El Obispo de San Sebastián (España), Mons. José
Ignacio Munilla, afirmó que el milagro del Espíritu Santo en Pentecostés es
“lograr la unidad en la diversidad”.
En un artículo publicado este domingo 9 de junio, el Prelado afirmó que “la fiesta de Pentecostés ilustra tanto el valor de la
igualdad como el de la diversidad. Aquellos doce apóstoles reunidos en torno a
María en el Cenáculo de Jerusalén, no podían ser más distintos, y sin embargo,
no pudieron vivir una experiencia mayor de comunión en la unidad del Espíritu
Santo”.
“Podríamos decir que ‘Pentecostés’ es el
‘antiBabel’. El milagro del Espíritu
Santo es lograr la unidad en la diversidad, la sinfonía entre diferentes”,
resaltó el Obispo español en el artículo titulado “Unidad en la diversidad (Igualdad sí, igualitarismo no),
publicado en el Diario Vasco
“La gracia del Espíritu Santo es la comunión,
haciéndonos capaces de ‘hablar un mismo idioma’. Todo un reto para nuestra
cultura, y en especial para los cristianos”.
Para explicar su afirmación, Mons. Munilla citó dos dichos del Papa
Francisco que podrían parecer contradictorios: “Todos
somos iguales a los ojos de Dios”, y, “cada
uno de nosotros es único e irrepetible”.
El Obispo resaltó que “la diversidad fue
reivindicada en un tiempo, como un grito de libertad frente a una tradición que
se percibía como impuesta por nuestros antepasados. En ese contexto, el
pensamiento relativista caracterizó el movimiento reivindicativo de la
diversidad. Pero, llegado un determinado momento, cuando la cultura alternativa
pasó a ser la dominante, el relativismo dio paso a la dictadura del
relativismo; y la reivindicación de la diversidad fue suplantada por la de la
igualdad”.
Desde el punto de vista antropológico, precisó, “no estamos ante dos
aspectos que debieran ser percibidos como antagónicos, sino ante dos valores que se complementan y que deben
ser cultivados conjuntamente. Cuando el Papa afirmaba que ‘todos somos iguales a los ojos de Dios’, se refería a la
igual dignidad de todos los seres humanos, independientemente de nuestra
cultura, clase social, religión, edad, salud, etc.”.
“Ante Dios (o dicho de otro modo, desde el punto de
vista objetivo), un enfermo de alzheimer, un indigente, o el nasciturus
gestante en el seno materno, tienen la misma dignidad que un deportista de
élite o el ganador de unos comicios electorales. Y sin embargo, cada uno de
ellos es ‘único e irrepetible’, ya que el ser humano no es ‘reproducido’, sino
‘procreado’ (engendrado en colaboración con el acto creador de Dios)".
"Esto último es clave para entender la razón
por la que no hay, ni habrá, en todo el
mundo, a lo largo de la historia de la humanidad, dos seres humanos iguales”,
precisó.
Por ello, resaltó Mons. Munilla, “el
humanismo cristiano predica la igual dignidad (al tiempo que la diversidad) de
los seres humanos, que –dicho sea de paso— son una condición necesaria para
aspirar a la comunión en la
complementariedad”.
El Prelado recordó luego una cita del Papa Francisco en la encíclica
Amoris laetitia, en la que denuncia la ideología de género. “Otro desafío surge de diversas formas de una ideología,
genéricamente llamada gender, que niega la diferencia y la reciprocidad
natural de hombre y mujer. Ésta presenta una sociedad sin diferencias de sexo,
y vacía el fundamento antropológico de la familia”, dice el Santo Padre.
“No son de recibo las desigualdades injustificadas
entre el hombre y la mujer; como tampoco tiene sentido una indiferenciación
irracional”, comenta el Obispo al respecto.
En resumen, concluyó el Prelado, “los
vaivenes pendulares de la cultura se mueven entre la reivindicación de la
pluralidad y la igualdad. Pero, una cosa es la pluralidad y otra el
relativismo; de la misma forma que tampoco cabe identificar igualdad con
igualitarismo. El verdadero reto es superar
estas falsas dialécticas, por el camino de la comunión (unidad en la
diversidad)”.
Redacción ACI
Prensa
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