Cristina Cons, conversa a los 13 años,
casta desde los 20, cuenta lo que ven tus hijos adolescentes.
Cristina Cons cuenta su testimonio a favor de la
castidad y el noviazgo y matrimonio cristiano.
¿Sabes lo que ven los
adolescentes en Internet, en ese móvil que llevan en el bolsillo desde los 12 o
13 años, esa tablet que les regala la abuela, o en casa de sus amigos? Sex Education, algunos Élite. Y
leen After, "que es como
50 Sombras de Grey, pero peor, para adolescentes; cuidado, que
ahora llega la película". Nos lo explica Cristina Cons, joven pedagoga gallega, experta en educación afectivo-sexual,
conversando con ReL en el encuentro de LifeTeen en Montserrat.
Ha sido cocinera antes que fraile: convivía con su novio ateo cuando descubrió el amor
cristiano de pareja, el compromiso
para siempre, la castidad... y le dijo al muchacho: "que sepas que ya solo
tendré sexo con mi marido".
Esta es
una historia de amor de verdad en la que Dios tira de los hilos de distintas
formas. Él quiere usar a Cristina para enseñar a muchos a amar más y mejor.
FAMILIA
SIN FE, CRISTINA ERA HOSTIL A LA RELIGIÓN
"Crecí en una familia que
no era en absoluto creyente. Hice la Primera Comunión por convención
social y recuerdo que ese día, de niña,
juré que nunca más iba a pisar una iglesia. Todo lo de la fe y la
religión me parecía horrible. Cuando hablaba con personas creyentes, yo intentaba que dejaran de creer. Dios me
parecía una superstición. Pero cuando yo tenía 13 años nació mi sobrina.
Me obsesioné con una idea: yo quería
ser su madrina. Así que fui con mi tía a hablar con el cura".
En
esa visita al sacerdote, todo cambió. Y sin una palabra.
"Mi catequista nos hizo pasar a una sala a esperar. Yo miraba
alrededor y pensaba: 'buah, qué horror de cosas supercristianas'. Y
entonces vi un cuadro de la Virgen.
Hoy no creo que pudiera reconocerlo. Pasó
algo. Fue como si el mundo se parase. Sin darme cuenta, me senté. Era como si no existiese el tiempo. Yo
sólo tenía 13 años, pero ya me liaba mucho con chicos, aunque no me gustaban,
era por no estar sola. Pero ahora sentía
que la Virgen sufría por mi vida, que ella sufría porque yo sufría. Me di
cuenta que ella me amaba y yo no lo sabía. Yo no había tenido antes ese
cariño. Yo pensaba que la Iglesia eran solo normas y prohibiciones. Entendí
entonces que esas normas existían para protegerme".
"SENTÍ
COMO UN HURACÁN, ACABABA CON TODAS MIS HERIDAS"
"Y seguían mis pensamientos: ¿Qué me está pasando? Porque esto
no es normal. Por lo tanto, pensé,
es Dios: Dios existe. Y con este pensamiento, una idea completa: que Dios existe, que me ama y ha dado su vida
por mí. Lo creí al instante. Con esa idea, sentí como un huracán en mi
interior. Hoy sé que ese huracán era el Espíritu Santo. Pero entonces no sabía
nada del Espíritu, ni siquiera sabía que Jesús es Dios. Pero sentía como ese huracán que se llevaba lo
malo, que me cambiaba, que acababa con todas mis heridas y mi dolor, que
a mis 13 años eran bastantes. Fue como un nacer de nuevo, como un resetear de
cero. Me sentía con libertad para
empezar, para hacer cualquier cosa. Antes me sentía esclava y ahora me
sentía muy libre. Era como una bomba. Todo el día estuve como atontada. En
realidad reflexionaba, digiriendo o procesando todo esto, sin hablar. Vivía con
mi tía, y le dije que me iba a acostar pronto. "Sí, vete, que pareces una
zombi".
"Me desperté a la mañana siguiente y me dije: 'Todos han de saber que Dios es real'. Me asombraba que
ningún cristiano me lo hubiera dicho en toda mi vida. Y fui al colegio con el
propósito de que todos creyeran en Dios. En esa época me hacían bullying
en el 'cole', yo siempre era muy vergonzosa. Pero ahora ya no: ahora hablaba con libertad. Empecé a decirles
a todos que Dios existía. Les impresionaba ver mi cambio, cómo
hablaba... Me decían: 'bueno, yo a mi manera, quizá, algo hay..." Y yo
respondía: 'que no te lo estoy
preguntando, que te lo aseguro, Dios está ahí, ¿por qué no te conviertes?'
Tarde una semana en darme cuenta de que eso de convertir a la gente no
funcionaba así. Pero la realidad es que mi relación con los demás mejoró mucho:
con mis compañeros y con mi familia. Yo
había cambiado".
APRENDIENDO
DE DIOS Y DE SEXO CON EL OPUS DEI
La
catequista de Confirmación que tenía era del Opus Dei y la invitó a un club de
chicas del Opus.
"Yo ahora era una esponja y quería aprender más. Dios usó ese club
para educarme en lo cristiano y en lo humano. Yo no me sabía ni el Padrenuestro. Decían: 'vamos a saludar a Jesús'
y doblábamos una rodilla en la capilla. Tardaron
un mes en explicarme que Jesús está en la Eucaristía. Estuve allí hasta
los 16 años, cuando pasé a estar con la Pastoral Juvenil de Vigo".
Cristina,
que hoy es monitora de educación afectiva, no quiere cargar las tintas, pero la
verdad es que no recibió mucha formación sobre afectividad en su paso por ese
club. "En el Opus me habían dicho que los cristianos no tenían relaciones
sexuales hasta el matrimonio. Pero también me decían que no había que usar bikini. Yo pensé
que lo de abstenerse del sexo era tan exagerado como lo del bikini, una cosa
sólo del Opus. Nos pusieron un vídeo sobre esperar para el sexo: Amor sin remordimientos.
No es un mal vídeo, incluso hoy
me gusta. Pero un vídeo de 50 minutos no iba a convencerme. Yo quería tener relaciones sexuales y no
quería que me dijeran que no".
Por otra
parte, su familia estaba llena de divorcios o de parientes que ya ni siquiera
se casaban. "Yo no sabía nada del amor
cristiano ni del noviazgo cristiano. No
tenía ningún matrimonio, joven o mayor, que me sirviera de referencia o modelo".
EL
NOVIO: SEXO DESDE LOS 17 AÑOS
Se sacó
un novio. Y pensó: "Le
diré que no quiero que tengamos relaciones sexuales; si aún así me acepta, es
que no me quiere solo por mi físico. Y puede
que a la larga sí le deje que tengamos relaciones".
El chico
dijo "vale" al anuncio de
pseudocastidad de Cristina. "Pero en realidad él no lo decía en serio. Ni yo. Él era ateo,
y yo ya entonces pensaba en evangelizarlo. Pero yo ya no era coherente con mi
fe. A los 17 años empezamos a tener
relaciones sexuales. Y empecé a cambiar, a peor. Mi carácter se hizo más
egoísta. El don de hablar bien en público que Dios me había dado con mi conversión,
ahora lo usaba en beneficio propio. Ya no rezaba. Aún iba a misa y comulgaba pese a que no era casta. No me parecía
que estuviera mal. Incluso una vez, en confesión, dije: 'tengo relaciones
sexuales y no pienso dejar de tenerlas'. El confesor me dio la absolución
aunque le parecía mal, por mantenerse cerca, y acompañarme, pero a mí me
parecía que eso significaba que a él no le importaba este tema".
Cristina
da algunos matices más para entender la situación y lo que pasó. "Mi novio me gustaba, nos queríamos. Y, ojo, éramos los primeros novios uno del otro,
eso es relevante, no habíamos tenido otros antes. Estábamos descubriendo
algo juntos... pero hoy, con la perspectiva, veo que sólo descubríamos el sexo, no a la otra persona".
"Cuando quedábamos no era para hablar o conocernos: lo primero era
encontrar un espacio para tener relaciones sexuales. Era como una adicción cualquiera. Como hablábamos poco y hacíamos
pocas actividades juntos, en realidad no nos conocíamos. Además, siendo el sexo
lo primero, cuando pasan dos semanas sin acceso a una casa libre, sin sexo,
acumulas tensión, te irritas. Estropeamos
el noviazgo. Quemábamos etapas. Deberíamos haber estado conociéndonos mejor,
paseando en el monte, la playa, etc, conociendo nuestras almas, no nuestros
cuerpos".
UNA
REVELACIÓN: MATRIMONIOS CRISTIANOS, "QUIERO ESO"
La
mentalidad de Cristina cambió cuando por fin, a los 20 años, conoció algo que
nunca antes había conocido: matrimonios cristianos
alegres y novios cristianos castos.
"Un amigo, aún no sé cómo, me invitó a un encuentro de Familias Invencibles. Allí conocí matrimonios de verdad, con sus vidas, sus sufrimientos. Entendí lo que era el matrimonio cristiano: prometer amor eterno, para siempre, no un sentimiento que ahora está y luego lo dejas, sino real, aunque haya dramas... Yo lo vi y les dije: "tenéis que hacer que esto se vea, porque nadie puede ser lo que no puede ver". En ese encuentro pensé: "lo que acabo de ver es lo que yo quiero ser".
"Un amigo, aún no sé cómo, me invitó a un encuentro de Familias Invencibles. Allí conocí matrimonios de verdad, con sus vidas, sus sufrimientos. Entendí lo que era el matrimonio cristiano: prometer amor eterno, para siempre, no un sentimiento que ahora está y luego lo dejas, sino real, aunque haya dramas... Yo lo vi y les dije: "tenéis que hacer que esto se vea, porque nadie puede ser lo que no puede ver". En ese encuentro pensé: "lo que acabo de ver es lo que yo quiero ser".
Cristina
volvió a rezar y también a leer sobre este amor cristiano casto.
Además,
en la oración universitaria en Santiago conoció
a una pareja de novios castos y cristianos. Y deseó algo así.
"AHORA
YO QUERÍA SER HIJA DE DIOS Y EVANGELIZAR A MI NOVIO"
"Ahora yo rezaba, ayudaba a evangelizar con Cursos Alpha, y quería
ser hija de Dios, quería evangelizar a mi novio, quería tener un marido cristiano y mi novio no lo era. Yo rezaba,
hablaba con Dios, le proponía dejar a mi novio si Él lo pedía, pero que me
diera un tiempo para rezar por él; y así rezando me daba cuenta de que tener relaciones sexuales no era coherente.
Pensé: 'no puedo tener sexo con un chico que no sé si es mi amor
eterno". Tenía clara una cosa: sólo hay garantía de ese amor bello,
para siempre, cuando se proclama ante Dios y mi familia en una boda. Y decidí
que iba a reservar el sexo solo para mi marido. Recé: 'Jesús, necesito que me
digas algo'. Abrí la Biblia y leí: 'si
no sois capaces de conteneros, casaos, porque más vale casarse que abrasarse'.
Y así me decidí a hablar con él".
"Ya vivíamos juntos en la misma habitación de residencia
universitaria. Él estaba jugando a un videojuego y me acerqué y le dije: 'que sepas que la próxima persona con la que tendré
sexo será con mi marido. Si eres tú, vale, y si no, no volveremos a
tener sexo'. Él se quedó parado, no muy serio. Yo pensaba, por dentro: "¿pero
qué le estoy diciendo?". Pero me mantuve firme"
No podían
dejar de vivir juntos hasta que acabase el curso. Él, en principio, asumía la
nueva regla... pero en realidad intentaba
provocarla, se paseaba con poca ropa... "Yo
le decía: 'vístete, como si fuéramos solo amigos'. Me apetecía el sexo, pero mi
voluntad era no tener relaciones. Teníamos
que aprender a recuperar el pudor. Nos cambiábamos en el baño. Ahora,
cuando cuento esto a mis alumnos, les gusta la historia: ven algo hermoso en
nuestro interior. A muchos les da esperanza. Cuento que al principio nos costaba: era como una adicción que hay que romper.
Pero vale la pena hacer sacrificios por algo más grande y bonito. Muchos chicos
y chicas me preguntan: '¿cómo le puedo decir esto a mi novio?'".
"ID
DE DOS EN DOS, EVANGELIZAD"
Cristina
siguió rezando por su novio. Y se dieron grandes pasos. "Él acudió al Curso
Alpha y allí se convirtió, durante una oración de efusión del
Espíritu Santo. Y después, participando en
una Luz en la Noche, en esos
encuentros de oración con la iglesia abierta por las noches, los dos tomamos
unos papelitos con versículos, al azar, y coincidió el mismo texto para ambos: 'id de dos en dos",
decía. Entendimos que somos una pareja de evangelizadores. Ya tenemos fecha de boda pensada".
LO
QUE PIENSAN LOS ADOLESCENTES DE HOY
Hasta
aquí el testimonio. Ahora habla la pedagoga experta en educación afectivo
sexual, formada en un curso de la Fundación Desarrollo y Persona, en el
Instituto de la Familia en Orense y con un Máster en Coaching Familiar de la
Universidad Francisco de Vitoria ("es una maravilla ese máster",
dice). Acude a los colegios y a
veces a parroquias, habla con los adolescentes y le preocupa lo que
encuentra.
"Los que han visto que sus padres y abuelos han tenido amor
verdadero, creen en él. Pero hay muchos
chavales que dicen que el amor para siempre no es posible porque "te
aburres del otro". Su experiencia es que te aburres hasta de
Netflix. Si se aburren de sus amigos, también se aburrirán de su pareja, te
dicen a los 12 o 13 años. Más adelante, algunos se enamoran y ya sueñan con un amor
más estable, pero ven muy difícil que sea perdurable. Todos ven en YouTube la serie Cazando infieles y se
convencen de que la gente es infiel".
"NADIE
DICE 'VAYA BOBADA', TODOS DICEN 'YO QUERRÍA ESE AMOR' "
La gran
sorpresa de Cristina después de hablar del amor verdadero a muchos grupos de
jóvenes es que ¡nadie
le responde con desdén, todos con envidia!
"Nadie me dice 'vaya tontería'; el cien por cien me dicen 'qué envidia, yo también querría un amor así',
pero muchos añaden 'lo veo imposible para mí'. Pero todos dicen que les
encantaría alguien que les ame así, con castidad, que espere, paciente, que
pueda luego en una boda decir 'desde este día y para siempre todos los días son
para amarte, esa es mi promesa'. Este
amor es un pack completo: incluye comprometerse, reservarse..."
Pero a
los chicos les cuesta soñar con un amor así porque lo que ven en infinitas
horas de teleserie es muy distinto.
Cartel promocional de "After": en el libro, él en realidad es
un maltratador.
AFTER:
MALTRATO Y PORNO PARA ADOLESCENTES
"Ahora lo que más ven es Sex Education. Algunos ven Élite.
Y After, que es peor que '50 Sombras de Grey',
que también lo leen y ven. Miremos la historia de 'After', que
ellos consideran 'romántica' y es puro maltrato. Una chica ha dejado a su novio
casto en el pueblo y en la universidad tiene sexo con otro; el libro describe
con detalle todo tipo de posturas. Este es un maltratador, la humilla e
insulta, pero ella, pobriña, como tuvo una infancia difícil, dice, textualmente: 'no importa las cosas
horribles que me diga mañana porque nada me arrebata este momento', de
sexo, se entiende. Disfruta tanto el sexo, que no le importa ser maltratada.
Finalmente tienen sexo vaginal y así él
gana la apuesta con sus amigos de que le quitaría la virginidad física.
La usa, pero ella cree que puede ser su salvadora porque él, pobriño también,
de niño lo pasó mal. Al final de la
trilogía, se supone que el amor de ella "lo salva". Pero en la vida real
eso no funciona así. Él le daría palizas o la mataría, supongo. Y chicos
de 13 años están leyendo eso. Y me encuentro universitarias que me dicen que
esa sería su relación ideal. ¡No aspiran a nada mejor! Como en '50 sombras
de Grey, las protagonistas no
tienen autoestima y piensan que no se merecen nada".
LOS
PADRES HAN DE CONTROLAR LAS PANTALLAS: TODAS EN LUGARES VISIBLES
Luego
está la falta de control de los padres, que es peor cuando hay padres que creen
que "controlan".
"Algunos padres dicen 'supongo que algo malo hay en el móvil, en
Internet' pero no entienden hasta qué punto. A los chavales no les atraen las cosas buenas, precisamente, sino las
malas que ven todos los demás en una sociedad hipererotizada y
hipercosificada. Según la ley y los términos y condiciones de redes sociales, hasta los 16 años no deberían entrar ni en
wasap, ni en Facebook ni en YouTube ni en Instagram. Un niño aprende la
moral sexual de su familia y entorno entre los 6 y los 12 años, y en la
adolescencia ha de dar pasos para practicarla. Es imposible controlar todo
porque quedarán con un amigo con móvil. Por eso debemos educarlos ya desde los 6 años, hablarles de lo bueno e ideal, del
amor verdadero, y no facilitarle pantallas. Los métodos de control
parental en seguida se hackean. Los niños de 10 años saben más que
nosotros".
"Hay normas mínimas: que el ordenador de casa esté en un sitio visible, zona común; nada de móviles en el cuarto de baño, donde suben sus fotos semidesnudos a Internet. Si quiere escuchar música, en la radio, no en el móvil. Nada de pantallas en el cuarto, ni tablets, ni PC, ni TV. Todo en sitios transitables. Y recortemos al máximo el tiempo ante pantallas".
¿EDUCACIÓN
SEXUAL? SÍ, PERO NI REPRESIVA NI PERMISIVA: PERSONALISTA
Cristina
propone una educación sexual que no sea represiva (del tipo "de eso ni se habla", "niño, no te
toques", signos que hacen pensar al niño que el cuerpo y el sexo es
algo malo) ni tampoco ha de ser permisiva (lo de 'le daré condones porque como va a
hacer de todo..." no es educar"). Propone una formación
personalista: "hablar de lo bueno del cuerpo
humano, que estamos hechos para el
amor, la vida, el encuentro con el otro, la belleza del sexo, del matrimonio,
despertar el corazón a la belleza, hacerlo desear de tal manera que podamos
rechazar lo contrario. Si sabes desde
niño que eres digno de amor, sabrás apostar por las cosas grandes",
proclama con entusiasmo, convencida.
¿EDUCARÁN
EN 'EL AMOR' NETFLIX, EL ESTADO... Y NO LOS CRISTIANOS?
"¿Qué pueden hacer las parroquias y comunidades cristianas en este
entorno? Las parroquias han de tener
educación afectivo sexual. ¿O vamos a dejar que eduque Netflix en el amor, o el
Estado? Educar es nuestra responsabilidad como cristianos. Esta
educación sexual y afectiva tiene que
impartirla jóvenes a ser posible. Los adolescentes y adultos jóvenes no
necesitan teoría, sino modelos para imitar. Si no tienes jóvenes así en
tu parroquia, contrata a alguno externo para que venga. Si lo tienes, fórmalo para que se dedique a la formación
afectivo-sexual. Nuestras parroquias requieren gastar menos en flores o
bancos y más en formadores de adolescentes".
EL
FEMINISMO BUENO: HOMBRE Y MUJER SE COMPLEMENTAN
Cristina
también habla del feminismo que a ella le gusta. "Es
el que reivindica la belleza de la feminidad, la maravilla de la mujer, su
potencial maravilloso y que la dejen ser ella, creciendo junto al hombre. A mí me gustan dos feministas: una es Edith
Stein, sus textos sobre la mujer, la otra es Tatiana Góricheva, un feminismo
cristiano..."
Edith Stein en 1913/1914: filósofa agnóstica, judía, y luego santa
carmelita.
"Hay muchas corrientes feministas. Algunas repiten el discurso opresor-oprimido, como hacía el marxismo con los obreros, y ahora con las mujeres. También Jordan Peterson señala que hay discursos hoy construidos sobre buscar opresiones. Yo creo en la igualdad de oportunidades. El ser humano se siente siempre incompleto, porque nos completa el otro, el del otro sexo, y esa es la riqueza que nos hace crecer y salir de uno mismo".
"Hay muchas corrientes feministas. Algunas repiten el discurso opresor-oprimido, como hacía el marxismo con los obreros, y ahora con las mujeres. También Jordan Peterson señala que hay discursos hoy construidos sobre buscar opresiones. Yo creo en la igualdad de oportunidades. El ser humano se siente siempre incompleto, porque nos completa el otro, el del otro sexo, y esa es la riqueza que nos hace crecer y salir de uno mismo".
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