La
señora desahuciada me pidió que la visitara seguido porque quería que la
preparara para la partida. En una de nuestras reuniones semanales recibí la misión
de Nuestro Señor de decirle que dentro de quince días Él la iba a recoger. Ya
se imaginarán lo que sentí, y la responsabilidad por cumplir con la orden
divina. Me armé de valor, fui a su casa y le dije lo que Dios me había pedido
le dijera.
Mi
preocupación era de cómo iba a reaccionar ella… ¿saben
lo que pasó? La señora se llenó de alegría, llamó a sus familiares - que
siempre la acompañaban - y les dio la noticia. Todos me miraban pero yo me sentía
tranquilo porque había cumplido. Ella me dijo: Solo
le pido a Dios que mi nieta, que pronto nacerá, tenga mis ojos.
Estuve
el día que partió… se fue muy en paz. También me enteré que nació su nieta con
ojos azules iguales a los de la abuela.
En
este caso podría decirse que “nos rodea la vida” porque
Dios es Vida, y es Vida Eterna. Recuerdo que en la comunidad donde yo servía,
no se celebraban “Misas de Difuntos”, sino “Misas de Resurrección” porque en realidad esas son.
Todo
esto me viene a la memoria debido a la conversación que tuve camino a despedir
a uno de los niños que falleció en USA el 15 de agosto – Día de la Asunción -. La persona que me llevaba me
preguntó cuál era mi concepto sobre la muerte, y si los sacerdotes, que no
tienen familia, o sea esposa e hijos, comprendían el dolor de los que perdían a
sus seres queridos. Solo le contesté que mientras el perdía un hijo, el
sacerdote perdía a muchos, porque en realidad, sin necesidad de tener familia,
el sacerdote participa en muchos casos en la preparación del enfermo, sobre
todo en casos de enfermedades terminales, y a las finales termina involucrándose,
quiera o no quiera, sentimentalmente con el enfermo cuando este se va. Nadie
tiene un corazón de piedra como para no sentir cierta nostalgia cuando alguien
parte, aunque se sepa que se va para bien.
En
nuestra experiencia de Sanación, muchas veces nos encontramos con casos que
sabemos que muy pronto van a partir, y el solo hecho de conocerlos, hablarles,
abrazarlos, nos convierte en cierta forma en parte de sus vidas, es por eso que
podemos comprender el dolor de los demás, aunque sea momentáneo, porque ante el
dolor del prójimo… uno también sufre.
Hemos
compartido y seguiremos compartiendo con muchos hermanos sus enfermedades
terminales, inclusive hay en la actualidad muchos que viven gracias a la
Voluntad de Dios. Sabemos que algún día partirán ¿cuándo?
Cuando Dios quiera.
Mientras
tanto ¿Cómo va la cosa a tu alrededor? ¿Tienes
familiares ancianos con alguna enfermedad terminal? ¿Ya están preparándose para
partir? Recuerda que tu prójimo es el que está más próximo a ti y te
necesita. Tú que vives cerca o con ellos, podrás darte cuenta si necesitan o no
prepararse y tratarlos con un amor especial al acercarte a ellos.
Desde
el momento que te entregas a Dios y le dices de corazón ¿qué quieres de mí? Él te dará Misiones que cumplir, pero prepárate
tu primero. Con la ayuda de Dios Espíritu Santo podrás llevar a cabo sus
mandatos y te convertirás en un buen apóstol… solo abre tu corazón para que
entre en él.
Ahora
viene la pregunta: ¿Yo que tengo que hacer? Porque
si Dios hace todo ¿yo para qué sirvo?
¿Sirve acaso un carpintero sin martillo o un mecánico sin
herramientas? Dios
te convierte en un valiosísimo canal por donde llegará, a través de María Santísima
la Perfectísima, su gracia a las personas que toques. Entonces ya sabes que una
de las cosas que tienes que hacer es procurar que ese canal esté limpio.
¿Limpio de qué? Limpio
de pecado, y lo limpias con la Confesión y Comunión. Una persona que trabaja en
Sanación debe alimentarse muy bien del Señor si quiere servirlo, porque la Eucaristía
es su fuerza contra el enemigo.
¿Sabías que las personas que leen, y las que escuchan la Palabra
se iluminan?
Pero estoy hablando de leer y de escuchar a conciencia con el fin de aprender,
no solo de leer o escuchar porque sí. La Palabra es uno delos alimentos más
ricos y nutritivos para el alma. Nuestra Mamá Santa nos la recomienda constantemente
en cada reunión de grupo. Tu Rosario, tu Escapulario, tu Cruz llevada sin vergüenza,
son tus escudos, no los descuides.
Si
puedes cumplir con estas pequeñas cosas, considérate afortunado de poder servir
a Dios en el Ministerio de Sanación u otros. Dios dará vida a los enfermos a través
tuyo en el “Nombre de Jesús” y con la intercesión
de María Santísima. Recuerda que no te estás preparando para ser un mago, mentalista
o gurú, sino para ser un buen canal del Señor que te ama con todo su Corazón y
quiere que tú también lo ames.
MUCHOS SON LOS LLAMADOS Y POCOS LOS ESCOGIDOS.
Invita
a tus amigos y amigas o a tu familia a que se integren en los diferentes
ministerios – servicios – que tiene la Iglesia Católica. Seguramente que de
todos los que a través tuyo lleguen a servir al Señor, alguno perseverará.
EL
Señor andaba con pecadores y en cierta forma todos somos pecadores, así que
nunca digas “esto no va conmigo” Demuestra,
al convertirte en un milagro vivo de Dios que si se puede seguirlo y que Él está
vivo entre nosotros. Otros dirán: “yo no creo en
esas cosas”. Santo Tomas tampoco creyó sin embargo es santo. Se trata de
vencer a ese pequeño e insignificante cobarde que llevamos dentro de la mano
con Don Sata, y cambiarlo por la mano fuerte del amor de Cristo, vencedor del
pecado y de la muerte.
En
Pentecostés los apóstoles recibieron – unidos en oración – los Dones del Espíritu
Santo. A la mayoría de los apóstoles se les consideraban ignorantes, pero desde
ese momento fueron sabios y ricos en el Amor de Dios.
¡Tú puedes… si quieres! Jesús
y María te esperan. Nunca nadie se podrá arrepentir de haber, aunque sea
tratado, de servir a Dios. Se necesitan corazones valientes y ansiosos por
salir y decir: “JESUS VIVE… Y VIVE EN MI”
José Miguel Pajares Clausen
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