El problema es cuál
es el lugar de Dios en el desarrollo de los acontecimientos que implican la
voluntad humana.
Por: Fr. Nelson Medina, OP | Fuente: fraynelson.com
Nos pusimos a hablar con una
amiga sobre la lectura de la mano y la adivinación del futuro. Entonces yo le
decía que eso no estaba bien porque la Biblia lo dice, que nadie sabe el futuro
sino sólo Dios. Y ella me corchó porque me preguntó que entonces qué pasaba con
los profetas... yo le dije que se llamaban Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel
y que en ese tiempo eran muy pintas... pero nada más... la verdad no supe qué
responder, porque si nadie sabe el futuro cómo es que la misma Biblia tiene
profetas.
Entonces mis preguntas son:
1. Por qué es malo ir a sesiones de lectura de mano, adivinación, etc.
2. Por qué, si es malo, la misma Biblia nos cuenta de los profetas.
3. Las profecías que la Virgen le ha contado a algunos de sus videntes, ¿qué son?
¡Mil gracias!
1. Por qué es malo ir a sesiones de lectura de mano, adivinación, etc.
2. Por qué, si es malo, la misma Biblia nos cuenta de los profetas.
3. Las profecías que la Virgen le ha contado a algunos de sus videntes, ¿qué son?
¡Mil gracias!
Tus tres preguntas están todas relacionadas con el conocimiento del
futuro. Dijiste a tu amiga que la Biblia decía que el futuro sólo lo conoce
Dios. Creo que esa frase requiere cierta clarificación. Lo malo de los que leen
la mano no es que conozcan o que pretendan conocer el futuro. El problema es cuál es el lugar de Dios en el
desarrollo de los acontecimientos que implican la voluntad humana. Voy a
tratar de explicarme.
Cuando una persona lee la mano
afirma que sucederán ciertas cosas, es decir, dice que
hay un "destino"
marcado, y esta idea es incompatible con la libertad de Dios. Ese
destino inmutable a la gente le interesa porque así quiere salir de dudas en
cosas como si va a casarse, si vivirá mucho tiempo, si la pareja lo está
engañando, y similares. Si uno cree que hay un destino y que ese destino está
así escrito, no queda lugar alguno para el plan que el amor de Dios tenga para
uno. Tampoco queda lugar para la propia libertad. Si ya sé que mi destino es
que mi pareja me va abandonar, ¿para qué luchar?
La idea de un destino "escrito", o
sea, implacable e impersonal, es muy fuerte en el mundo pagano. "Edipo Rey", por ejemplo, es un homenaje
impresionante a esa idea. Edipo termina matando al papá y casándose con la
mamá, y todos los intentos de evitar ese destino fracasan, de modo que la
desgracia se consuma sobre la vida del pobre hombre. ¿Qué
tiene eso que ver con la Biblia? Si
uno cree en esa idea de destino uno no cree en Dios. El que me lee la
mano me está diciendo: "NO hay Dios que cambie
tu vida". Por supuesto, eso es del todo opuesto a la revelación que
encontramos en la Biblia.
Y hay más riesgos. En el mundo de los adivinadores siempre hay una carta
en la manga. Se supone que tu destino está "marcado",
pero la misma persona que te dice: "Yo
veo que su pareja le está siendo infiel" de seguro tiene algo qué
ofrecerte: un bebedizo, un sortilegio, un encantamiento. Adivinación y brujería
van de la mano. Y cuando hablamos de brujería hablamos de abrirle las puertas
al enemigo del alma. Quizá nada es tan eficaz para darle poder al diablo que
decirle que queremos lograr un objetivo "como
sea". La brujería la idolatría de la propia voluntad; es el imperio de lo que YO quiero, o sea, exactamente lo opuesto de
nuestra fe, que siempre consiste en acoger con amor lo que DIOS quiere. Entrar a las cartas y lecturas de
mano es entrar en ese juego sucio, que no puede dejar limpia el alma.
¿Y los profetas, qué? ¡Los profetas nunca hablan de
un destino marcado! Los profetas (se entiende, los verdaderos) más bien nos ayudan a
comprender el querer de Dios. Los profetas son gente de oración, o sea, gente
que ha buscado con ardor y amor el querer del Señor, antes que su propio querer
o incluso su propia vida. Un profeta, o un genuino vidente, son exactamente lo
opuesto de un adivinador o un brujo.
Además, las profecías de los verdaderos profetas o videntes son SIEMPRE llamados a la conversión. Por supuesto,
esta palabra no interesa a los brujos. Los profetas quieren que nuestras vidas
sean como Dios las ha pensado y amado, y por eso el lema no es "Esto se tiene que cumplir", como si la
Historia humana fuera una película de la que ellos ya vieron los "cortos". El lema de los profetas es lo
que dijo uno de ellos, Ezequiel, de parte de Dios: "No quiero la muerte del pecador, sino que se
convierta y viva" (Ezequiel 33, 11).
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