABIETAS DE LOS HIJOS?
- Es así, y está mal, muy mal. No basta solo con
decir no. El diálogo educativo es saber explicárselo. Lo que ocurre es que
muchos padres no lo hacen porque tienen miedo a perder el cariño de los hijos.
Y, por eso, están colonizando al niño. Le están concediendo todo. No le dejan
crecer.
-
Y LOS PADRES, ¿SON MENOS FELICES AHORA?
- Si tienen un hijo y no saben decir no ni tienen
diálogo educativo y están todo el tiempo de rabietas, pues cualquier hijo les
parecerá una carga enorme. ¡Cómo se van a plantear
tener otro! Hay que tener dónde están los peligros en su educación y
ellos no lo saben. Los padres están desbordados.
-
¿QUÉ PUEDEN HACER PARA CAMBIAR LA SITUACIÓN?
- Más que consejos, les haría exigencias. Los padres
hoy saben de pedagogía, psicología, sociología... Ahora vengo yo y les digo que
sepan de neurobiología, de cómo funciona el cerebro, que es lo que ocurre con
su hijo cada vez que se actúa o dice algo... Si conocen algunas de las claves
de la neurobiología tendrán más herramientas para ayudar mejor y con más
seguridad a sus hijos.
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