El mensaje de la Virgen de Fátima sobre el poder
del Santo Rosario se reveló desde la primera de sus apariciones, el 13 de mayo
de 1917.
En aquella ocasión Lucía preguntó si ella y Jacinta irían al cielo. La
Virgen les dijo que sí, pero cuando preguntó por Francisco, la Madre de Dios
contestó: “También irá, pero tiene que rezar antes
muchos rosarios”.
La Virgen de Fátima abrió sus manos y les comunicó a los tres una luz
divina muy intensa. Los niños cayeron de rodillas y alabaron a la Santísima
Trinidad y al Santísimo Sacramento. Luego María señaló: “Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el
fin de la guerra”.
En la segunda aparición la Virgen María se les presentó después que
ellos rezaron el Santo Rosario, y en la tercera ocasión Nuestra Señora les
dijo: “Cuando recéis el Rosario, decid después de
cada misterio: ‘Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva
todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas’”.
Para la cuarta aparición ya muchos sabían de las apariciones de la
Virgen a los pastorcitos. Entonces Jacinta le preguntó a la Madre de Dios lo
que quería que se hiciera con el dinero que la gente dejaba en Cova de Iría.
María les indicó que el dinero era para la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario
y que lo que quedaba era para una capilla que se debía construir.
Más adelante, tomando un aspecto muy triste, la Virgen les manifestó: “Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los
pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quién se sacrifique
y rece por ellas”.
En el día de la quinta aparición, los niños llegaron a Cova de Iría con
dificultad, pues muchas personas se les acercaban para pedirles que presentaran
sus necesidades a Nuestra Señora. Los pastorcitos se pusieron a rezar el
Rosario con la gente y la Virgen, al aparecérseles, animó nuevamente a los
niños a seguir rezando esta oración para lograr el fin de la guerra.
En la última aparición, antes de producirse el famoso milagro del sol,
en el que el astro pareció desprenderse del firmamento y caer sobre la
muchedumbre, la Madre de Dios pidió que hicieran en ese lugar una capilla en su
honor y se presentó como la “Señora del Rosario”.
Posteriormente, tomando un aspecto más triste dijo: “Que no se ofenda más a Dios Nuestro Señor, que ya es muy
ofendido”. Esto sucedió el 13 de octubre de 1917.
Redacción ACI
Prensa
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