¡Me enseñaron tanto!
Talentos
Trabajando
Por: Valeria Macedo Menchaca | Fuente: Catholic.net
Por: Valeria Macedo Menchaca | Fuente: Catholic.net
Talentos
Trabajando es el nuevo proyecto de Catholic.net, donde invitamos a todos los talentos
jóvenes a compartir con nosotros, a través de las letras, su experiencia de
Dios. Cada miércoles estaremos publicando en esta sección un artículo nuevo.
Desde el verano me habían invitado a
participar en el “Apostolado
de la Nueva Evangelización, ANE”
y hasta este periodo vacacional pude asistir. Este proyecto
consiste en dar de comer a gente que desvalida que vive en la calle y con en
total pobreza.
Fue un día, me hubiese gustado ir más pero
los voluntarios han aprovechado estos días para tomarse un
descanso.
El jueves 21 me citaron a las 8am pues el
camino sería largo para llegar al comedor en el que nos tocaría participar. Iba
muy animada pues, además mis padres me encargaron con una amiga de la
familia que además de ser voluntaria en este apostolado también participa
en los apostolados del Regnum Christi. El camino para llegar al comedor,
nos tomó 40 minutos, durante este
tiempo iba imaginándome como seria a donde iba a ir, si me podría gustar o no.
Tenía un poco de nervios pues a las únicas que conocía era a Tere con quien iba
y allá nos encontraríamos con Nayelli, otra amiga de la familia.
Era indispensable llevar un mandil y
muchas ganas de trabajar. Entramos al lugar, era un terreno que lo cubría
un piso de cemento y el techo era una lona de color
azul. Hay alrededor de 15 mesas rectangulares, las cuales son de lámina y
las sillas de plástico.
Las mesas tenían manteles de color rojo
con tela cuadriculada, tal vez eran rojos por lo que se iba a celebrar ese día. Como era una comida especial se les coloco a la mitad
una maceta chiquita de Nochebuena. Se les haría el festejo por Navidad.
Al entrar nos dirigimos a un lugar de ese
terreno que esta acondicionado como cocina y ahí estaban ya 10 personas, entre
los encargados de esa sede y Nayelli. Ahí me dijeron que me pusiera de
inmediato el mandil, me lavara las manos y empezara a picar las manzanas.
Al final no supe ni cuantas manzanas corte, pero lo que si supe que eran 20
kilos. Tere con quien iba le toco poner la crema, las nueces, etc. Los
demás estaban cocinando la pasta, el lomo, etc. Muchas de las personas que iban
ese día a cocinar llevaban a sus hijos, niños que oscilan de entre
los 3 y 14 años de edad.
Mientras sus mamas cocinaban ellos jugaban entre
las mesas, el trabajo de ellos todavía no empezaba.
Al finalizar la ensalada, me fui con los niños a
organizar la pastorela que les íbamos a presentar a las personas de la calle,
ellos son los invitados cada semana. El comedor funciona los
jueves y es cuando tienen oportunidad de comer en un plato, en una mesa y algo
caliente la gente que vive en la calle.
Para la pastorela que se iba a presentar a los
invitados, me toco preparar y repartir los personajes entre los niños que
habían asistido para acompañar a sus mamas, quienes semana tras semana son
voluntarias en el apostolado. Había que escoger a María y
quien seria José. La ensayamos un par de veces, tomamos un par de
prendas prestadas para hacer la vestimenta de los “actores”
y listo.
Ya eran las 11am cuando se abrió el
comedor para recibir a nuestros invitados, gente de la calle que no tienen un hogar, no cuentan con familia
que se preocupe por ellos. Su casa es una banqueta, el bajo puente de una de
las tantas avenidas de la ciudad de México o alguna alcantarilla. En muchas
ocasiones el último alimento que tuvieron estas personas, fue el de la semana
pasada cuando acudieron aquí a este comedor.
Entraron y comenzó la pastorela que se había
organizado una hora antes, nuestros invitados estaban divertidos, aplaudían, se
reían y alguno que otro también aprovecho para dormir. Seguramente ellos, los
que se quedaron dormidos, se sintieron en un lugar seguro, en lugar un poco más cómodo de donde normalmente duermen y porque no hasta más cálido.
Al finalizar la obra se quito el escenario
y se preparo todo para colocar el altar. Durante la obra había un
sacerdote confesando y me dio mucha alegría ver eso, pues muchos de
los indigentes se formaron. Es impresionante ver la humildad con la que las personas se
acercaron al sacramento de la confesión, pues tal vez no prepararon a detalle
su confesión, pero sí creo que cuando estaban ahí en el confesionario
entraron con el corazón en la mano. ¡Me
enseñaron tanto!
Comenzó la misa, no pude estar presente
pues tuve que salir para apoyar a los voluntarios quienes estaban
empezando a servir la comida. La ración de comida, era la ensalada,
lomo y pasta, un bolillo y un refresco de gas. No pueden repetir pues la
comida es escasa, si sobra se les sigue repartiendo a los que están o a las que
van llegando.
Termino la misa y otros voluntarios comienzan a
separar a los invitados por edades, los van acomodando en las mesas. Comen y durante
este tiempo se les invita a colaborar con los voluntarios para que se
laven los platos y se limpien las mesas al finalizar la comida.
Afuera
del comedor quedan muchas personas que ya no alcanzaron a entrar, pues llegaron
tarde o simplemente ya no hubo posibilidad de que entraran. Es
sumamente triste ver cómo la gente se
pelea por comer y en cuantas ocasiones no valoramos lo que tenemos en la mesa o
en nuestra casa.
Terminamos
de limpiar el comedor y regresamos a nuestra casa. Muchos de los que se
quedaron afuera nos preguntaban si nos había sobrado comida, era difícil
decirles que ya no había.
Fue una experiencia con mucho aprendizaje,
fue la primera vez que iba pero me quedo con las ganas de regresar nuevamente.
Será hasta el próximo periodo vacacional, pero creo que la mejor forma de
ayudar en este momento a los voluntarios de este apostolado es compartir mi
experiencia para que mucha gente los conozca y los puedan ayudar. Se necesitan muchos recursos para poderles
dar de comer a más gente, se necesitan muchas manos para cocinar y muchas
empresas para que los apoyen. Este apostolado además de hacer una
obra de misericordia ayuda a evangelizar a más personas.
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