Durante el rezo del Regina Coeli, este domingo 12
de mayo en que se celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, el
Papa Francisco invitó a reflexionar sobre la figura de Jesús como Buen Pastor.
En este sentido, recordó las palabras del Evangelio de San Juan: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi
siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de
mi mano”.
De esa frase, el Santo Padre destacó tres acciones que explican la obra
de Jesús: “Él habla, conoce, da la vida eterna,
custodia”.
“El Buen Pasto, Jesús, está atento a cada uno de
nosotros, nos busca y nos ama, dirigiéndonos su Palabra, conociendo en
profundidad nuestro corazón, nuestros deseos y nuestras esperanzas, como
también nuestros errores y nuestras decepciones”, explicó Francisco.
Además, “nos acoge y nos ama como somos, con
nuestros méritos y nuestros defectos. Por cada uno de nosotros Él da la vida
eterna: nos ofrece la posibilidad de vivir una vida plena, sin fin. También nos
custodia y nos guía con amor, ayudándonos a atravesar los senderos inaccesibles
y las rutas a veces peligrosas que se nos presenta en el camino de la vida”.
Las acciones del Buen Pastor, “escuchan mi
voz”, “me siguen”, son acciones “que muestra
de qué modo debemos corresponder a la actitud dócil y premurosa del Señor.
Escuchar y reconocer su voz, de hecho, implica intimidad con Él, que se
consolida en la oración, en el encuentro corazón a corazón con el divino
Maestro y Pastor de nuestras almas”.
“Esta intimidad refuerza en nosotros el deseo de
seguirlo, saliendo del laberinto de recorridos erróneos, abandonando los
comportamientos egoístas para encaminarse sobre caminos nuevos de fraternidad y
de entrega de nosotros mismos, a imitación de Él”.
El Papa insistió: “No olvidemos que Jesús es
el único Pastor que nos habla, que nos conoce, que nos da la vida eterna y que
nos custodia. Nosotros somos su rebaño y sólo debemos esforzarnos en escuchar
su voz, mientras con amor Él escruta la sinceridad de nuestros corazones”.
“Con esta continua intimidad con nuestro Pastor,
surge la alegría de seguirlo dejándose conducir a la plenitud de la vida
eterna. Esta vida eterna está ya presente en nuestra existencia terrena, pero
se manifestará plenamente después de la muerte, introduciéndonos en la
felicidad sin fin, en comunión con Dios y con todas las personas que se han
dejado conducir por Él”, concluyó el Pontífice su
reflexión previa al rezo del Regina Coeli.
Redacción ACI
Prensa
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