«Ocultar las verdades de fe es el peor engaño»
El Cardenal
Gerhard Müller ha emitido una «Declaración de fe: ¡No se turbe vuestro
corazón!», una profesión de fe, en la que apela a los que tienen
responsabilidad en la Iglesia a cumplir con su obligación de guiar a las
personas a la salvación frente a la «creciente confusión» sobre la doctrina de
la Iglesia.
(InfoCatólica) En una profesión
pública de fe, de cuatro páginas publicada en varios idiomas el 8 de
febrero, y cuyo título está tomado del Evangelio de Juan «¡No se turbe vuestro corazón!», el prefecto
emérito de la Congregación para la Doctrina del la Fe reafirma muchas
enseñanzas clave de la fe, recordando al clero y a los laicos que depende de
los «pastores» el «guiar
a los que se les ha confiado por el camino de la salvación».
«Hoy en día muchos cristianos ya no son conscientes
ni siquiera de las enseñanzas básicas de la fe», se lamenta el cardenal alemán, «por lo que
existe un peligro creciente de apartarse del camino que lleva a la vida
eterna».
La intención del cardenal fue divulgar
la profesión de fe el 10 de febrero. Esa fecha es la víspera del aniversario
del anuncio del Papa Benedicto en 2013 de que renunciaría. Sin embargo, un
sitio web polaco rompió el embargo y, por lo tanto, el documento se publicó en varios idiomas ayer noche.
Escrito en respuesta a las
solicitudes de «muchos obispos, sacerdotes, religiosos
y laicos», la profesión de fe del cardenal llega mientras la Iglesia
espera la cumbre del Vaticano del 21 al 24 de febrero sobre abuso sexual del
clero, y siguiendo declaraciones y documentos doctrinales que muchos
fieles practicantes han encontrado, a veces, confusos, desorientadores e
inconsistentes con la enseñanza de la Iglesia.
«Muchos obispos,
sacerdotes, religiosos y laicos de la Iglesia Católica, me han pedido dar
testimonio público de la verdad de la Revelación»
El Cardenal Müller recuerda
que el «propósito» de la Iglesia es llevar a
la humanidad a Jesucristo y subraya la importancia del Catecismo de la Iglesia
Católica como un «norma segura para la doctrina de
la fe» que se escribió para contrarrestar una «dictadura»
del relativismo.
Luego procede a citar
copiosamente el Catecismo, intercalando pasajes con comentarios sobre lo que ve
como una crisis de confusión y desorientación en la Iglesia.
El cardenal alemán exhorta a
los fieles a «combatir» con «clara determinación» una «recaída en antiguas herejías», que consideran a Jesucristo como «solo un buen hombre, un hermano y amigo, un profeta o un
moralista».
Destaca que la Iglesia,
fundada por Cristo como «signo visible e
instrumento de salvación», no se «refleja a sí misma, sino a la luz de
Cristo que brilla en su rostro».
«La Iglesia no
es una asociación fundada por el hombre cuya estructura es votada por sus
miembros a voluntad. Es de origen divino», explica.
Subraya que la mediación de la
fe está «está indisolublemente ligada a la credibilidad
humana de sus mensajeros, que en algunos casos han abandonado a los que les
fueron confiados, los han perturbado y han dañado gravemente su fe».
Cita las Sagradas Escrituras,
advirtiendo contra aquellos «que no escuchan la
verdad y siguen sus propios deseos, que adulan a los oídos porque no pueden
soportar la sana enseñanza».
El Cardenal Müller, que fue
Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe con Benedicto XVI y con
el Papa Francisco de 2012 a 2017, reafirma
que si la Sagrada Comunión se recibe de manera indigna, como la de algunas
personas divorciadas y casadas de nuevo o las que no están en plena comunión
con la Iglesia, no serán llevados a la salvación.
Subraya el mandamiento de la
Iglesia de confesarse al menos una vez
al año, explica la imposibilidad de ordenar a las mujeres al sacerdocio
y advierte que una persona que muera en pecado mortal sin arrepentimiento se
separará para siempre de Dios. La ley moral, dice, es una «verdad liberadora» y el camino de la salvación
que «no puede ser relativizado».
El cardenal reprende a los obispos que «prefieren
ser políticos» en lugar de proclamar el Evangelio, diciendo que hace que muchos se
pregunten cuál es la naturaleza del propósito de la Iglesia.
También recuerda a los fieles
el juicio final, la «puerta estrecha» del
cielo y la «terrible posibilidad» de que una
persona que se opone a Dios hasta el final de su vida «se
condene de inmediato y por siempre».
OCULTAR LAS VERDADES DE FE ES EL PEOR ENGAÑO
Respondiendo a la crítica de
que muchos pastores y obispos no están enseñando las duras verdades de la fe,
el Cardenal Müller advierte que guardar silencio, sobre estas verdades es «el mayor engaño», como se advierte vigorosamente
en el Catecismo.
«Representa la
prueba final de la Iglesia y lleva a la gente a un engaño religioso de
mentiras, al 'precio de su apostasía de la verdad'; es el engaño del Anticristo» dice, citando nuevamente el Catecismo y haciendo eco de lo que dijo el año pasado el Cardenal holandés Willem Eijk durante la controversia
sobre la Sagrada Comunión para los esposos protestantes.
«Él engañará a
los que se pierden por toda clase de injusticia, porque se han cerrado al amor
de la verdad por la cual debían ser salvados» agrega el cardenal Müller, citando la segunda carta de San Pablo a los
tesalonicenses.
Cierra su profesión recordando
que todos los fieles deben «recordar estas verdades
fundamentales adhiriéndonos a lo que nosotros mismos hemos recibido».
Y citando la segunda carta de
San Pablo a Timoteo, llama a los obispos y sacerdotes a
«proclamar la
Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda
paciencia y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán
la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con
un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de
la verdad y se volverán a las fábulas. Tú, en cambio, pórtate en todo con
prudencia, soporta los sufrimientos, realiza la función de evangelizador,
desempeña a la perfección tu ministerio»
El cardenal Müller concluye
con una oración a María, la Madre de Dios, pidiendo que «nos implore la gracia de
aferrarnos a la verdad de Jesucristo sin vacilar».
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