BÉLGICA, HOLANDA, CANADÁ, AUSTRALIA,
REINO UNIDO... EL MISMO PATRÓN.
La eutanasia ha empezado a aplicarse a menores en
todos los países donde se ha legalizado, incluso apelando a su «consentimiento».
Durante
los recientes debates electorales en España, tanto el presidente del Gobierno y
ganador de las elecciones, Pedro
Sánchez (PSOE), como Albert
Rivera (Ciudadanos) y Pablo
Iglesias (Podemos), mostraron su voluntad de legalizar la eutanasia.
Actualmente pocos países disponen de una legislación permisiva, pero allí donde
existe se verifica su creciente estandarización y ampliación, lejos de la
excepcionalidad ("enfermedades muy graves")
con la que el mismo Sánchez la justificaba). En Bélgica, muchos
neonatólogos piden la puesta en marcha de la eutanasia activa (con inyección
letal) en recién nacidos. En Holanda, se puede pedir la eutanasia por las
normales dolencias debidas a la edad. En Australia piensan ya en limitar la
objeción de conciencia. Y después está el Reino Unido de los pequeños Alfie, Charlie e Isaiah, recordándonos
que la mentalidad de la eutanasia se está difundiendo con rapidez, con toda su
carga de muerte y desesperación. Es el análisis de Ermes Dovico en La Nuova Bussola Quotidiana:
Australia,
Bélgica, Canadá, Holanda, Reino Unido, y la lista podría continuar. Cinco
países, de una parte a la otra del mundo, que demuestran cómo la mentalidad de quiénes apoyan la eutanasia
se está difundiendo con rapidez, a veces también en ausencia de una ley
específica, como en el caso inglés, donde bastó la adopción de un protocolo médico
en varios hospitales (el denominado, "protocolo
de Liverpool", luego sustituido por directrices aún peores)
para convertir en habitual la eutanasia en las últimas dos décadas: primero en
enfermos terminales, después en personas con discapacidad, ancianos o recién
nacidos. Incluso sin petición explícita, como nos recuerdan los casos de los
pequeños Charlie Gard, Isaiah Haastrup
y Alfie Evans,
convertidos en noticia -entre quién sabe cuantos más- sólo por la rebelión de
sus padres.
Presentamos
algunos datos y hechos recientes de estos cinco países, que deberían hacer
reflexionar a todos aquellos que, en Italia, desde los Radicales al Tribunal Constitucional,
desearían ampliar la ya eutanásica ley
del testamento vital (declaración anticipada de tratamiento) para
incluir en ella el suicidio asistido.
AUSTRALIA
Aquí, el
Estado de Victoria ha legalizado la eutanasia en 2018, pero el debate está
abierto también en otras partes del país y se manifiesta en posiciones cada vez
más extremas. En Queensland, por ejemplo, el presidente del Comité por las
libertades civiles, Michael Cope,
dijo en una comisión parlamentaria que la
voluntad de los "menores maduros" de
ser sometidos a eutanasia tendría que ser respetada.
¿Cómo de maduros? Incluso
niños de 12 años o poco más. "Definimos un menor maduro como el
niño de más de 12 años de edad que... tiene una comprensión e inteligencia
suficientes para permitirle comprender plenamente lo que se le propone", ha
afirmado Cope, añadiendo la habitual serie de matices para que no se
perciba el veneno en la comida. Es interesante observar que Cope ha dicho que
se inspira en los casos de Bélgica, donde tres menores han pedido la eutanasia
desde 2014, y de Holanda, donde los menores asesinados por propia voluntad
serían 12 desde 2002. En su opinión, además, un médico no debería verse
obligado a practicar la eutanasia, pero tendría que remitir al paciente a un
colega dispuesto a ofrecer el "servicio":
en resumen, la idea es limitar la
objeción de conciencia.
BÉLGICA
La
eutanasia se despenalizó en 2002 para los mayores de edad con una enfermedad
terminal, ampliando después sus tentáculos mortales. En 2014 se extendió a los
menores "capaces" de pedirla.
Además, el consentimiento del paciente
ya no se considera necesario por parte de muchos médicos y, a veces, por
parte de los mismos enfermeros, que proceden autónomamente. Basta recordar el estudio
publicado en el New England Journal of Medicine,
donde se indicaba que el 1,7% (más de mil) de las muertes registradas en 2013
en la región de Flandes había sucedido sin petición expresa. Un porcentaje
parecido, el 1,8%, se observó en el año 2007, siempre en referencia a Flandes,
en otro estudio publicado en el Canadian Medical Association
Journal, que confirma una tendencia ya arraigada.
Por el
último informe público sobre la eutanasia se sabe, además, que en 2018 se
declararon 2.357 casos (de los cuales, 83 correspondían a personas con simple malestar psíquico), que equivalen a un
incremento
del 147% respecto a los 953 casos de 2010.
Y la
deriva no acaba aquí, porque muchos neonatólogos están pidiendo ahora una
modificación de la ley para poder practicar la eutanasia activa en
los recién nacidos; es decir, aplicándoles la inyección
letal. Entre los defensores de esta modificación está Wim Distelmans, médico implicado en diversos casos extremos de "muerte dulce" y, a pesar de ello,
copresidente del comité de control belga sobre la eutanasia: "Todo aquel que ponga fin activamente a la vida de
un recién nacido puede ser acusado de infanticidio. Esto difiere mucho de los
Países Bajos, donde hay un protocolo en vigor. Allí, cuando se cumplen todas
las condiciones para poner fin a una vida, la acusación es rechazada".
Será así,
pero la cuestión es que estamos hablando de infanticidio. Distelmans está
apoyado por el político Jean-Jacques De
Gucht, promotor de la ampliación de la normativa de 2014, y que hoy en
día dice: "Ya se hace en los hospitales, lo que pasa es que nos falta un marco
legal para esto". Es inútil decir que lo que siempre se utiliza
como excusa es la falsa idea de "compasión".
CANADÁ
Eufemísticamente
llamada Medical Assistance in Dying (MAID: muerte médicamente
asistida), incluye tanto la eutanasia como el suicidio asistido, y es legal en
todo el país desde junio de 2016. Limitándonos a los primeros dos años
completos desde la aplicación de la nueva ley, en 2017 hubo 2704 "muertes asistidas" oficiales; en 2018,
según cuanto ha referido en marzo del año pasado Jocelyn Downie, una activista pro eutanasia, hubo 4235. Un aumento de más del 56%. Según Downie, todos los
pacientes que se han beneficiado -es una manera de hablar- de la muerte
médicamente asistida cumplían los requisitos previstos por la ley. Pero
como indica el activista provida Alex Schadenberg, los datos la desmienten:
el informe provisional para la provincia de Québec
indica que el 3% de los casos, equivalente a 19 personas, no cumplían los criterios establecidos;
cinco de estas personas no tenían una "enfermedad seria e incurable"
y dos no estaban en situación terminal.
HOLANDA
Tras la
despenalización en 2002 de la eutanasia para los mayores de edad, le siguió el Protocolo de Groning, aprobado en
2005 por la Asociación de Pediatras de Holanda, con el que se daba la
posibilidad a los menores con edades
comprendidas entre los 12 y los 16 años de pedir la eutanasia con el
permiso de los padres. Se ha pasado de las 1882 personas asesinadas con la
muerte asistida en 2002 a las 6585 de 2017, un incremento de casi el 250%. En el mismo año, unos 1900 holandeses
obtuvieron el suicidio asistido, mientras que otros 32.000 murieron con
sedación extrema, con el resultado de que una cuarta parte de las muertes
ocurridas en los Países Bajos en 2017 (casi 150.000) son el
resultado de la difundida mentalidad eutanásica.
Si al
principio el requisito para la eutanasia era ser un enfermo terminal, hoy se
puede pedir por una variedad enorme de
razones, desde la demencia a la depresión o los normales achaques debido
a la edad. El código de conducta de 2018,
elaborado por la comisión de control de la eutanasia, prevé de hecho
que un paciente que "quiera recibir la
eutanasia [...] no tiene necesariamente que estar
afectado por una patología terminal. La suma de las dificultades típicas de la vejez
como problemas de vista, de oído, osteoporosis, artritis, problemas de
equilibrio, declive cognitivo, pueden causar sufrimientos insoportables sin
perspectivas de mejoría". Basta una sola de estas condiciones para
autorizar la eutanasia y, además, en el documento se subraya que el criterio para valorar el sufrimiento "insoportable" hay que considerarlo "totalmente subjetivo", es decir,
que depende de la percepción del paciente. A esto hay que añadir que también en
la super progresista Holanda la idea de autodeterminación es una ilusión: en
2015 un estudio reveló que, en ese año, había habido 431 casos de eutanasia no solicitada.
REINO
UNIDO
En el
país donde se cumple un año de la muerte del pequeño Alfie, que subió al
Cielo el 28 de abril de 2018 tras haber sido "eutanasiado"
por el Estado, la agenda eugenésica avanza. Entre los últimos hechos que
hay que señalar está la dimisión del presidente del comité ético del Royal
College of Physicians (RCP, Colegio Real de Médicos), Albert Weale, que ha decidido dejar el cargo después de que la
importante asociación de médicos cambiara su posición respecto a la eutanasia,
que ha pasado de ser "contraria" a
"neutral" tras una votación entre
los miembros -la tercera desde 2006- definida en los ambientes provida como una
"falsedad", vistas las
reglas, cambiadas a propósito para
aprobar la posición neutral, minoritaria (ver aquí y aquí): respondió sólo
el 25%, de los cuales el 31,6% era favorable a la eutanasia y el 43,4%
contrario. Weale, en ruptura con el RCP, ha dimitido junto con otros dos
miembros del comité ético y ha definido "injusto"
el procedimiento del sondeo. La posición neutral del RCP es claramente
útil para los defensores de la
eutanasia, que podrían aumentar su presión sobre los parlamentarios ingleses,
para así llegar a una ley, por ellos deseada, y que empeoraría ulteriormente la
situación.
En
resumen, podemos decir esto: el tristemente plano
inclinado que ve a una sociedad precipitándose en el abismo de la normalización
de actos malvados, extendiéndolos progresivamente también al uso de un lenguaje engañoso ("muerte
dulce", "muerte compasiva", "mejor interés del
paciente", "autodeterminación", etc.), funciona por
doquier, y sólo una marcha atrás
cultural (lo que puede suceder sólo si volvemos a Dios), puede detener y
cambiar sus efectos.
Traducción de Helena Faccia Serrano.
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