Ante el
anticristianismo palpable en muchos lugares de nuestro mundo, el P. Montes nos
recuerda que siempre el perseguido es Jesús.
Por: P. Luis Montes (IVE) | Fuente: Infocatolica.com // Amigos de Irak
Reproducimos íntegro a continuación el texto
publicado por el padre Luis Montes, misionero del Instituto del Verbo Encarnado
en Irak, en su blog Amigos de
Irak. (Las negritas son de la edición hecha por María
Arratíbel para su blog en nuestro aliado InfoCatolica.com)
Ayer pude visitar las poblaciones de Bartalla y Qaraqosh tomadas por el
Isis hace 2 años y liberadas recientemente. Me invitó al viaje Monseñor Alberto
Ortega, nuncio de Irak y Jordania y lo acompañaban el Arzobispo Sirio Católico,
Monseñor Iuhanna Butros y el P. Majiid.
En los días siguientes iré poniendo más fotos y contando del viaje. Hoy
me quiero detener en la impresión que tuve al entrar en la primera iglesia que
visitamos, la Iglesia de San Jorge en Bartalla.
Entrar allí produce un sacudón muy fuerte al ver el lugar santo quemado,
vandalizado, profanado… Uno se queda sin palabras al ver lo que ya conocía de
fotos y testimonios… se hiela la sangre.
Al ver suelos, paredes y techos llenos de cenizas, los bancos tirados
por cualquier lado, las imágenes rotas, desparramadas, pisoteadas, los libros
santos reducidos a cenizas, uno percibe
de un modo muy fuerte el odio que produjo eso, odio que se resume en una frase:
rechazo a Cristo y a su Cruz. El mismo odio que ataca los templos
de Cristo ataca los templos vivos que son los cristianos. No se conforman con
subyugar, quieren borrar toda memoria
del Redentor, que desaparezca de la faz de la tierra. A los que niegan
que los principales perseguidos son los seguidores de Cristo los invito a
visitar estos pueblos y que comprueben como las casas quemadas fueron sobre
todo las de los cristianos, los cementerios profanados fueron los cristianos,
los templos destruidos fueron sobre todo las iglesias. Vengan y vean como quedó Qaraqosh y como en
cambio no tocaron nada en el pueblo musulmán de al lado. El Isis
ataca a todos lo que no piensan como ellos, es cierto, pero los primeros somos los cristianos, porque el
primer perseguido es Cristo.
Por eso no hay que engañarse, aquí hay odio teológico. El que está
detrás de todo es el demonio, detrás del Isis y los demás grupos yihadistas, y
detrás de la gente que los apoya, algunos por un fanatismo similar y otros por
diversos intereses. Todos ellos al
que en realidad atacan es al Redentor del género humano. Pero como no pueden
dañarlo lo atacan en sus templos, en sus fieles, en su memoria.
Y por eso, ver una iglesia así destruida, produce tristeza, dolor e ira,
pero, por sobre todo, produce un enorme orgullo, un santo orgullo, porque nos
persiguen por ser de Cristo. Jesús nos
dijo que cuando esto pase saltemos de gozo ya que nuestra recompensa será
grande en el Cielo. No teníamos ganas de saltar, pero nuestro
espíritu sí lo quería. Era una alegría profunda que me llevaba a recoger
recuerdos de esos lugares: una piedra, una tapa de misal quemada, un pedazo de
alguna imagen destruida, todos símbolos de la gracia que Dios nos concede de
ser perseguidos por su Hijo.
Y por último, para no alargarme mucho, tanta destrucción nos debe mover a rezar por los perseguidores. Necios
seguidores del mayor perdedor de la historia. El diablo hace ruido
y mete miedo pero es el gran fracasado. Cuando logró matar al Hijo de Dios
perdió el poder que tenía, y ahora, cuando el mal parece más victorioso es en
realidad cuando más se derrota a sí mismo, porque Dios ordena todo para el bien
de sus elegidos. Recemos por los
que siguen al demonio, para que se conviertan y vivan, que Dios es
poderoso para llamarlos a Sí y espera nuestras oraciones para darnos la gloria
de ser partícipes en su victoria.
¡A Él solo la
gloria!
P. Luis Montes (IVE)
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