«Transformar a la mujer en gallina»
Frieda Birnbaum se hizo célebre cuando dio a luz
gemelos en 2007 a los 60 años de edad tras someterse a un tratamiento de
fecundación in vitro.
¿Para qué quieres un hombre o un útero si la ciencia puede
proporcionarte cientos de miles de óvulos, esperma y úteros artificiales?
"Dentro de veinte años, mujeres de 75 que tengan buena salud podrán crear
una familia": es la reflexión de Caterina Giojelli en Tempi: EL SUEÑO TRANSHUMANISTA: TRANSFORMAR A LA
MUJER EN GALLINA (VIEJA)
Mientras
en Silicon Valley se cultiva el sueño del hombre hiperpotenciado
e hiperconectado a la comunidad global -con un dispositivo en el
lugar del cerebro y una nube informática en el lugar del corazón-, el credo transhumanista intenta asaltar
el único y muy humano baluarte que queda ante el delirio de la omnipotencia
biofaustiana: el vientre materno.
Superado el problema de la aceptación de una "colaboración"
para poder generar hijos, es decir, subvertido el principio de la
realidad que defiende que la vida nace de una relación con otro, gracias a la
procreación médicamente asistida, a la mujer sólo le queda engañar al único y
feroz algoritmo que la naturaleza le ha impuesto: el reloj biológico.
CONVERTIRSE
EN MADRES CUANDO SE TIENE LA EDAD DE LAS ABUELAS
Todo está
muy bien explicado en un largo artículo de Quartz
firmado por Zoltan Istvan, el tristemente célebre tío cachas estadounidense
de 45 años, que se ha presentado a las últimas elecciones presidenciales
americanas y que se presenta a las elecciones a gobernador de California.
Zoltan Istvan, el Partido Transhumanista, intenta llevar sus postulados
a la política como una opción global.
Istvan,
que ya lleva un microchip multiuso bajo
la piel, es una especie de Huxley [Un mundo feliz] elevado al cubo, tan
obsesionado por "derrotar a la muerte" que
lo ha convertido en parte de su programa electoral. Está "convencido de que los niños que nacen ahora, como
los míos, no morirán nunca"; por esto tiene un par de asuntos
pendientes con el género femenino. Sostiene que si la mujer está condenada por
la naturaleza a tener sólo 300-400 ovulaciones (mientras todos los demás
ovocitos degenerarán hasta desaparecer totalmente, llegando por lo tanto al
final de su edad fértil), gracias a la ciencia muy pronto podrá derrotar su
injusto destino biológico. "La edición
genética, combinada con la tecnología de las células madre", anuncia
sin rodeos, "hará que probablemente sea más
seguro para un mujer de 50 años tener un hijo en 2028 de lo que lo sea para una
de 25 tenerlo en 2018. Dentro de veinte
años, mujeres de 75 años con buena salud podrán, de nuevo, crear una familia".
Igual que los hombres, como Donald Trump, "que con 72 años tiene un hijo de
12".
¿ESPERMA
Y ÓVULOS POSTIZOS? CON LOS RATONES FUNCIONA
Pero, ¿qué se han bebido los transhumanistas? O mejor
dicho, ¿cuánta verdad hay en la inquietante
profecía de la abuela madre? Hace un año, en el cuarenta aniversario del
nacimiento de Louise Brown, el
primer bebé probeta, The Guardian anunciaba la llegada de una verdadera revolución
que promete eliminar el último hilo de dependencia que queda entre el hombre y
la mujer en lo que a la reproducción se refiere: convertir
las células de la piel en células madre
para poder recrear óvulos y espermatozoos humanos y, después, embriones vivos
para implantar en el útero. No es una novela de Orwell [1984]. Los científicos ya han
demostrado que una célula de la piel puede ser manipulada artificialmente para
convertirla en una "célula madre pluripotente
inducida", transformada por lo tanto en una "célula germinal primordial" y, a partir de aquí,
llevarla a un estadio de desarrollo precoz del ovocito. Con los ratones
funciona. El mismo procedimiento se utilizaría para el esperma.
Una buena crítica al transhumanismo: entrevista de La Contra TV a la
profesora Elena Postigo.
LA
ESPECIE HUMANA BAJO EL MICROSCOPIO
De este
modo, se alegra Istvan, ya no se necesitarían los donantes de gametos: "Los solteros podrían, en breve, poder crear su
propia prole sin necesidad de tener pareja. Y esto llevaría a una sociedad en
la que las relaciones, sexuales o de
otro tipo, ya no sean necesarias desde el punto de vista funcional para
perpetuar la especie humana". No solo: estos progresos permitirían a las mujeres poder disponer
de decenas de miles de ovocitos en cualquier momento y, utilizando las
tecnologías de edición genética, poder seleccionar después de la concepción en
el laboratorio sólo los embriones "mejores y más sanos", los
embriones de oro.
EMBRIONES
DE ORO, BEBÉS DE DISEÑO, ADULTOS AMABLES
Istvan
elogia al genetista chino He
Jiankui, demiurgo de los primeros dos niños "modificados
genéticamente" y que nacieron el año pasado: "Sus acciones marcan el inicio de una era en la que
los humanos intentarán crear bebés de diseño". En realidad, la macabra saga de los hijos nacidos no por
medio de relaciones sexuales, sin padre y sin madre, se actualiza
continuamente: en el Reino Unido ha hecho discutir
la historia de una rica pareja británica que ha hecho extraer ilegalmente el
esperma de su hijo muerto para enviarlo a América y, así, producir
el heredero varón que siempre había deseado. Pero esto, para los
transhumanistas, es casi la prehistoria; de hecho, su sueño es el gameto artificial para poder pasar de la selección
de los rasgos genéticos concretos (como el color de los ojos o el tipo de
cabellos "y para eliminar algunas
enfermedades") -la única posible hoy en día-, a la del material
genético para garantizar una prole con un coeficiente intelectual más elevado,
cuerpos más fuertes y, "posiblemente,
tendencias psicológicas más ventajosas, como la propensión a la lealtad o la
amabilidad".
MÁS
CARRERA, MENOS ÚTERO
¿Qué tienen que ver las mujeres? "No sólo podrán esperar más tiempo
para tener hijos", sino que
esperando algunos decenios (y los avances científicos), podrán tener embarazos
más "seguros, de menor riesgo". Los
beneficios son evidentes: más oportunidades de hacer carrera, más posibilidades de centrarse en el trabajo,
"sin miedo de perder la posibilidad de formar
una familia", mayor igualdad de género.
Adriana Iliescu fue madre en 2005 a los 67 años por fecundación in
vitro.
Ciertamente,
no faltan los riesgos: ¿cuestiones de salud?
¿Éticas? Qué va. Cuestiones clasistas: "Sería
terrible para la humanidad si las ventajas de la procreación y las técnicas de
modificación genética estuvieran disponibles sólo para los ricos".
¿Y qué decir de la perspectiva de dar a luz a los 75 años? Nada. En veinte años habrá disponibilidad de úteros artificiales que eliminarán la necesidad de meter a los niños en el "horno", como se llama, elegantemente, al útero de las subrogadas americanas. El sector de la ectogénesis está haciendo pasos de gigantes en el desarrollo de los úteros artificiales para permitir que niños nacidos prematuramente a las 23 ó 24 semanas puedan completar su crecimiento. Y de avance en avance, no es una locura imaginar que, en la era de los bebés de diseño, nacidos de gametos artificiales y concebidos en el laboratorio, ya no se necesite el vientre de la madre para alumbrarlos.
CLO
CLO CLO
Mientras
esperamos que estas estrafalarias profecías se queden bloqueadas por las
averías causadas por cualquier intento de fundir a los hombres y las máquinas,
las almas y los avatares, a las mujeres
de sentido común no les queda más remedio que escuchar con horror el tic
tac del reloj, observando con angustia el avance de sus manillas. Pero no del
reloj que marca el tiempo que les queda hasta que sus óvulos sean inútiles,
sino del que las separa del momento en que el sueño transhumanista sea realidad: transformar
a la mujer en gallina.
Traducido por Elena Faccia Serrano.
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