viernes, 26 de julio de 2019

MASONERÍA, ROSACRUCES Y BRUJERÍA, DURAMENTE CONDENADOS POR LOS OBISPOS DE CAMERÚN


La Conferencia Episcopal Nacional de Camerún (CENC) hizo público una carta pastoral que condenaba la masonería, el rosacrucismo y la brujería, e instaba a todos los católicos a oponerse a esos grupos y «creencias».
El texto está firmado por el obispo Abraham Bialo Kome de Bafang (oeste de Camerún), uno de los primeros actos como presidente de la Conferencia episcopal.
Aunque la noticia se conoció a principios de julio en la prensa local, en realidad el documento se firmó en 4 de mayo durante la Asamblea General de la CENC. Un documento importante que actualizaba una iniciativa similar de la década de los 90, cuando el episcopado camerunés publicaba un documento que condenaba las «sectas esotéricas».
EL TEXTO ES DURO Y MUY CLARO
«En este momento, en algunas parroquias de nuestras diócesis, en los consejos parroquiales e incluso en algunas organizaciones diocesanas, hay cada vez más personas en puestos de responsabilidad, personas pertenecientes a la Francmasonería, los Rosacruces, o que practican la brujería, a quienes se les administra sin ningún tipo de escrúpulo los sacramentos que Jesucristo confió a Nuestra Santa Madre Iglesia. Esta situación requiere una aclaración».
Una advertencia clara de que estas prácticas hacen imposible recibir la Sagrada Comunión si no se rompe todo vínculo con ellas.
Ojalá esto suponga un aviso a los católicos despistados «porque conocen a un cura (normalmente es jesuita) que les dice que no pasa nada, que eso era antes del Concilio». Desde luego que la postura de los obispos va a levantar ampollas. Primero por relacionar rosacruces y masones, y luego por meter en el mismo saco a los «crédulos de la razón» con los hechiceros. Y es que, aunque no todos, la relación de los tres con el ocultismo está muy extendida.
Los obispos ejercieron su función: «en el nombre de nuestro deber de enseñar, les entregamos esta carta pastoral no solo para recordarle las líneas principales del Magisterio sobre la masonería, los rosacruces y la creencia en la brujería, sino también para dar directrices pastorales para iluminar y sostener su fe en Jesucristo, quien murió y resucitó de entre los muertos».
La crítica a la masonería es radical: «La masonería se presenta como una filosofía humanista, naturalista y esencialmente racionalista dedicada a la búsqueda de la verdad. Pero considera que la verdad es accesible solo por la razón. Por lo tanto, rechaza la luz de la fe y los dogmas de la Iglesia», escribieron los obispos, explicando que los Francmasones basan su forma de pensar en el rechazo de todos los dogmas católicos que encuentran su origen en la propia revelación de Dios y se basan en una postura relativista.
«La religión cristiana no es nuestro invento, sino una religión revelada por Dios mismo a Moisés, y cumplida por Jesucristo. Nuestra fe se basa en todas las verdades reveladas por Dios. Estas verdades también se llaman dogmas. Ningún católico puede desafiarlos sin negar su fe: son los dogmas de la Santísima Trinidad, la Encarnación, la Resurrección, la Ascensión, la Inmaculada Concepción y la Asunción de la Virgen María».
¿TODAVÍA HAY QUIEN PIENSA QUE SE PUEDE SER MASÓN Y CATÓLICO? (Además del gustazo de leer a obispos que escriben en católico).
Respecto al «rosacrucismo», una orden esotérica fundada a principios del siglo XVII que no es diferente a la masonería, se basa más evidentemente en la idea de que una ciencia secreta transmitida desde los tiempos antiguos puede dar a sus iniciados una perspectiva del funcionamiento de la naturaleza y también del reino espiritual. También merece la condena por los obispos de Camerún.
Y merece una mención de honor el tratamiento sobre la brujería, sobre el que los obispos insisten en el discernimiento de este «fenómeno peligroso», instando a los files a «continuar reafirmando de lleno la fe en Jesucristo que murió y resucitó, ser prudentes y no dejarse seducir por estas doctrinas que son contrarias a la fe cristiana».
Es de esperar que no los inviten, ni como observadores, al Sínodo para la Amazonia.
Juanjo Romero

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