“Nunca
podrían llegar a imaginarse el poder
que tienen los hechiceros en África. Hasta políticos del más alto nivel acuden
a ellos cuando quieren ganar las elecciones o hacerse millonarios”, decía sin bajar la vista
Perpetua Senkoro. Natural de Tanzania, abogada de derechos humanos, de sensible
tez blanca y problemas de vista, es una de las representantes de la
organización Under The Same Sun (UTSS) que vela por los derechos de las
personas con albinismo. Lo cuenta desde Antananarivo (Madagascar) Carolina
Valdehíta, en El Mundo.
Senkoro no es excepción.
Rozando la treintena, gozosa de vivir en una de las ciudades más importantes y,
probablemente, la más desarrollada de Tanzania, Perpetua sabe que está a salvo
de la magia negra. Pero no se puede decir lo mismo de otras personas que, como
ella, han sido perseguidas por la brujería tradicional.
RITUALES PARA TODO
África tiene la capacidad de
sorprender y razonar sobre cualquier inverosimilitud a ojos occidentales. La
persistencia de la brujería como alternativa a la medicina moderna, como
solución de cualquier mal pasajero o como método de cambiar el futuro, es una práctica arraigada, mantenida y casi
inamovible.
Conseguir amor, dinero o éxito profesional es muy sencillo, sólo hay que
pagar a un “witchdoctor” –cuya traducción más cercana en castellano
vendría a ser curandero, brujo o hechicero–, y él se encargará de garantizar al
cliente su futuro deseado. Eso sí, si el ritual no funciona, la
culpa nunca será del maestro, sino del solicitante, quien probablemente no ha
cumplido sus directrices como
debiera haberlo hecho.
En cualquier mercado local a
lo largo de la mayoría de los países del África Subsahariana se pueden
encontrar útiles de todo tipo con el fin de proporcionar
cuidados milagrosos. Desde ungüentos para curar cualquier tipo de
problema cutáneo, polvos para que los hombres consigan unos músculos de infarto
o pócimas para mejorar el rendimiento sexual. Para ellas, milagros para
aumentar la libido y plantas contra todos los males habidos y por haber.
Pero eso es sólo lo que se
puede ver en los mercados a pie de calle. La realidad para con los witchdoctors conlleva una trastienda
plagada de artes macabras. Huesos de animales y hasta de personas,
cabellos y animales vivos son algunos de los “ingredientes”
clave a la hora de llevar a cabo sus remedios milagrosos.
PERSECUCIÓN DE LOS ALBINOS
Los
albinos han sido objeto de múltiples persecuciones al pensar que tienen
propiedades curativas, aportan ganancias y quitan el mal de ojo. Gran parte
de la población rural de Malawi, Tanzania y otros países colindantes siguen
manteniendo la creencia de que partes del cuerpo de las personas con albinismo
tienen poderes mágicos: su cabello ha sido rasgado a la fuerza en más
de una ocasión y partes de su cuerpo (dedos, manos, brazos e incluso genitales)
mutiladas para hacer magia.
Aunque tratan de huir de la
marginalización de los colectivos y de la persecución racial, el día a día es
otra cosa. Desde el mes de marzo, el número de casos de violencia, acoso y
matanza de albinos en Malawi aumentó escandalosamente. A principios de ese
mismo mes la justicia social se cobró su propio peaje: siete personas
fueron quemadas vivas acusadas de practicar brujería y de tener en su poder
huesos de humanos con albinismo con los que pretendían hacer rituales.
Hace unos días el gobierno de
Malawi decidía poner fin a la racha de asesinatos yendo directamente a la raíz
del problema: los witchdoctors. Desde
finales de 2014, la policía ha registrado 69 casos de ataques contra
albinos y al menos 18 asesinatos, aunque Amnistía Internacional
señala que pueden ser muchas más, ya que generalmente los asesinatos suelen ser
silenciados.
A tal efecto, Naciones Unidas
alertó en el mes de abril a las autoridades locales que las personas
con el gen del albinismo estaban en “peligro
de extinción” de no frenarse sus matanzas indiscriminadas.
Según el presidente de Malawi, Peter Mutharika, en el país conviven cerca de
10.000 albinos a quienes hay que proteger: “la
superstición, la necedad y la ignorancia” son las principales
motivaciones de las matanzas de albinos. Recientemente ha asegurado también que
las penas para quienes persigan y traten de dañar al colectivo serán
mucho mayores.
DENUNCIAS DE CLIENTES “INSATISFECHOS”
Sin embargo, no ha sido el
acoso a este grupo con problemas de melanina lo que ha llevado al gobierno a
prohibir estas artes de magia negra, sino una denuncia de varios clientes
insatisfechos. Un tribunal de la ciudad de Mzuzu, en el norte del lago Malawi,
muy famosa por su producción de café y miel, fue quien tomó la decisión de comenzar
a poner freno al poder de los brujos.
Tres
personas demandaron a dos brujos alegando que no habían hecho un buen servicio
y no habían conseguido dar los resultados deseados por los clientes. Sus
quimeras no eran otras que la vuelta de un amor del pasado y de las
pertenencias robadas por un ladrón. Los brujos hicieron sus rituales de turno
cobrando su dinero, pero su efectividad no se palpó por ninguna parte.
Según la agencia de noticias AFP,
uno de los demandantes, llamado Olwadls Phiri, tiene un primo con albinismo, y
su denuncia fue motivada en parte también a la persecución a la que son
sometidos y a su pensamiento de que “los
witchdoctors son la principal causa de muerte de los albinos”. Si bien la creencia tradicional poco a poco se
va liberando de los estigmas ante este colectivo, aún queda mucho por hacer.
Secretaría RIES
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