La Coronilla es un conjunto de oraciones utilizadas
como parte de la devoción a la Divina Misericordia y que fue dictada por el
mismo Jesús en 1935 a Sor Faustina Kowalska.
En aquel año la religiosa recibió de Cristo las siguientes indicaciones:
“Esta oración es para aplacar mi ira, la rezarás
durante nueve días con un rosario común,
de modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre Nuestro y el Ave María y el
Credo”.
“Después, en las cuentas correspondientes al Padre
Nuestro, dirás las siguientes palabras: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la
Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero”.
“En las cuentas del Ave María, dirás las siguientes
palabras: Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo
entero. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo
Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero”.
Esta Coronilla generalmente se concluye con la siguiente oración escrita
en el diario de Santa Faustina: “Oh Sangre y Agua
que brotaste del Corazón de Jesús, como una fuente de misericordia para
nosotros, en ti confío”.
Con la expansión de la devoción al Señor de la Divina Misericordia, son
muchos los fieles que rezan esta coronilla todos los días a las tres de la
tarde, la “hora de la misericordia”, y
siguiendo la promesa de Cristo: “A las almas que
recen esta Coronilla, mi misericordia las envolverá en la vida y
especialmente a la hora de la muerte”.
Cierto día el Señor de la Divina Misericordia dijo a Santa Faustina: “Oh, qué gracias más grandes concederé a las almas que
recen esta Coronilla”.
En otra ocasión Jesús le pidió a la santa: “Escribe:
cuando recen esta Coronilla junto a los moribundos, me pondré entre el Padre y
el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador misericordioso”.
Redacción ACI
Prensa
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