lunes, 24 de diciembre de 2018

SACERDOTES PROFÉTICOS


Hace falta un puñado de Sacerdotes locos por Dios.
Que sean profetas y combatientes que libren justisima guerra contra los principados, las potestades y demás principalías del mundo, las sectas, las falsas religiones, las curias corrompidas y los infiernos.
Que le canten la justa a quien sea, venga quien viniere, donde sea y cuando sea.
Sacerdotes que amen misionar, pero que más amen irse al Paraíso.
Sacerdotes que vivan una existencia épica.
Sacerdotes empeñados en osar las máximas hazañas, aunque esas hazañas siempre fracasen.
Sacerdotes que vivan soñando y orando y luchando para que sus mayores ensueños, con tal que sean  divinamente inspirados, sean hechos realidad por la Omnipotencia de Dios.
Sacerdotes enamorados del Santo Rosario.
Sacerdotes que amen el estudio y que empleen buena parte de su día contemplando al Dios vivo.
Sacerdotes que crean que cinco panes y dos peces alcanzan y sobran  para convertir el mundo entero.
Sacerdotes  que tengan como horizonte apostólico normal la traslación de montañas, la resurrección de muertos y la expulsión de legiones diabólicas.
Sacerdotes hechos de fuego, de fuego divino y siempre creciente. Sacerdotes que sean un fuego devorador que todo lo queme e incendie.
Sacerdotes locos de remate que no le tengan miedo a nada y que amen los mayores peligros y vivir en medio de ellos.
Sacerdotes a los que les importe nada de nada ni el mundo ni los fracasos visibles.
Sacerdotes que prefieran vivir en los contextos humanamente más  inconvertibles de todos, para con la gracia de Dios, osar convertirlos, contra viento y marea, contra huracanes y tsunamis, contra calamidades y apostasías vaticanas.
Sacerdotes que apunten a implantar una vez más la Cristiandad, más la mayor jamás habida, para darle el gusto a Dios y la Virgen y para arrancarle a la ilimitada dadivosidad de Dios Padre los milagros  más maravillosos jamás imaginados.
Sacerdotes que vivan el próximo año como el último año de su vida.
Sacerdotes crucificados antes, durante y después de la Misa,  convertida en su más devastador puesto de guerra contra el infierno, la sinagoga satanae, la paganidad remanente y la apostasía global.
Sacerdotes santísimos, llenos del Espíritu Santo… que Dios y la Virgen nos los manden. Amen.
Padre Federico

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