sábado, 9 de marzo de 2019

VIVA EL FEMINISMO, VIVA ZAPATA, VIVA EL PROGRESISMO, VIVA WALT DISNEY


Vivimos en una sociedad en la que un cardenal es condenado a pasar el final de su vida en la cárcel por la palabra de una sola persona que estuvo cinco minutos a solas con él al final de una misa, mientras que unas activistas feministas son absueltas tras subirse a la peana de la cruz de la Catedral de la Almudena con el torso desnudo y gritando unas cosas que prefiero no poner aquí.

Cierto que estas feministas, en segunda instancia, han sido condenadas; pero a una multa mínima. Alguien me preguntaba que porqué hablaba de “ultrafeminismo”. Las cosas que defendían y defienden algunas feministas son totalmente justas: igualdad de dignidad, igualdad de salarios, acabar con acoso en el trabajo, acabar con prácticas y mentalidades machistas.

El problema es que el movimiento feminista ha derivado hacia otras muchas cosas, y estas no son razonables. Y, en los últimos tiempos, están volviéndose un peligro para la libertad de pensamiento con la imposición de un pensamiento que no admite disidencia. 

En mis posts de todos los años pasados, siempre me refería al ultrafeminismo. Pero ya es justo afirmar que feminismo se ha radicalizado. No hace falta colocar el prefijo “ultra”, ya no. El feminismo en España, hoy día, es una agresiva corriente inquisitorial que solo mejoraría sus esencias si fuera obligatorio ser lesbiana para incorporarse a ella.

P. FORTEA

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