Por: Mitzy Espinosa de los Monteros Álvarez | Fuente:
Catholic.net
El día de hoy quiero compartir
mi fin de semana, donde hice la experiencia de caminar en mi ciudad con
un grupo de amigos, con un fin: hacer lío.
Si, lío, pero lío del bueno: reír, cantar,
jugar, recorrer la ciudad y por supuesto parar en las capillas e Iglesias del
lugar para recargar fuerzas.
¿Para qué?:
pedir por las necesidades del mundo, las necesidades de la Iglesia, las
necesidades de cada uno, y dar gracias a Dios porque es bueno.
No tengo como explicar lo que sentí, solo una frase en cada paso, en
cada mirada de los demás, en cada parada, y en cada oración: esto es de locos.
Fue de locos, ir predicando a Jesús sin decir una palabra solo con un
letrero en la espalda “Si son lo que tienen que ser prenderán fuego al mundo entero”, y se encendía. Se encendía en la mirada de la gente curiosa que nos veía, se encendía en
la duda de los demás en ver que decía la playera, se encendía en el
comentario ¡qué bien que hagan esto!
Locos de
amor por Cristo, hacíamos y éramos lo que teníamos que hacer y ser. No
llevábamos más que nuestra alegría, unas bocinas y nuestras mochilas. Y es que
a eso es a lo que estamos llamados, a vivir día a día de nuestra vida en
Jesús, hacer de cada minuto un momento de oración: por
el otro, por mí y sobre todo un momento de agradecimiento y alabanza porque
estamos aquí y porque tenemos un propósito para vivir.
Y ahí, en el Church-a-thon
lo entendí ¿cómo es la
vida del apóstol?: lleno de gracia y muerto de cansancio. No sentía mis piernas, estaba muy acalorada y
anhelaba mi cama, pero estaba plena, mi corazón latía al mil porque tenía
la certeza que a través de nuestra oración Dios estaba YA actuando
en la vida de muchas personas que nos confiaron el rezar por ellos.
Que felicidad ser católica, que
bueno es saber que el mismo hombre que murió por mí en la Cruz, que está
vivo y presente en el Sagrario, es el que en comunión con el Padre y el Espíritu
Santo dijo “Hágase” y creó el mundo.
A palabras de María Paula, una compañera de esta increíble aventura,
defino hoy, para ti lector, el Church-a-thon, y honestamente no creo que haya mejor manera de
decirlo: Una oportunidad para que nosotros los jóvenes
podamos llevar a los demás a Cristo con el testimonio, inundar las calles de
alegría, las iglesias de intenciones y sobretodo el corazón del amor infinito
de Dios.
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