¿Cómo vivían los
primeros cristianos la Semana Santa?
Por: n/a | Fuente: PrimerosCristianos.com
Deslumbrada por la realidad histórica de la muerte de Cristo, la primitiva Iglesia advirtió la
necesidad de celebrar
litúrgicamente este hecho salvífico, por medio de un rito memorial, donde, en obediencia al
mandato expreso del Señor, se renovara sacramentalmente su sacrificio.
De este modo, durante los primeros
compases de la vida de la Iglesia, la Pascua del Señor se conmemoraba cíclicamente, a partir de la
asamblea eucarística convocada el primer día de la semana, día de la
resurrección del Señor (dominicus dies) o domingo.
Y, muy pronto, apenas en el
siglo II , comenzó a reservarse
un domingo particular del año para celebrar este misterio salvífico de Cristo.
Llegados a este punto, el nacimiento del Triduo Pascual era sólo
cuestión de tiempo, cuando la Iglesia comenzase a revivir los misterios de
Cristo de modo histórico, hecho que acaeció, por primera vez en Jerusalén, donde aún se conservaba la memoria del marco topográfico de los sucesos
de la pasión y glorificación de Cristo.
De todos modos, en el origen de la celebración pascual, tampoco puede
subestimarse la benéfica influencia de la respuesta dogmática y litúrgica de la
ortodoxia frente a la herejía
arriana; reacción que supuso una atracción de la piedad de los
fieles hacia la persona de Jesús (Hijo
de Dios e Hijo de María), y hacia
sus hechos históricos.
Cada celebración del Triduo presenta su fisonomía particular: la tarde
del Jueves Santo conmemora
la institución de la Eucaristía;
el Viernes se dedica
entero a la evocación de la Pasión
y Muerte de Jesús en la cruz; durante el sábado la Iglesia medita el
descanso de Jesús en el sepulcro.
Por último, en la Vigilia Pascual,
los fieles reviven la alegría de la Resurrección.
JUEVES
SANTO
La Misa vespertina in Cena Domini abre el
Triduo Pascual. La iglesia de Jerusalén conocía
ya, en el siglo IV, una
celebración eucarística conmemorativa de la Última Cena, y la institución del
sacramento del sacrificio de la Cruz: Al principio, esta celebración se desarrollaba sobre el Gólgota, en la basílica del Martyrion,
al pie de la Cruz, y no en el Cenáculo; hecho que confirma la íntima relación
entre la celebración eucarística y el sacrificio de la Cruz.
A finales del siglo IV,
esta tradición se vivía también en numerosas iglesias de occidente, pero habrá
que esperar hasta el siglo VII para
encontrar los primeros testimonios romanos.
VIERNES
SANTO: CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
El Viernes Santo conmemora la Pasión y Muerte del Señor. Dos documentos
de venerable antigüedad (la Traditio Apostolica de San Hipólito y la Didaskalia
Apostolorum, ambas
del siglo III) testimonian
como práctica común entre los cristianos el gran ayuno del Viernes y Sábado previos a la Vigilia Pascual.
Sin embargo, habrá que esperar hasta finales del siglo IV d.C. para encontrar,
en Jerusalén, las primeras
celebraciones litúrgicas de la Pasión del Señor: se trataba de una
jornada dedicada íntegramente a la oración
itinerante; los fieles acudían
del Cenáculo (donde se veneraba la columna de la flagelación) al Gólgota, donde el obispo presentaba
el madero de la Cruz.
Durante las estaciones se leían profecías y evangelios de la Pasión, se
cantaban salmos y se recitaban oraciones.
Los testimonios más antiguos de una liturgia de Viernes Santo en Roma proceden del siglo VII.
Manifiestan dos tradiciones distintas, y nos han llegado a través
del Sacramentario
Gelasiano (oficio
presbiteral con adoración de la cruz, liturgia de la palabra y comunión con los
presantificados) y el Sacramentario Gregoriano (liturgia
papal, limitada a lecturas bíblicas y plegaria universal).
SÁBADO
SANTO
En los primeros siglos de historia de la Iglesia, el Sábado Santo se
caracterizaba por ser un día de
ayuno absoluto, previo a la celebración de las fiestas pascuales.
Pero a partir del siglo XVI,
con la anticipación de la Vigilia a la mañana del sábado, el significado
litúrgico del día quedó completamente oscurecido, hasta que las sucesivas reformas de nuestro siglo le
han devuelto su originaria
significación.
El Sábado Santo debe ser para los fieles un día de intensa oración,
acompañando a Jesús en el silencio del Sepulcro.
VIGILIA
PASCUAL
La celebración litúrgica de la Pascua del Señor se encuentra en los orígenes mismos del culto cristiano.
Desde la generación apostólica, los cristianos conmemoraron semanalmente la Resurrección de
Cristo, por medio de la asamblea eucarística dominical.
Además, ya en el siglo II, la
Iglesia celebra una fiesta
específica como memoria actual de la Pascua de Cristo, aunque las distintas tradiciones subrayen
uno u otro contenido pascual: Pascua-Pasión (se
celebraba el 14 de Nisán,
según el calendario lunar judío, y acentuaba el hecho histórico de la Cruz) y Pascua-Glorificación, que, privilegiando la resurrección del
Señor, se celebraba el domingo
posterior al 14 de Nisán, día de la Resurrección de Cristo. Esta última práctica se impuso en la
Iglesia desde comienzos del siglo
III. La Noche Santa (San
Agustín la llama la “madre de todas las vigilias”) culmina el Santo Triduo e
inicia el tiempo pascual, celebrando la Gloria de la Resurrección del Señor. De aquí
que su contenido teológico encierre el misterio de Cristo Salvador y del
cristiano salvado. Ello explica que, desde los primeros siglos, se celebrase
el bautismo de los catecúmenos en
la Vigilia Pascual. Como ya indica San Agustín en sus Sermones (220-221),
toda la celebración de esta Vigilia Sagrada debe hacerse en la noche, de tal modo que o bien comience después
de iniciada la noche, o acabe antes del alba del domingo. La Vigilia Pascual se
convierte en el punto central donde
confluyen las celebraciones anuales de los misterios de la vida de Cristo.
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