Una cuestión que
está de actualidad, ya que se multiplican las ofertas de nuevas
espiritualidades que proponen este objetivo. ¿Se trata de algo aceptable
para un católico? Vicente Jara, laico dominico y miembro de la Red
Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), lo tiene claro: es
algo totalmente alejado de la religiosidad cristiana y de su sentido
antropológico del ser humano.
Así lo ha
explicado, con todo detalle, hace unos días en el programa “Conoce las sectas”, que Jara dirige, en
nombre de la RIES, en Radio María España. Además, ha escrito un completo artículo en el portal Aleteia,
que extractamos a continuación (y que puede leerse también en italiano).
UN CONCEPTO DE LA NUEVA ERA… PROCEDENTE DEL
HINDUISMO
Este concepto o expresión hoy
en día se encuentra en multitud de grupos de meditación, de seguidores de
corrientes orientales más o menos irregulares de la Nueva Era, e incluso en el
lenguaje cotidiano. Se asocia a “conocer más y
mejor”, “romper límites”, “pensar
y percibir más allá de lo que es cercano, mirar a lo lejos, con mayor
perspectiva”, “liberarse del ego”. Pero hay mucho más.
El origen de esta expresión la
tenemos en el hinduismo. Shiva es un gran dios del hinduismo, y junto con Brahma y Visnú formarían las
triples expresiones o el Trimurti de divinidades de esta religión. También es
paradigma de un yogui en meditación omnisciente y se le suele
venerar en la forma de lingam o
pene, recogiendo así el sentido de masculinidad.
Sakti es una energía de un deva (o dios masculino) capaz de personificar a su esposa o
esposas,
pues es
habitual la multiplicidad de emparejamientos entre dioses por medio de estas
energías o Sakti. Es una especie de energía (en el sentido oriental, no en el
sentido físico y medible) de una deidad masculina hinduista, la cual energía llega a personificarse en su esposa, una diosa femenina o devi.
Una de las Sakti de Shiva es Sarasuati. Esta diosa es fundamental para explicar el significado
de expandir la consciencia. En su origen parece que fuera una diosa acuática,
fluvial, y en estos textos luchó contra los demonios de la sequía y la
oscuridad, entre ellos Vritrasura. Los Rig-Veda son textos que hablan de los
dioses de manera muy antropomórfica y naturalistas, en cambio, en otro texto
fundamental del hinduismo, el Mahabarata, del siglo III a. C., se complejizan
altamente los conceptos con aspectos más abstractos.
EL CAMINO AL TANTRA
Dentro de la literatura
principal del hinduismo es importante citar el cambio que adquiere lo dicho
hasta ahora en los textos Vedanta, una escuela filosófica esotérica, de en
torno a la mitad del primer milenio a. C., que supuso un cambio de perspectiva
del hinduismo precedente, y que influirá en numerosas corrientes posteriores de
esta religión.
Ahora Sarasuati es vista como
energía femenina, y con ello toma el aspecto del conocimiento del Brahma, que
es la divinidad absoluta e impersonal del hinduismo, la divinidad creadora.
Además los Vedanta afirman que solamente se podrá alcanzar la
liberación de la rueda de las reencarnaciones o samsara mediante el conocimiento, es decir, mediante la
adoración de Sarasuati.
Añadamos además sobre la
complementariedad entre dios masculino y diosa femenina, que el shivaísmo, que
es una ramificación dentro del hinduismo que coloca a Shiva como dios
principal, y no a Brahma, y en los textos puranas,
que son colecciones de historias posiblemente recopiladas a lo largo del primer
milenio a. C., que ambos aspectos también manifiestan por un lado el
enfrentamiento entre la docilidad y el salvajismo, aspectos antagónicos que
viven en lucha eterna.
Y para complejizar un poco más
las perspectivas hasta ahora recogidas, indicar que la corriente del tantra ve
en la energía Sakti al alma, el atman del hinduismo; y considera que para liberar al alma de la corporalidad y elevarla a su dios masculino o
Shiva, se ha de hacer mediante unificación varón-hembra, ya espiritualmente o
mediante el acto coital.
Dejemos dicho sin entrar en
mayores explicaciones por ahora que el tantra es una variedad del
hinduismo, entrando dentro de las llamadas escuelas o tradiciones
esotéricas, y no solamente hinduistas, también budistas, entre otras, donde
integran aspectos espirituales con aspectos materiales e incluso sexuales.
La posterior purificación del
hinduismo llevó a la creencia de que el fin de la meditación o de la
expansión de la consciencia era la certidumbre de que uno, en su atman o alma, es una chispa del dios
Brahma: yo y dios somos lo mismo. Solo esto acabaría por liberarnos de la reencarnación de
la rueda del samsara y alcanzar el saber verdadero (vidya), eliminando la ignorancia (avidya).
¿QUÉ ES, ENTONCES, “EXPANDIR LA CONSCIENCIA”?
Expandir
o ampliar la consciencia es por lo tanto unificarse con el dios Brahma, o para
el shivaísmo, con el dios Shiva. Esto se lograría con la
energía Sakti personificadora femenina de Sarasuati, diosa del conocimiento. De
ahí que expandir la consciencia es dar cabida a la diosa o devi Sarasuati y engrandecerla en uno
mismo, es la realización en el atman
personal de la devi esposa de
Shiva para divinizarse por ella en el dios masculino Shiva-Brahma.
Hay diversos métodos para
expandir la consciencia, incluso el uso mantras o sonidos generados
por el meditador, como ocurre en el budismo tibetano, por ejemplo.
Estos mantras son sonidos auto-generados de ayuda a la expansión de la
consciencia, palabras con sentido religioso muy profundo, nombres de
divinidades o atributos de ellas, esotéricos y por ello propio de iniciados. En el tantrismo tendríamos además todo el desarrollo de los chakras y el
uso energético para la unificación y el logro yo-soy-dios, también haciendo uso
de la energía sexual masculina-femenina y la práctica sexual entre varón y
hembra.
El tantrismo que ha venido en
el último medio siglo a Occidente es precisamente una mezcla de hinduismo y
budismo, con pocos aspectos esotéricos y de iniciación y con una fuerte
carga sexual. Las corrientes
neo-budistas y de la Nueva Era, los gurús que pululan por Occidente, han hecho
amalgama de energías, chakras, textos sencillos, meditación de todo tipo, uso
de mantras a versos zen, incluso usando palabras cristianas como mantra sonoro,
también en ocasiones usando sustancias psicotrópicas y
drogas diversas para poder expandir la conciencia más todavía, y con
terapias de emotividad alta, gimnasia, aceites y sexo, ya en solitario o de
masturbación, como es la práctica del taoísmo del cultivo solitario (así se
llama) o la sexual emparejada, más clásica oriental, o también con más gente,
más multitudinaria… y todo ello para liberar la mente y el cuerpo, expandir la
conciencia…
¿QUÉ DECIR DE TODO ESTO?
En fin, expandir la
consciencia, ya en sus métodos como en su pretensión es una práctica
de profundo significado hinduista y posteriormente budista, totalmente alejada
de la religiosidad cristiana y del sentido antropológico del ser humano dado
por el cristianismo y la revelación de Dios en Jesucristo.
Los
cristianos no tenemos necesidad de buscar esta expansión de la consciencia para
conocer la verdad, pues ésta se encuentra en el Evangelio o Buena Noticia. Jesucristo es
la Buena Noticia, es quien nos descubre lo que todos los hombres han buscado,
el acabar con el sufrimiento, el salir del dolor, el conocimiento de qué hacemos
aquí, qué es el mundo, de dónde ha salido y a dónde va esto que nos rodea, todo
lo que existe, nosotros mismos y lo que amamos.
Y la oración
cristiana es un diálogo con Jesucristo,
o con Dios Padre, o con el Espíritu Santo, o la Virgen María, los santos o los
ángeles. En el fondo es una convivencia con Dios, donde no nos disolvemos en Él
y mucho menos afirmamos ser Dios. Dios es Dios y yo soy su criatura, y por
méritos de Cristo Dios me da la vida y la felicidad. Inmerecidamente, por su
gracia.
Los
cristianos no sólo debemos rechazar la expansión de la consciencia, sino enseñar y predicar a
todos, incluso a quienes la practican de un modo más o menor regular o
irregular, más o menos desviado o no, que lo que buscan
está en Cristo Jesús, el Mesías, el Liberador, el Logos.
Secretaría RIES
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