Nos unimos porque nos amábamos y Dios Nuestro Señor bendijo esta unión.
Tú
fuiste la pareja que Él me escogió. Vivimos entre las buenas y las malas como
fue nuestra promesa, en el dolor y en el gozo estuvimos juntos. Ahora nos toca
separarnos y esto ya lo sabíamos al casarnos, ¿recuerdas?
¡Hasta que la muerte los separe!
Te
toca a ti, ahora que no estaré más, buscar quizá, a quien el Señor te ponga
para acompañarte.
Me
gustaría que pienses que estoy de acuerdo y que estoy deseándolo para que no te
quedes solo. Yo tengo la suerte de haber viajado a mi Creador primero, y sé que
tu también lo harás algún día, solo quisiera que no estés solo y te toque una
buena pareja que te sirva de compañía.
Desde
aquí pediré a Dios por ti y si Él me lo permite, trataré siempre estar cerca
para poder ayudarte hasta que ya no me necesites más.
Acércate
siempre a Dios y a sus caminos para que algún día tú también puedas gozar de su
gloria. Recuerda que la pena no es buena, así que, recuérdame con alegría.
Recuerda siempre, solamente los momentos bonitos que pasamos, las cosas agradables
que nos sucedieron y todo lo que, con la gracia de Dios, unidos logramos.
Creo
que cumplimos y logramos ser una familia, ahora te toca a ti continuar,
corrigiendo lo que no pudimos lograr, tiempo tienes, yo… ya no.
Y
a ustedes mis hijos, ya no me verán más pero sé que me sentirán sin verme. Soy como
su angelito de la guarda, esa dulce compañía que algunos invocan en sus
oraciones, mi corazón palpita en el suyo y mi sangre quedó en el torrente que
circula por sus venas. Sus voces son mi voz, y en su aliento mi alma vuelve a
la Tierra. Yo sigo dejando mis besos en sus mejillas… cuando de pronto sientan
un calorcito, soy yo, que desde aquí los sigo estrechando entre mis brazos. Hijitos,
ustedes son esa parte de mi que quedó sobre la Tierra, son pedacitos de carne de
mis entrañas que allí se quedaran, hasta que nuevamente se unan a mí.
Por
ustedes pediré al Señor cuando me convierta en luz y pueda gozar de Él… ustedes
pidan por mí para que esto pronto suceda.
No
se apenen por mí, yo estoy mucho mejor de lo que se pueden imaginar, sé que aquí
es donde mejor se puede estar y que pronto veré a mi Creador. No me defrauden,
sigan las huellas de Jesús para podernos encontrar algún día, y así veré con
orgullo que no viví en vano, porque ustedes también lo aman como yo los amo.
No
me busquen más en las cosas, búsquenme en el Corazón de Jesús o en el Corazón
de María, que es donde siempre estaré, y si quieren visitarme, vayan donde
saben ustedes que siempre esta Dios, en el Sagrario de cualquier Iglesia, y
cada vez que comulguen, ahí estaré yo.
Si
desean sentirme, solo recen un Padre Nuestro y cuando digan ¡Venga a nosotros
tu Reino!... yo vendré en Él.
Ahora,
me despido, porque me voy a los brazos de María, mi Madre Santa del cielo… así
me lo prometió.
Hijitos,
los amo en el Señor, y desde aquí reciban mi bendición.
Flor.
José
Miguel Pajares Clausen
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