“De la tarotista
Pepita al chamán Anastasio: la justicia irrumpe en la jungla de los videntes”.
Así se titula el reportaje que ha publicado el medio digital español El
Confidencial, firmado por Rafael Méndez, después de la detención de la
vidente barcelonesa Pepita Vilallonga, de la que dimos cuenta en InfoRIES. Recogemos a continuación lo
publicado por Méndez sobre “el
millonario negocio de la superchería”.
ANASTASIO: 4.500 EUROS POR MATAR UN CONEJO
Anastasio, Anas para los
amigos, es un tipo con iniciativa. En 2009 olió que el tarot por teléfono podía ser buen negocio y abrió entonces el
Tarot de Saray. Lo manejaban su madre, su esposa y él mismo desde un
chalé a las afueras de Cardenete (520 habitantes, Cuenca).
El negocio iba bien. Los
vecinos lo escuchaban dar carrete a los incautos sentado en una hamaca junto a
su piscina mientras su tren de vida crecía.
Ahora una caravana, otro día un Mercedes, viajes a Disneylandia, luego un
apartamento en la costa de Almería… Llamaba la atención para una comarca
acostumbrada al despoblamiento y al letargo económico. De ese chalé a las
afueras iban y venían mensajeros de Seur desde los que Anastasio mandaba sus instrumentos llenos de poderes mágicos a toda España.
“Se hacía llamar Pablo cuando actuaba de chamán.
Llenaba la sala de humo, se vestía de blanco y quemaba alcohol. A una mujer le cobró 4.500 euros por matar un
conejo delante de ella y decir que era un conjuro”, cuenta una vecina de Cardenete.
El pueblo es pequeño, de
calles retorcidas, pero tiene de todo: farmacia, banco, centro de salud,
Guardia Civil. Todo el pueblo conoce a Anastasio Ferrero Gil y sus negocios.
Aunque a la puerta del chalé una placa lo bautiza como Casa del Canalejas, en
el pueblo todos la llaman “la casa de los líos”. Los vecinos se han acostumbrado a ver por allí
al cobrador del frac o al torero del moroso y salir de allí de vacío. Cuentan
que él y su mujer han sido amigos del sargento de la Guardia Civil del pueblo.
SE HIZO PASAR POR SACERDOTE: BODAS FALSAS
Entre esos líos el más
recordado es el de las bodas simuladas. Anastasio pedía a menudo la llave de la
ermita de San Antonio de Padua, a tres kilómetros a las afueras del pueblo. “Decía que iba a hacer un ofrecimiento, o que tenía que
rezar una novena y se iba”, recuerda una vecina que pide el
anonimato. Ateridos por el frío del temporal, los consultados cuentan la
historia de Anastasio entre risas pero no quieren dar su nombre.
Un día una vecina subió a la
ermita y vio que estaba llena de centros de flores para bodas. El misterio se
desveló poco después. “Una noche que llovía a
cántaros aparecieron dos paquistaníes preguntando por el cura del pueblo.
Enseñaban una foto en la que Anastasio
salía vestido con una casulla blanca celebrando una boda”.
Anastasio nunca fue cura, pero
a cambio de una cantidad que según algunos rondaba los 6.000 euros, las simulaba
para ciudadanos paquistaníes. No todos los matrimonios llegaron a
ser inscritos en el registro y los paquistaníes buscaban a Anastasio. El caso
se cerró sin responsabilidades penales.
COCHES, MOTOS… Y HASTA UN PISO
En 2010, más o menos cuando el
lío de las bodas falsas, María E. A., una anciana de Tenerife, llamó al Tarot
de Saray. Llegaba gente de toda España porque se anunciaba en
el teletexto. La madre de
Anastasio la atendió en el teléfono 806 de facturación galopante y le recomendó
a su hijo como curandero. Durante año y medio Anastasio viajó a Tenerife y
María a Cardenete a someterse a sus tratamientos. “Se
decía que la untaba en miel”, explica
una persona allegada.
María creía firmemente en el
tarot y en las cosas que le contaban y empezó a aflojar el dinero. Anastasio le
pedía cada vez más y luego le reclamó “que
adquiriera diversos bienes que supuestamente iban a ser transmitidos a diversos
curanderos del extranjero”, según
una sentencia posterior. Entre ellos, un Volkswagen Touareg, un Mercedes y una
moto Suzuki.
La relación llegó a un punto
en el que el 10 de noviembre de 2010, “Anastasio convenció a María para que le otorgase un poder que le
autorizaba para la venta del domicilio”. Con la venta del piso, Anastasio
se llevó un cheque de 51.878 euros. En total, la justicia ha calculado que le sacó 109.527 euros.
CONDENA POR ESTAFA
María padece un “trastorno de ideas delirantes”, un “delirio bien
sistematizado y monotemático” que
se suma a “un conjunto
de creencias muy arraigadas (ciencias ocultas, brujería)”, lo que aprovechó el chamán Anastasio. La
Audiencia de Tenerife lo condenó por estafa a dos años de cárcel en diciembre
de 2015. Tuvo suerte porque sin antecedentes con esa pena se suele suspender el
ingreso en prisión.
En esa época ya había aparcado
el tarot y emprendido nuevos negocios, como una empresa de leña o un criadero
de perros —puesto a nombre de su hija—. Pero la mujer y la fiscalía
recurrieron, y el pasado noviembre el Supremo endureció la condena
a tres años de cárcel al considerar que era una estafa agravada por la cuantía.
La sentencia del Supremo
delimita la línea que separa la creencia del fraude. El fallo destaca que las
primeras entregas de dinero “no provienen de
engaños generados por el acusado sino que son determinadas por las previas
creencias de la víctima. […] Atiende a la víctima en la forma que esta demanda
y percibe sus retribuciones. No hay estafa”.
Sin embargo Anastasio siguió y
“consciente de la fragilidad psíquica de la
misma y de sus falsas y arraigadas creencias, las aprovecha para ir más allá y
obtener un lucro adicional urdiendo sus engaños específicos: decirle que
necesitaba valerse de otros curanderos y que había que pagarle con la compra de
vehículos”. Eso, según el Supremo, sí es
“una estafa en su sentido más
prístino”.
Anastasio ingresó hace unos
días en prisión tras demorarlo un tiempo. Su mujer responde al teléfono e
intenta negarlo todo: “No sé de lo que me habla.
Mi marido es camionero. No entiendo qué quiere decir”. Su abogado admitía hace unos días que el ingreso
en prisión era inminente. Se ha comprado un camión y en el pueblo ha dicho que
está viajando por Europa.
LA DETENCIÓN DE PEPITA VILALLONGA
Su caso recuerda mucho al de
la vidente Pepita Vilallonga, una famosa tarotista de televisión, de esos programas de madrugada que han proliferado con la TDT y que suponen un pingüe negocio. Fue detenida
por la Policía Nacional hace unos días después de que una mujer de
77 años denunciara una estafa de 300.000 euros.
Como en el caso de Anastasio,
le pidió dinero con el argumento de que era necesario para comprar en Brasil un
muñequito que no se podía tocar y que más tarde había que enterrar en tierra
santa en Israel. El viaje nunca se produjo. El precedente de Anastasio,
probablemente el primer vidente/estafador en prisión, demuestra que Pepita —que
no ha contestado a las llamadas de este diario— no se enfrenta a un problema menor.
LA TRAMA DEL “PROFESOR KUNATE”
Otros han corrido suerte
similar, como el ‘profesor Kunate’, un nigeriano juzgado en Salamanca hace un año después de
pasar cinco años prófugo de la justicia. Kunate se anunciaba mediante flyers y
carteles a mano pegados en las cabinas de teléfono como “un auténtico vidente africano”: “Él tiene el
espíritu mágico para resolver cualquier problema”.
La suya era una trama que
comenzaba como algo modesto. Inicialmente pedía 30 o 40 euros por visita (como
en los casos anteriores, ahí no hay estafa), pero luego pedía 6.000 euros
para sacrificar cocodrilos en el Nilo para un conjuro. Los
cocodrilos, claro, nunca supieron de Kunate. Cinco personas denunciaron que así
les había sacado 121.000 euros.
Kunate aceptó en conformidad la expulsión de territorio europeo, según la
sentencia. También tenía que devolver el dinero, pero de eso nunca se supo.
Elías Carcedo fue el abogado
de Kunate, y explica la distinción entre la estafa y la
creencia en la superchería: “La discusión es ver el grado de preparación
de los supuestos estafados, si son susceptibles de ser engañados o no. No es
igual que alguien con estudios diga que le han engañado con un conjuro que
alguien de bajo nivel cultural. Pasa un poco como con las preferentes, que los
jueces valoraban si el que las firmaba con los bancos entendía o no el producto
financiero”.
Carcedo detalla que no en todos los casos se puede denunciar a un vidente: “Si te hace un conjuro para que vuelva tu novia y
ella no regresa, eso no es una estafa. Otra cosa es coger dinero para
sacrificios de animales que no se llevan a cabo”. Es evidente que la
justicia no puede entrar en las creencias de cada uno, igual que hay gente que
da dinero a la Iglesia para que se celebren Misas con un fin.
Después del caso Anastasio un
vidente debería repasar la jurisprudencia para saber que puede enredar lo que
quiera a los incautos —fingir rituales mágicos, leer el futuro en cartas
astrales o en la palma de la mano…—, pero no deberían traspasar la línea de la
estafa. Porque la justicia empieza a irrumpir en la jungla de los
videntes. Tiene trabajo.
Secretaría RIES
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