El Papa reitera ante la Curia que los abusadores deben ser entregados
ante la justicia.
Esta mañana, en
su tradicional alocución a la Curia romana, el Papa ha recordado el tema de los
escándalos en la Iglesia, pero también a los numerosos mártires y a los nuevos
santos, que nos indican que la luz es más fuerte que las tinieblas.
(InfoCatólica) El papa Franciscp ha
reconocido la crisis por la que pasa la Iglesia:
«Este año, en el
mundo turbulento, la barca de la Iglesia ha vivido y vive momentos de
dificultad, y ha sido embestida por tormentas y huracanes. Muchos se han
dirigido al Maestro, que aparentemente duerme, para preguntarle: «Maestro, ¿no
te importa que perezcamos?» (Mc 4,38); otros, aturdidos por las noticias comenzaron a
perder la confianza en ella y a abandonarla; otros, por miedo, por intereses,
por un fin ulterior, han tratado de golpear su cuerpo aumentando sus heridas;
otros no ocultan su deleite al verla zarandeada; muchos otros, sin embargo,
siguen aferrándose a ella con la certeza de que «el
poder del infierno no la derrotará» (Mt16,18)».
El pontífice, hablando de
los abusos y sus encubrimientos, ha asegurado que «la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la
justicia a cualquiera que
haya cometido tales crímenes. La Iglesia nunca intentará encubrir o
subestimar ningún caso. Es innegable que
algunos responsables, en el pasado, por ligereza, por incredulidad, por
falta de preparación, por inexperiencia o por superficialidad espiritual y
humana han tratado muchos casos sin la
debida seriedad y rapidez. Esto nunca debe volver a suceder. Esta es la
elección y la decisión de toda la Iglesia.
Igualmente, ha
señalado el ejemplo de los mártires: «Vivimos también, en realidad, una nueva era
de mártires. Parece que la persecución cruel y atroz del imperio
romano no tiene fin. Continuamente nacen nuevos Nerones para oprimir a los
creyentes, solo por su fe en Cristo. Nuevos grupos extremistas se multiplican,
tomando como punto de mira a iglesias, lugares de culto, ministros y simples
fieles. Viejos y nuevos círculos y conciliábulos viven alimentándose del odio y
la hostilidad hacia Cristo, la Iglesia y los creyentes. Cuántos cristianos, en
tantas partes del mundo, viven todavía hoy bajo el peso de la persecución, la
marginación, la discriminación y la injusticia. Sin embargo, siguen abrazando
valientemente la muerte para no negar a Cristo. Qué difícil es vivir hoy
libremente la fe en tantas partes del mundo donde no hay libertad religiosa y
libertad de conciencia»
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