La primera bomba explotó dentro del templo durante
la misa
Al ser blanco del ataque una
catedral, la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas hizo un llamamiento
a todos los cristianos de Bangsamoro para que se unan «a
los musulmanes e indígenas amantes de la paz en su defensa contra el extremismo
violento».
(El País) Al menos 20 personas han perdido la vida este domingo y otras 71 han resultado
heridas en un atentado contra una iglesia católica en el sur de Filipinas, según ha informado la
policía local. Se han registrado dos explosiones en el templo, una justo en el
momento en el que los asistentes a misa salían de la iglesia y una segunda en
el aparcamiento cuando las fuerzas de seguridad respondían a la primera, según
ha explicado un portavoz militar. La mayor parte de las víctimas han sido
civiles, aunque al menos siete soldados presentes en la zona después de la
primera detonación han perdido la vida. Fuentes oficiales han llegado a elevar
la cifra a 27 muertos, pero luego la han rebajado a 20.
Quince civiles y cinco
soldados fallecieron en lo que se considera un ataque de grupos terroristas,
que dejó además 81 heridos (65 civiles, 14 soldados y dos policías), según el
último recuento conjunto de las Fuerzas Armadas y la Policía.
El ataque se ha producido en
la localidad de Jolo, a unos 1.000
kilómetros al sur de Manila. El suceso tiene lugar días después del
plebiscito para la creación de una región autónoma musulmana en el sur del
país, bautizada Bangsamoro y concebida como solución pacífica a cinco décadas
de conflicto separatista en la zona musulmana de la isla de Mindanao, que se ha
cobrado la vida de unas 150.000 personas.
Esa opción, ratificada en las
urnas por un 87% de los votos, forma parte del acuerdo de paz firmado en 2014
con el Frente Moro de Liberación Islámica (FMLI), el mayor grupo rebelde
musulmán de Filipinas que renunció a sus aspiraciones independentistas y a la
lucha armada a cambio de gobernar esa nueva región.
El presidente de Filipinas,
Rodrigo Duterte, ha prometido este domingo «aplastar»
a los «impíos criminales» que se
encuentran detrás del ataque, a través de su portavoz, Salvador Panelo. Panelo
ha descrito el incidente como un «acto de
terrorismo» y un «atrevido desafío» contra
la capacidad del Gobierno para controlar el sur del país, campo de actuación de
grupos terroristas islamistas. «Perseguiremos hasta
los confines de la Tierra a los despiadados perpetradores detrás de este crimen
cobarde hasta que cada asesino sea llevado ante la justicia y sea puesto tras
las rejas».
El secretario de Defensa de Filipinas,
Deflín Lorenzada, ha denominado el ataque como un «acto cobarde» y ha urgido a
la población local a mantenerse alerta y a colaborar con las autoridades para «evitar que el terrorismo obtenga más victorias». El
jefe de la Policía Nacional, Oscar Albayalde, ha dicho que es probable que el
grupo terrorista islámico Abu Sayyaf esté detrás del atentado.
Al ser blanco del ataque una
catedral, la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas hizo un llamamiento
a todos los cristianos de Bangsamoro para que se unan «a
los musulmanes e indígenas amantes de la paz en su defensa contra el extremismo
violento».
En Sulu, actúan varios grupos
yihadistas vinculados al Estado Islámico, como Abu Sayyaf, Maute o los
Luchadores por la Liberación Islámica del Bangsamoro, responsables de
sangrientos atentados en la región y que son la principal amenaza del recién
ratificado acuerdo de paz.
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