lunes, 24 de junio de 2019

TESTIMONIO - MI ÚLTIMO TESTIMONIO


Hace 11 años aproximadamente escribí una meditación sobre la Pasión de mi Señor, de la cual he extraído estas breves líneas, porque son las que me han ayudado a reflexionar sobre mi triste traición a mi Señor, si, lo tengo que declarar, después de 10 años d conversión, tras la dura separación de mi cónyuge, volví a caer al mismo pozo del cual ya mi Redentor me había liberado.

Si bien es cierto no soy quién para compararme con el Santo varón de Dios, San Pedro, no obstante, el pérfido Judas desciende mucho más abajo que cualquier ser humano y entonces analizando el comportamiento de ambos ayuda a reflexionar y meditar en quién al igual que ellos, cae en la terrible y miserable condición  de traicionar a su Salvador, Creador y Señor, peor aún cuando uno le ha conocido tanto y de Él ha recibido tanto favor, es insoportable caer en la cuenta de que uno haya sido capaz de traicionarle con tanta vileza, a Aquel que es tanta bondad y misericordia con uno.

Corría el año 2004, si mal no recuerdo, y hacía poco había ingresado a este grupo de oración católico por los enfermos- Sí Señor, transcurrido poco más de un mes, Dios tocó tan amorosamente mi alma y mi corazón que no pude resistirme y me entregué totalmente transformando mi vida dejando atrás ese pasado turbulento lleno de inmundicias y de pecado ofreciéndole a mi Señor caminar por el camino recto y entregarle mi vida por completo. No fue fácil pero era una lucha muy alegre y animada, pero como todo aquel qué es liberado o mejor dicho arrebatado de las garras del maligno y puesto nuevamente en el redil por el Buen Pastor, siempre será atacado, asediado por el maligno a quién no le causa gracia perder un alma que ya tenía asegurada para su infierno y ver que se le aleja para irse camino al cielo, y es por eso que siempre estará buscando arremeter y embestir como un Toro Bravo a esta criatura haciéndole difícil el caminar pues le conoce muy bien sus debilidades y sabrá muy bien cómo y por dónde atacarle, es por eso que se requiere que quien ha salido del pecado redoble sus esfuerzos en la Oración y Meditar constantemente en la Pasión del Señor,  para mantenerse firme en la fe sobre todo cuando ha vencido vicios y debilidades qué son muy difíciles y que muy pocos logran vencer, de allí que nuestra Santa Madre me dijo y jamás lo olvidaré: ¡¡que tu fe sea el cinto que ajuste tus vestiduras!!

Pues bien sólo esa fe será lo que me mantenga firme en el camino sin desfallecer. Pero no fue sólo esa la intervención que se dignó tener mi Reina y Señora con ésta mísera pecadora, sino que además me profetizó un terrible hecho, qué 10 años después, terminó por suceder.

Era uno de esos días en que tuve ardua lucha porque el enemigo no se cansaba de darme combate y yo me mantenía muy firme en la fe pero mi Madre sabiendo lo que venía luchando y lo que vendría más adelante me vino advertir: Hija mía tú vas a volver a caer pero yo estaré allí para sostenerte... No tengo palabras exactas para describir cuánto llore en aquel instante, más de lo que estoy llorando en este momento al recordarlo, recuerdo que corrí a abrazarte Hno. José a contarte todo esto y a que me explicaras porque me dijo eso la Madre. Recuerdo las palabras de consuelo que me dijiste: ¡¡tranquilízate y dile a tu Madre que eso no sucederá y demuéstrale que así será!! Volví el rostro hacia una imagen de la Santísima Trinidad en donde Nuestro Salvador muestra sus manos atravesadas, las besé y llorando amargamente como si ya yo hubiese vuelto a caer le aseguré que eso no iba suceder, que nunca jamás volvería a caer que lo amaba demasiado... no obstante, 10 años después, la terrible profecía terminó por suceder...

Yo que te juraba amor y fidelidad eterna que estaba segura que sin dudar daría mi vida por Ti como tu santo varón San Pedro, no me cabía la menor duda de que nada me podría arrebatar del buen camino me sentía sólida y firme en mi fe... pero fue precisamente eso lo que me hizo errar, me confié demasiado en mí misma, en lugar de abandonarme en tus manos. 

En estos años transcurrieron hechos muy importantes en mi vida, me casé, tuve mis hijos, construimos un hogar precioso, una vida juntos pero como todo buen matrimonio, y todavía consagrado a la Santísima Madre de Dios, tenía que tener duras luchas Y así fue, pero fue muy duro y entonces llegó el terrible momento de la separación, fue por decirlo en pocas palabras un hecho brutal para mí. Yo que me creía fuerte y firme que podía afrontar cualquier combate, no estaba preparada para esto, depresión, tristeza, confusión, desolación, y caí y no me pude levantar por largo tiempo, pero Tú sabes qué te amaba Señor, y aún estando en esa recaída no era feliz, ¡¡no disfrutaba nada!!! mi mundo se puso de cabeza, y yo era muy consciente de mis malos pasos y cada día era una aflicción. No soportaba mi propia conciencia, sabía que estaba mal, pero no encontraba la fuerzas para salir, qué terrible, qué débil es el ser humano que aún cuando sabe lo que tiene que hacer, que aún cuando es consciente que lo que está haciendo está mal, por más que reúna todas sus fuerzas, que caiga de rodillas al suelo clamando al cielo ayuda, aparentemente lo ve todo perdido porque está sumergido en ese pozo y no alcanza a ver la luz y entonces se siente débil y perdido...

Precisamente por esto entendí recién ahora que ya salí y que dé nuevo estoy en el buen camino, qué el Cristo erguido sobre ese Madero es ¡¡el faro poderoso y luminoso que guía el sendero de su fiel y amado pueblo!!! No hay más. ÉL es el faro, el sol, la luz que nos guía entre tanta penumbra... claro, pero cualquiera diría, y todos estos años, ¿no lo sabías?...

Misas, Rosarios, Santísimo, Oración, etc... ciertamente ayudaban sí, pero aquí debo recalcar con mayúsculas, es la clave de mi salvación,  lo diré en verso para que lo recuerden sin hacer mucho esfuerzo: MEDITAR EN TU SANTA PASIÓN ES TABLA DE SALVACIÓN PARA EL POBRE PECADOR QUÉ VA CAMINO A LA PERDICIÓN.

Largo periodo de desolación, caos, confusión, pecado y más pecado, y de pronto, cual naufrago, que trata de salir a flote en altamar, y ya débil y agotado, se siente débil y se cuenta ya cómo ahogado, recibe de manera inesperada un flotador que lo saca a flote y lo ayuda a nadar a tierra firme para poder volver a empezar... era mi Jesús, que a través de una hermana querida de mi Grupo, me hace llegar el libro, Las horas de la Pasión, de Maria Luisa Picarreta.

Fue como volver a recordar porque me había enamorado de Ti, mi Señor, y en todo este tiempo ese enamoramiento se me había enfriado, volver a meditar en tu pasión, revivirla paso a paso, volver a refrescar tus sufrimientos en mi mente, en mi recuerdo, sentirlo en mi corazón, sufrir contigo aunque en el pensamiento y con el corazón abierto, derramarme otra vez, descubrirme miserable.

¿Cómo pude haberte traicionado a Ti, así? Tú qué tanto amor me habías dado, no hay palabras para describirlo es mortalmente abrumador, es caer en la cuenta de que te descubres que eres tan miserable, que has correspondido a un Amor tan puro y tan tierno, con tanta vileza y con tanta bajeza, abandonándote a tanto pecado desordenado, sabiendo que de nuevo a tu Bien amado, cómo un cruel verdugo tú lo has flagelado, es casi desesperante, es descubrirte en condición tan ruin, qué deseas no existir, que quisieras borrarlo todo, pero es tarde ya está hecho… y sólo con esa gotita de fe, luego de desplomarte en el suelo, clamando piedad, curando otra ves sus heridas, implorando a la Mamita comparezca por ti ante Él, que te devuelva su amistad, es pues esa gotita de fe que aviva nuevamente esa Esperanza que lánguida todavía, aún tiene algo de fuego encendido y necesitas mucha fuerza que venga de Él a incendiarlo, porque tú casi lo has extinguido.

Ahora vuelta de pie sigues caminando con el corazón triste y avergonzado, muy avergonzado dibujando por fuera una sonrisa, pero por dentro cada paso que das adelante te pesa, te duele, caes en la cuenta de todo el tiempo que se ha perdido, todo lo que has destruido, oh miserable pecado cuánto daño haces al alma, pero ¡hay! miserable alma pobre de ti que no sepas ponerte de pie y volver a empezar otra vez, porque si dices que tienes fe, esa fe ha de darte la confianza y eso es precisamente lo que te dice tu Amado, confía hija de nuevo ponte de pie, y sigue. Yo sabía qué caerías, y heme aquí para sostenerte... recordar esas tiernas palabras anticipadas 10 años atrás por mi tierna Madre, son las que me sostuvieron de pie en este volver a empezar son las que me dieron aliento y respiro, consuelo y ayuda.

¡¡¡Oh Madre mía Purísima cómo pude!!! Tú me lo advertiste y aún así caí, caí pero tu Amor Inmaculado es el que me anima, es tu fuerza maternal que me empuja, que no me abandona, que me sostiene y que me ayuda a confiar en que esto nunca más volverá a suceder.

No puedo dejar de mencionar aquellos Ángeles guardianes que el Señor había ya colocado por anticipado a mi alrededor además de mi Ángel Custodio, estos otros eran mis hermanos en la fe que no se cansaron de advertirme, de avisarme, de alentarme, de llamarme la atención, de hablarme incansablemente aún cuando estaba muy ciega, cada palabra fue muy importante, cada empeño, cada esfuerzo por alentarme a seguir a levantarme a no perder la fe, ni desfallecer, Gracias a Dios que estuvieron allí y que no me dejaron perderme.

Pero hay algo más que todavía tengo que agregar, algo que me acaba de suceder hace poco, qué es precisamente lo que me movió a escribir recién este testimonio creo que era el capítulo que faltaba para terminar de completar lo que aquí tenía que testimoniar, es que me había olvidado de un aspecto muy importante en todo este turbulento episodio de mi vida y es que al recaer en el pecado, uno no estima la consecuencia y una parte muy importante de esta consecuencia era la responsabilidad qué descuidé, efectivamente yo había sido depósito de muchas instrucciones que por años eran el fruto de tanto esfuerzo en un caminar juntos con este buen pastor qué conduce este amado rebaño Sí Señor y ¿a dónde pues habría ido a parar todo este aprender si yo me hubiera terminado por perder? cada miembro de éste grupo tiene una diferente función y se compara igual que se compara el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia, en este caso, la cabeza es el pastor y los demás miembros del grupo somos el resto del cuerpo y lo que hace la pierna no lo puedo hacer el brazo y lo que hace el codo no lo puedo hacer el hombro, lo que hace la mano no lo puede hacer el pie, yo tenía pues mi parte y la descuidé!!!

Hoy doy gracias a una hermana que me hizo pensar en esto, en ese tema de la responsabilidad de cargar esta enseñanza que Dios cuidadosamente ha depositado en cada uno de nosotros y no es para echarla a perder al río, sino que es más bien para ponerla en práctica, porque hay mucho trabajo por hacer y no estamos para descuidarlo, una vez más pido perdón a mi Señor y una vez más agradezco a mi Señor y a mis hermanos en la oración que están allí ayudándome, alentándome y así lo hacemos mutuamente, Gracias Dios mío, te adoro con toda mi alma y con todas mis fuerzas y con todo mi ser, Gracias Madre mía Purísima, te amo con todo mi corazón, rogándole a Dios que me permite amarte sólo un poquito menos que Él, nada más que para no ofenderle, los quiero mucho.

Gracias  Hno. José

La más indigna e inútil de tus siervas, con el amor en Cristo y María.
Susann

No hay comentarios:

Publicar un comentario