Puede suceder que lo
tan deseado, como pueden ser las vacaciones se convierta en algo temido: “Y
ahora ¿qué voy a hacer?”.
Entretenidos
durante meses en tantas ocupaciones y actividades, la interrupción puede
producir malestar, incomodidad, aburrimiento, temor, desgano, desmotivación,
que puede trasladarse a malestares físicos como dolores, jaquecas, mareos y
también en sufrimientos anímicos como angustia, ansiedad, tristeza, temor…
Por lo tanto es importante
tener en cuenta no sólo permitirnos “parar” en
las vacaciones sino “parar” a diario.
Y no hace falta quedarse
quieto para parar. Hay otro hacer. Por ejemplo, hacer de las vacaciones un
ejercicio durante el año que nos permita reír, desear, disfrutar, observar,
crear, diseñar, sentir, respirar o esperar.
Esto sucede cuando a lo largo
del año se vive en automático, sin un sentido en las cosas que hacemos, es
decir, sin objetivos o metas claras.
Entonces, en ese vivir
programado no nos encontramos con un tiempo para disfrutar de lo que somos, de
lo que tenemos, de los logros y metas obtenidas, de lo que hacemos.
La angustia es una reacción
ante el peligro, es una señal de alarma que nos invita a ocuparnos de lo que no
está bien en nosotros. Si esto le sucede no lo desestime; ocúpese de entender
qué es lo que no está bien; pida ayuda profesional cuando regrese de sus
vacaciones. No lo deje pasar hasta las próximas vacaciones o síntomas.
Muchas personas sienten que el
tiempo corre, entonces se tiende a ir detrás de él, pero sin saber para dónde.
Esto lleva a la necesidad de
incluir las horas de la semana en una agenda cargada de actividades.
Aún las horas del tiempo
libre. Esto sucede con la agenda diaria de los niños que frente a padres ocupados
hay niños ocupados pero sin rumbo.
Ya que tendemos a confundir
productividad con rédito económico, a depositar en el trabajo, muchas veces,
expectativas desmesuradas que terminan por convertirse en la medida con que
evaluamos todas nuestras actividades.
Frecuentemente, el no estar
ocupado, como puede ser en las vacaciones, puede estar cargado de una
connotación negativa: ocio no productivo, haraganería, apatía, vagancia, falta
de iniciativa, etc.
Esto pasa por nuestra cabeza a
diario, son creencias erróneas que nos quitan vida y disfrute. Al creer que en
la vida el hacer o la utilidad es el modo que se tiene para vivirla, puede
suceder que en momentos en que no estemos haciendo nada productivo (para lo que
cree nuestra mente) sobrevenga la angustia.
Puede ser porque se cree que
descansar no les resulta algo útil. Se trataría entonces de liberarse de los
condicionamientos impuestos y permitir que el tiempo libre se refleje en
nuestra autonomía para disponer de él, disfrutar de los días más allá de las
actividades que se realicen: viajes, paseos,
quedarse en casa, visitar gente, dormir, y lograr que ese tiempo sea un momento
de placer, de redescubrimiento de emociones y sensaciones, de encuentro o
reencuentro con uno mismo y con las personas que nos rodean.
El tiempo libre es un tiempo
de disfrute y esparcimiento; de satisfacción y de placer. Para ello tenemos que
estar dispuestos a entenderlo, aceptarlo y experimentarlo como de naturaleza diferente
al tiempo laboral; con otra productividad.
Cuando no lo puede vivir con
naturalidad se pierde una fuente de energía para recargar nuestras baterías
difícil de reemplazar.
Aprenda a estar sin
ocupaciones regladas, a descansar la mente, a darles vacaciones a sus emociones
o, mejor aún, explore, con ayuda de alguien experto en la materia, de qué modo
se puede estar de vacaciones sin deprimirse o fastidiarse en el intento.
PARA EVITAR QUE EL
TIEMPO LIBRE NO SE CONVIERTA EN UNA CAUSA DE ANGUSTIA OFRECEMOS ALGUNAS
OPCIONES A TENER EN CUENTA:
■ Disfrutar o
proponérselo, pequeñas porciones de ocio durante el año, sin forzar cuando
aparece el malestar o bien pedir asesoramiento para resolverlo.
■ Procurar compañía para pasar los ratos de esparcimiento, una buena compañía genera placer y disfrute.
■ Incluir actividades más reguladas para empezar a centrarse en el disfrute y buscar alternativas previas, que lo alejen de las clásicas huidas al trabajo o la sobreocupación.
■ Procurar compañía para pasar los ratos de esparcimiento, una buena compañía genera placer y disfrute.
■ Incluir actividades más reguladas para empezar a centrarse en el disfrute y buscar alternativas previas, que lo alejen de las clásicas huidas al trabajo o la sobreocupación.
Como por ejemplo
descubrir un hobby o explorar. Esto le permitirá desarrollar
la creatividad, disfrutar el tiempo que invierten en él, sentir placer al
realizarlo.
■ Dedicarles un
tiempo en la semana a los vínculos que no solemos ocuparnos o alimentar, como
pueden ser los padres, pareja, hijos, amigos, etc. Un tiempo donde enriquecer y
fortalecer la relación a través de la creación de momentos de esparcimiento,
diversión o de comunicación íntima.
Psicóloga CARINA
SOLEDAD KEES
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