Durante la Audiencia General
Frente a
aquellos que niegan la existencia del diablo, el Papa Francisco recordó que el
mismo Jesús, como narran los Evangelios, lo enfrentó en el desierto, «pero
Jesús rechazó toda tentación y salió victorioso».
(ACI) El Santo Padre, durante la Audiencia General de este miércoles 1 de
mayo, fiesta de San José, explicó que la vida pública de Jesús comenzó «con la tentación que viene de Satanás. Satanás estaba
presente allí. Mucha gente que dice: ‘Pero por qué hablar del diablo, que es
una cosa antigua, el diablo no existe’. No, mira lo que te enseña el Evangelio:
Jesús se enfrentó al diablo. Fue tentado por Satanás».
En su catequesis, el Papa
continuó con sus enseñanzas sobre el Padre Nuestro. En concreto, se centró en
la petición «no nos dejes caer en la tentación».
Francisco explicó que este
pedido «excluye que sea Dios el protagonista de las
tentaciones que dificultan el camino del hombre. Como si Dios estuviese
esperando para tender trampas y poner obstáculos a sus hijos».
El Papa subrayó: «No lo olvidemos, el Padre Nuestro comienza diciendo
‘Padre’, y un padre no le hace trampas a los hijos».
«Una
interpretación de este tipo», explicó, «contrasta sobre todo con el mismo
texto, y aleja de la imagen de Dios que Jesús nos ha revelado». Señaló
que «los cristianos no tienen que tratar con un
Dios envidioso en competición con el hombre, o que se divierta poniéndolo a
prueba. Esas son las imágenes de muchas divinidades paganas».
El Papa insistió: «El Padre no es el autor del mal, a ningún hijo que pida
un pescado le da una serpiente, y cuando el mal se cruza en la vida del hombre,
lo combate a su lado, para que pueda ser liberado». Dios es «un Dios que siempre combate por nosotros, no contra
nosotros. Es el Padre».
«Estos dos
momentos, la prueba y la tentación, se han presentado misteriosamente en la
vida misma de Jesús. Con esa experiencia, el Hijo de Dios se hizo completamente
hermano nuestro, de una manera que roza el escándalo».
De hecho, «Dios no nos ha dejado solos, sino que, en Jesús, Él se
manifiesta como el ‘Dios con nosotros’ hasta las últimas consecuencias».
Dio «está
con nosotros cuando nos da la vida, está con nosotros durante la vida, está con
nosotros en la alegría, está con nosotros en las pruebas, está con nosotros en
las tristezas, está con nosotros en la caída, cuando pecamos, pero siempre con
nosotros. Porque es padre y no puede abandonarnos».
«Si se nos
tienta a hacer el mal, negando la fraternidad con los demás, deseando un poder
absoluto sobre todo y todos, Jesús ya ha combatido por nosotros esa tentación».
Sin embargo, «incluso en el momento de la prueba suprema Dios no nos
deja solos. Cuando Jesús se retira a rezar en Getsemaní, su corazón es invadido
por una angustia indescriptible, y experimenta la soledad y el abandono. Solo,
con la responsabilidad de todos los pecados del mundo sobre la espalda. Solo.
Con una angustia indescriptible».
En aquella noche, «Jesús, que nunca mendiga amor para sí mismo, en cambio,
en aquella noche siente su alma triste hasta la muerte y, entonces, pide la
cercanía de sus amigos».
Pero los discípulos, los
amigos de Jesús se quedan dormidos. «En el momento
de la agonía, Dios pide al hombre que no lo abandone, y en cambio el hombre se
duerme».
Por el contrario, «en los momentos en los que el hombre experimenta la
prueba, Dios permanece en vigilia. En los peores momentos de nuestra vida, en
los momentos de más sufrimiento, de mayor angustia, Dios permanece en vigilia
con nosotros, Dios lucha con nosotros. Siempre cercano a nosotros. ¿Por qué?
Porque es Padre. Un padre no abandona a sus hijos».
El Papa finalizó su catequesis
recordando que «nuestro consuelo ante la prueba es
saber que, desde que Jesús lo atravesó, aquel valle ya no está desolado, sino
bendecido por la presencia del Hijo de Dios. Él no nos abandonará jamás».
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