sábado, 15 de junio de 2019

SOBRE EL DOCUMENTO "VARÓN Y MUJER LOS CREÓ"


Magnífico documento el que ha publicado la Congregación para la educación católica el pasado 10 de junio sobre la cuestión del género en la educación.
El Documento en cuestión resulta contundente en el rechazo frontal a esta ideología desde las primeras líneas. Vivimos una emergencia educativa, en particular, en lo que se refiere a los temas de afectividad y sexualidad.” “En muchos casos han sido estructurados y propuestos caminos educativos que “trasmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra, pero que en realidad refleja una antropología contraria a la fe y a la justa razón(los subrayados son míos).
“En este contexto, la misión educativa se enfrenta al desafío de una ideología, genéricamente llamada gender, que niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y mujer. Esta ideología presenta una sociedad sin diferencias de sexo y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer.”
La ideología de género – señala el documento – “pretende, como señala el Papa Francisco, responder a ciertas aspiraciones, a veces comprensibles, pero busca imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños.
Pero hay que escuchar y comprender”, dice el documento. La ideología de género plantea “la posibilidad de los individuos de autodeterminar sus propias inclinaciones sexuales sin tener en cuenta la reciprocidad y complementariedad de la relación hombre-mujer, así como la finalidad procreativa de la sexualidad”. “El individuo pretende ser radicalmente autónomo y su orientación sexual va a depender de la actitud subjetiva de la persona, que puede elegir un género que no corresponda con su sexualidad biológica. Lo que vale es la absoluta libertad de autodeterminación y la elección circunstancial de cada individuo en el contexto de cualquier relación emocional”.
“De esta manera, se apela al reconocimiento público de la libertad de elección de género y la pluralidad de uniones en oposición al matrimonio entre hombre y mujer, considerado una herencia del patrimonio patriarcal. Por lo tanto, se quisiera que cada individuo pudiera elegir su propia condición y que la sociedad se limite a garantizar tal derecho, también mediante un apoyo material; de lo contrario, nacerían formas de discriminación social contra las minorías. La reivindicación de dichos derechos ha entrado en el debate político de hoy día, obteniendo aceptación en algunos documentos internacionales e integrándose en alguna legislaciones nacionales.”
El documento señala acertadamente que para la ideología de género la voluntad del individuo se vuelve absoluta, conduciendo a un relativismo, donde todo es equivalente e indiferenciado, sin orden ni finalidad. “Estamos ante una revolución cultural e ideológica en el horizonte relativista y ante una revolución jurídica que promueve derechos individuales y sociales específicos. La identidad humana se entrega a una opción individualista en la que cada uno juzga como le parece, como si más allá de los individuos no hubiera verdades, valores, principios que orienten, como si todo fuera igual y cualquier cosa debiera permitirse”.
La complementariedad fisiológica, basada en la diferencia sexual, asegura las condiciones para la procreación. En cambio, el recurso a las tecnologías reproductivas puede consentir la generación de una persona, pareja de una pareja del mismo sexo, con “fertilización in vitro” y maternidad subrogada: pero el uso de tecnología no es equivalente a la concepción natural, porque implica manipulación de embriones, fragmentación de la paternidad, instrumentalización y/o mercantilización del cuerpo humano, así como reducción del ser humano a objeto de una tecnología científica.”
“Por lo que concierne al sector escolar, es propio de la naturaleza de la educación la capacidad de construir las bases para un diálogo pacífico y permitir un encuentro fructífero entre las personas y las ideas. Además, la perspectiva de una extensión de la razón a la dimensión transcendente parece no secundaria. El diálogo entre fe y razón “si no quiere reducirse a un estéril ejercicio intelectual, debe partir de la actual situación concreta del hombre y desarrollar sobre ella una reflexión  que recoja su verdad ontológico-metafísica”. En esta situación se coloca la misión evangelizadora de la Iglesia sobre el hombre y la mujer.”
La descripción y la crítica de la ideología de género me parece certera y demoledora. Se trata, ni más ni menos, que de una ideología totalitaria contraria a la fe y a la razón.
 Hasta aquí perfecto.
Ahora bien, ¿me pueden ustedes decir cómo se establece un diálogo pacífico y un encuentro fructífero con una ideología totalitaria y anticristiana? ¿Con una ideología materialista y atea se puede hablar de la verdad ontológica y metafísica del ser humano? ¡Pero si son ateos y niegan cualquier metafísica! ¿No será este intento de diálogo y encuentro, en consecuencia, un estéril ejercicio intelectual?
Ya en la introducción, el documento señalaba que hay una ideología de género que pretende imponerse como un pensamiento único, que excluye el encuentro. Pero dice a continuación que no faltan las investigaciones sobre el gender que buscan profundizar adecuadamente el modo en el cual se vive en diferentes culturas la diferencia sexual entre hombre y mujer. Es en relación con estas investigaciones que es posible abrirse a escuchar, razonar y proponer.”
PREGUNTAS:
¿Qué investigaciones sobre el gender profundizan adecuadamente el modo en el cual se vive en diferentes culturas la diferenciación sexual entre hombre y mujer? Dennos bibliografía, por favor. ¿Hay una ideología de género “mala” y otra teoría de género “buena” con la que se puede dialogar? ¿Cuál? Disculpen mi ignorancia, pero yo no sé a qué se refieren ni conozco esos estudios de género tan maravillosamente dialogantes.
¿Tendrá que ver esa teoría de género, que profundiza adecuadamente en el tema y con quien se puede dialogar, con las propuestas del jesuita James Martin y de los obispos que lo respaldan (el cardenal Blase Cupich, Monseñor Jon Stowe, el arzobispo John Wester, el arzobispo emérito Joseph Fiorenza, el obispo Patrick Dunn y otros)? ¿Se trata de “tender puentes” entre la comunidad LGTBI y la Iglesia? ¿Se refiere a la teoría de género del cardenal Schönborn, a quien, por lo visto y leído, le gusta bendecir a parejas homosexuales? ¿Es la misma teoría de género del P. Ángel, presidente de Mensajeros de la Paz, que afirma que si bendice animales, cómo no va a bendecir parejas homosexuales? ¿Son las teorías de género del cardenal arzobispo de Newark, Joseph W. Tobin, que celebra misas con gays, lesbianas, bisexuales y transexuales?
Ante todo este desbarajuste, el Cardenal Napier, arzobispo de Durban (Sudáfrica), le preguntaba a James Martin SJ que de dónde saca el término «católicos LGTB». Y continuaba el cardenal Napier: “¿Por qué definir a la gente por su inclinación o preferencia o práctica sexual? ¿Especialmente cuando va en contra de la Naturaleza, la Ley, la Tradición y la Enseñanza de la Iglesia?”
Sin embargo, el Documento sobre la cuestión de género de la Congregación Vaticana propone puntos de encuentro para crecer en la mutua comprensión: en primer lugar, los proyectos educativos tienen la necesidad, compartida y apreciable, de luchar contra cualquier expresión de injusta discriminación. Jesús proclamó igual dignidad entre el hombre y la mujer. Nadie, debido a sus condiciones personales (discapacidad, origen, religión, tendencias afectivas, etc.) puede convertirse en objeto de acoso, violencia, insultos y discriminación injusta. Se trata de una educación a la ciudadanía activa y responsable, en la que todas las expresiones legítimas de la persona se acogen con respeto.
¿Algún católico sensato va a estar a favor de la discriminación, del acoso, de la violencia, de los insultos o de la discriminación injusta de nadie? 
El segundo punto de encuentro consiste en el crecimiento de la comprensión antropológica de los valores de la feminidad que se han destacado en la reflexión del gender. La sociedad está en deuda con las mujeres.
En definitiva, vuelvo a preguntar: ¿toda “tendencia afectiva” es legítima y respetable, la sociedad está en deuda con el feminismo y la educación para la ciudadanía es más que necesaria en los proyectos educativos católicos? ¿Lo he entendido bien? Seguramente no.
La familia, por su parte, es una realidad antropológica que precede al mismo orden sociopolítico del Estado. Y el Documento afirma claramente que la institución familiar está seriamente amenazada:
“La transformación de las relaciones interpersonales y sociales «ha ondeado con frecuencia la “bandera de la libertad”, pero en realidad ha traído devastación espiritual y material a innumerables seres humanos, especialmente a los más vulnerables. Es cada vez más evidente que la decadencia de la cultura del matrimonio está asociada a un aumento de pobreza y a una serie de numerosos otros problemas sociales que azotan de forma desproporcionada a las mujeres, los niños y los ancianos. Y son siempre ellos quienes sufren más en esta crisis ».
La decadencia de la cultura del matrimonio está asociada al aumento de la pobreza. Otra afirmación destacable. Cualquier marxista la suscribiría sin pestañear. O sea que ¿la plaga de divorcios está asociada a la pobreza? ¿En serio?
El documento propone - como no podía ser de otra manera - la antropología cristiana, basada en el Génesis: “hombre y mujer los creó”. Esta aclaración antropológica consiste en reconocer que “también el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo”. “Es necesario reiterar la raíz metafísica de la diferencia sexual”. Muy bien.
El problema es que los redactores del Documento se han parado antes de tiempo en la lectura del Génesis. Porque poco después de la creación de Adán y Eva, viene la cuestión del pecado original: Y dijo la serpiente a la mujer: “No, no moriréis; es que sabe Dios que el día en que comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal.”
Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno al gusto y hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él la sabiduría, y tomó de su fruto y comió, y dio de él también a su marido, que también con ella comió.
Génesis 3, 4-6
“Seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”. Y la mujer vio que el árbol era bueno y gustoso y tomó de su fruto y comió. Aquí está el origen de todos los males: el pecado. ¿Saben cuántas veces aparece la palabra “pecado” en este Documento? Ninguna. Ni una sola vez se menciona el pecado.
El Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, Cardenal Robert Sarah, afirmaba hace poco que la ideología de género es “demoniaca” y un “impulso mortal” que ataca a las familias. El Prefecto aseguró que no es una guerra ideológica. Se trata en realidad de defendernos a nosotros mismos, a nuestros hijos y a las generaciones futuras ante una ideología demoniaca (la ideología de género) que dice que los niños no necesitan madres y padres. Ella niega la naturaleza humana y quiere extirpar a Dios de generaciones enteras”.
Efectivamente, la ideología de género es una ideología demoníaca que niega la naturaleza humana y quiere extirpar a Dios de la faz de la tierra. Ya sé que esto no es muy dialogante. Pero es la verdad. La ideología de género es un rechazo luciferino al hecho de recibir de Dios una naturaleza sexuada”. No lo digo yo: lo dice el propio Cardenal Sarah en una reciente entrevista
La ideología de género es la expresión más consumada del non serviamde Lucifer. Es la criatura que se rebela contra el Creador; una criatura que pretende re-crearse a sí mismo según su propia voluntad. “Seremos como Dios”. “Yo decidiré lo que está bien y lo que está mal”. “Yo me autodetermino de Dios, me autoposeo y decido lo que soy y lo que quiero ser según lo que yo sienta y lo que yo desee.” La causa segunda pretende ser causa primera y última. Y para eso tiene que matar a Dios. Por eso la Iglesia es su mayor enemigo: porque la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo y a Cristo hay que matarlo como sea. Por lo tanto hay que acabar con la Iglesia Católica.
En su conclusión, el Documento “Varón y mujer los creó” afirma que el camino del diálogo – que escucha, razona y propone– parece ser el camino más efectivo para una transformación positiva de las inquietudes e incomprensiones en un recurso para el desarrollo de un entorno relacional más abierto y humano.
¿Transformación positiva de las inquietudes e incomprensiones para un desarrollo relacional más abierto y humano? ¿Diálogo? ¿Con el Demonio? Con el Demonio no se habla. El Santo Padre advirtió de que con el diablo no se habla, nunca, porque es “mentiroso” y “estafador”, “busca nuestra ruina” y “por esto será arrojado al abismo”. “Alejarse del Señor es la condena eterna”, afirma el Papa Francisco.
La recientemente publicada Declaración de las verdades relacionadas con algunos de los errores más comunes en la vida de la Iglesia de nuestro tiempo (firmada por el Cardenal Burke, el Cardinal Janis Pujats; Tomash Peta, Arzobispo de la arquidiócesis de María Santísima en Astana; Jan Pawel Lenga, Arzobispo-Obispo emérito de Karaganda; y Athanasius Schneider, Obispo Auxiliar de la arquidiócesis de María Santísima en Astana) dedica los puntos 23 a 27 a la ideología de género. Dice así:
23.-  Dos personas del mismo sexo pecan gravemente cuando se procuran placer venéreo mutuo (cf. Lev 18,22; 20,13; Rm 1,24-28; 1Cor 6,9-10; 1Tim 1,10; Jds 7). Los actos homosexuales “no pueden recibir aprobación en ningún caso” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2357). Así pues, es contraria a la ley natural y a la Divina Revelación la opinión que sostiene que del mismo modo que Dios el Creador ha dado a algunos seres humanos la inclinación natural a sentir deseo sexual hacia las personas del otro sexo, así también el Creador ha dado a otros la inclinación a desear sexualmente a personas del mismo sexo, y que es la voluntad del Criador que en determinadas circunstancias esa tendencia se lleve a efecto.
24.- Ni las leyes de los hombres ni ninguna autoridad humana pueden otorgar a dos personas del mismo sexo el derecho a casarse, ni declararlas casadas, ya que ello es contrario al derecho natural y a la ley de Dios. “En el designio del Creador complementariedad de los sexos y fecundidad pertenecen, por lo tanto, a la naturaleza misma de la institución del matrimonio” (Congregación para la doctrina de la fe, Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, 3 de junio de 2003, 3).
25.- Aquellas uniones que reciben el nombre de matrimonio sin corresponder a la  realidad del mismo, no pueden obtener la bendición de la Iglesia, por ser contrarias al derecho natural y divino.
26.- Las autoridades civiles no pueden reconocer uniones civiles o legales entre dos personas del mismo sexo que claramente imitan la unión matrimonial, aunque dichas uniones no reciban el nombre de matrimonio, porque fomentarían pecados graves entre sus integrantes y serían motivo de grave escándalo (cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, 3 de junio de 2003).
27.- Los sexos masculino y femenino, hombre y mujer, son realidades biológicas, creadas por la sabia voluntad de Dios (cf. Gn 1, 27; Catecismo de la Iglesia Católica, 369). Es, por tanto, una rebelión contra la ley natural y Divina y un pecado grave que un hombre intente convertirse en mujer mutilándose, o que simplemente se declare mujer, o que del mismo modo una mujer trate de convertirse en hombre, o bien afirmar que las autoridades civiles tengan el deber o el derecho de proceder como si tales cosas fuesen o pudieran ser posibles y legítimas (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2297).
¿Creen ustedes que la doctrina de la Iglesia queda suficientemente clara? La ideología de género propone el pecado como virtud y la virtud como delito. Lo único que podemos hacer es resistir y llamar a la conversión. Por caridad, tenemos el deber de combatir el mal. Debemos luchar contra el pecado y tratar de salvar al pecador.
Podemos ser santos por la gracia de Dios. Todos estamos llamados a la santidad. Nosotros estamos y estaremos siempre con la Purísima Virgen María luchando contra los orcos. Ella pisará la cabeza de la serpiente y su Corazón Inmaculado triunfará.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
Pedro L. Llera

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