El sacerdote Luis Guillermo Correa ha sido
exorcista durante más tres décadas y está formando a exorcistas más jóvenes en
Cartagena de Indias.
Luis
Guillermo Correa, de 74 años, es párroco en María de la Paz, en el barrio Los
Corales, de Cartagena de Indias (Colombia). Empezó a trabajar
en temas exorcísticos cuando tenía 36 años, cuando conoció la Renovación
Carismática Católica,
que entonces le parecía "una manada de
locos" pero con la que luego ha trabajado el resto de su vida
sacerdotal.
Cada día atiende entre 12 y 14 personas que
llegan a su parroquia buscando ayuda contra la influencia del Maligno. Cuando
el Papa Francisco pidió que cada diócesis tenga sus exorcistas oficiales, la
arquidiócesis de Cartagena le pidió que ayude a formar a la nueva hornada de
exorcistas jóvenes.
Explicó
algunas de sus experiencias más impresionantes en el diario colombiano El
Universal. Recogemos parte de la entrevista. [...]
-
¿QUÉ ES EL CIELO Y QUÉ ES EL INFIERNO?
- El cielo es la felicidad de vivir con Dios. Tanto el
cielo como el infierno empiezan para cada persona en la tierra y se prolongan
más allá de la muerte. Si yo amo a Dios, y obedezco sus mandamientos, voy
conquistando mi cielo desde la tierra. Es una cuestión personal, es mi
situación ante Dios, ante el mundo. En gracia de Dios se alcanza
una tranquilidad indescriptible. Soy realmente feliz. Si me dejo llevar por el demonio y hago el mal y
me entrego a los vicios, no soy feliz; aunque tenga dinero, la zozobra siempre
va a estar presente. Cuando morimos esa felicidad o infelicidad se prolongará
eternamente. Jesús lo dijo, la puerta al cielo es estrecha. [...] El infierno
no es un lugar, es una situación personal. ¿Por qué
no hablamos de lugar? Porque los espíritus no necesitan un lugar, no son
seres corpóreos. Ha habido algunos casos en los que Dios ha permitido la visión
del infierno. [...]
-
¿CÓMO INCURSIONÓ USTED EN ESTO DE LAS LIBERACIONES?
- En el
año 80, tenía 36 años, llevaba 6 años en el
sacerdocio, estaba en Villanueva y me di cuenta de que
trabajaba mucho por el Señor, pero al mismo tiempo era consciente de que tenía
mis debilidades personales. Trabajaba muy bien, pero cometía errores y pecaba.
Le pedí a Dios que me mostrara dónde podía cambiar. Yo esperaba que me dijera:
vete a un monasterio o a una montaña, pero cuando oraba me decía 've a la Renovación Carismática'. A mí no me gustaba porque la percibía como una
manada de locos, pero al final dije 'si no hay
más remedio'...
» En esa
búsqueda, en ese año fui a un retiro espiritual
en La Ceja, Antioquia, mi tierra, con el sacerdote Emiliano
Tardiff, que tenía
gran carisma para hacer oraciones de sanación. Él me oró, hice una fila
larguísima como de dos horas para llegar hasta dónde él. Fue mi primer contacto
con este tipo de oraciones. Me confesó, me
absolvió y cuando me levanté me sentí totalmente diferente. Experimenté una paz en mi alma que era como el
cielo y una felicidad inmensa, sin ningún asomo de culpa. Esa sensación de
completa paz me duró un mes; la lucha es diaria, pero esa vez experimenté el
cielo y desde entonces lo he experimentado mejor.
» Regresé
a Villanueva y comencé a trabajar en la Renovación, ahí oramos por los
enfermos. Dirigí la Renovación en Cartagena por 36
años. Yo esto no lo busqué sino que la gente venía y muchos venían con malas
influencias; eran personas que habían estado en brujería,
mujeres que habían abortado, personas que habían estado en espiritismo.
-
¿CUÁL ES EL CASO MÁS PESADO QUE USTED HA MANEJADO?
-Señalar
eso es muy difícil. Hubo un caso que fue pequeño, pero grande para mí. Una vez
una mamá de la Renovación me pidió que orara por su hijo, que es un abogado.
Era joven, ya estaba casado, pero estaba muy descompuesto, entregado al licor,
a la parranda y a las mujeres, se estaba como enloqueciendo. Yo lo confesaba,
oraba y se iba bien. A los 15 días volvía peor. Al final orando y hablando
con él, Dios me mostró que la base de sus males estaba en un anillo que un indio de La Guajira le había rezado para
asegurarlo. Le pedí que se lo quitara, lo oré y se sanó, no regresó más.
» Pero
yo, de manera inconsciente, conservé el anillo en mi escritorio; pasó un mes y
yo estaba atormentado; se me pasó a mí lo que él
tenía. Sentía calor, ganas de vomitar, sentía que me puyaban todo el cuerpo y
mucha rabia. Yo pensé, bueno, qué está pasando, estoy seguro de que
no estoy en pecado porque el pecado lo lleva a uno a todas esas cosas. Estaba
muy preocupado y le pedí a Dios que me dijera cuál era la causa. Había orado
como un cuarto de hora cuando se me vino a la mente el anillo. Inmediatamente
corrí al escritorio, lo mandé partir,
le eché agua exorcizada, le hice una liberación al anillo y me hice una a mí, y
hasta ahí. Creo que esas son pequeñas manifestaciones de que el maligno sí
existe.
» He
tenido otros casos grandes de personas que han estado en hechicería, en
satanismo, que están muy oprimidas. Es muy terrible para algunos porque ya solo
pisar la iglesia y se vuelven unas fieras; cuando están endemoniados tienden a
agredir. Un lunes festivo, en la casa de oración frente a la Madre Bernarda,
llevaron a un joven que apenas me vio revestido con la
estola morada se fue contra mí, intentó hasta ahorcarme. Cuando entré al recinto estaba acurrucado
en un rincón, se le veía la presencia del diablo en su mirada. Al final, entre
todos, lo dominamos y le hicimos una primera oración
muy fuerte, en la que se ata al espíritu malo y se le ordena salir del cuerpo
de la persona. Estos son casos
que ameritan hasta cinco oraciones para estar seguros de que el demonio sale
completamente.
-
¿CÓMO SE PREPARA PARA HACER UNA LIBERACIÓN?
-Para uno
trabajar en la sanación y liberación hay que tratar de llevar una vida muy
íntegra y vivir en gracia de Dios. Tiene uno que confesarse, yo lo
hago cada mes. Si se me presenta
una liberación muy fuerte y he tenido algún disgusto, no la hago sin antes
confesarme porque siento que todo lo contamina a uno. Cada día oro dos
horas ante el Santísimo. Hago el Rosario a la Virgen. Ella es la más poderosa
protectora. El diablo le tiene pavor a la Virgen porque ella es
inmaculada y pura. Él no pudo mancharla, ella está sin mancha de pecado, el
demonio no tiene sobre ella ningún poder.
-
¿QUIÉNES SON LOS QUE MÁS ACUDEN A USTED?
- Las
mujeres, los hombres. Todos. Vienen muchos jóvenes, adultos; religiosas a pedir
orientación para resolver problemas de su comunidad; sacerdotes también vienen.
-
¿LA IGLESIA COBRA POR ESE SERVICIO?
- Es
gratuito.
-
¿CUÁNTOS CASOS ATIENDE EN UN MES?
- El
número es relativo, pero cada día atiendo un promedio de
12 personas, máximo 14. De lunes a jueves atiendo gente que
no es de la parroquia. Hay veces que vienen de los pueblos o de Barranquilla,
de Santa Marta o de Montería. Han venido extranjeros también. Los viernes sí
los dedico a gente de la parroquia. No todo el que viene donde mí tiene que
estar bajo la influencia maligna, no. Puede estar en pecado o enfermo del
cuerpo, yo atiendo toda clase de problemas. Cuando descubro que hay influencias
malignas, los oro, pero los mando a venir otro día. En el
mes dedico un día a la liberación, generalmente los miércoles, porque necesito
un equipo para hacerlas. La liberación no la puede hacer un sacerdote
solo. En mi equipo hay personas muy virtuosas,
espirituales y tienen carismas, por ejemplo, el de palabra de conocimiento. Somos 4, tres señoras y yo.
-
¿SE HA EQUIVOCADO EN ALGÚN PROCEDIMIENTO?
- Creo
que no, porque trato de ser muy prudente, voy despacio y con mucha oración. No
todo lo que parece influencia maligna lo es; hay casos de
personas que están enfermas mentalmente. Hay problemas de depresión, de
esquizofrenia, de neurosis,
que podrían parecer opresión, por eso uno tiene que ir muy despacito. Para
liberar hay que descubrir por qué el demonio tiene el poder sobre la persona.
Cuando se descubre la causa podemos decir que la batalla está ganada.
-
¿Y CUÁNDO LA PERSONA ES ATEA?
- Ahí es
más difícil, no se puede hacer mayor cosa porque las liberaciones y el
exorcismo se hacen a nombre de la fe. Para una persona que se declara atea y
está endemoniada lo más que se puede hacer es orar por ella.
-
¿EL MALEFICIO QUE LE ECHAN A UNA PERSONA, LO PUEDE COGER OTRA?
- En
parte sí. Conocí un joven en Manga, hace unos 25 años. Me pidieron que orara
por él, estaba muy grave, tenía unos 15 años, estaba en una habitación en la
que no había cama ni nada, estaba tirado en el piso,
desnudito y como un esqueleto.
Cuando llegué, la mamá me detuvo en la sala para contarme la historia. Ese
niño, cuando estaba más niño, amaba mucho a su papá, estaba muy apegado a él.
El papá había sido muy bueno, pero llegó un día una mala mujer que lo enamoró y
se lo llevó. Esta mujer, para dominar al papá y romper el vínculo con su hijo
le hizo brujería a la familia y a partir de ahí el niño empezó a perder el
control. Tenía episodios raros, incluso de violencia, sobre
todo los viernes, reventaba las cosas, se hacía daño. ¿Por qué los
viernes? El viernes es el día en que Jesús murió. A los grandes santos,
el demonio los ha atormentado los viernes. El diablo odia a Cristo y odia la
redención y trata de vengarse porque Cristo lo venció a él en la cruz.
»
Entonces el niño se fue descomponiendo y cuando yo fui ya estaba completamente
inconsciente. Le hice una oración a él y otra a la mamá para que
perdonara a su exesposo. Como a
los 5 días el niño murió. Son casos que me hacen pensar que la influencia
maligna se puede pasar a otra persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario