sábado, 8 de diciembre de 2018

HOY ESTAMOS VIVIENDO LA MISERICORDIA DIVINA, ANTES DEL TIEMPO DE SU JUSTICIA


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Estamos presenciando un deterioro cada vez más profundo del mundo. Al punto que el hombre ya ha entrado en la última rebelión, negar la propia naturaleza con que fue creado. Esto hace exclamar a los cristianos ¡hasta cuando Señor! Esperamos que Dios aparezca para recomponer las cosas.
En este momento cielo está derramando Misericordia antes de cualquier intervención decisiva.

Todo parece coincidir en esta ventana de tiempo:
la canonización de un papa como Juan Pablo II, el mentor de Santa Faustina Kowalska, la vidente de la Divina Misericordia
las coincidencias de varias profecías como las de Sor Faustina Kowalska, Fátima, Garabandal, Medjugorje,
el año de la Misericordia decretado por el Papa Francisco en el 2016.

Lo que nos permiten situar este tiempo como el de la misericordia divina. Pero el contenido de las profecías y la propia definición de Dios también como la suprema justicia, nos avisan que la misericordia reflejará más la justicia divina en algún momento. Veamos cómo podemos comprender la misericordia de Dios.

QUÉ ES LA MISERICORDIA DE DIOS
El mayor atributo de Dios es el amor y la misericordia deriva de él.
En la entrada 651 del Diario de la Divina Misericordia, qué son los mensajes recibidos por Santa Faustina Kowalska por parte de Jesús en la década de los 1930 en Polonia, dice,
“La misericordia es la flor del amor… Dios es amor y la misericordia es Su acción”.
Por lo tanto se trata de un acto inmerecido que nace del amor, que pide amar incluso a las personas que no nos caen bien y nos hacen mal. Es la misericordia la que generó todo lo creado: el universo, nuestra existencia y nuestra salvación. Porque por ella Dios creó todo de la nada, sin tener otra necesidad que poner en acción al amor. La misericordia es misteriosamente bilateral porque transforma al dador y al receptor.

Al punto que en el numeral 8 del diario de Santa Faustina dice: “De una manera especial, Dios también revela Su misericordia cuando invita al hombre a tener ‘misericordia’ de Su único Hijo, el crucificado“.

Y en este sentido en el numeral 742 del Diario de Santa Faustina aparece que Jesús le dijo: Exijo de ti obras de misericordia, no debes apartarte de esto, o intentar excusarte o absolverte de ello. Te doy tres formas de ejercer misericordia: la primera por acción, la segunda por palabra y la tercera por oración. En estos tres grados están contenidos la plenitud de la misericordia, y es una prueba incuestionable de amor para Mí. Por estos medios, un alma glorifica y rinde reverencia a Mi misericordia”.

Benedicto XVI ha dicho sobre la misericordia: “La misericordia es en realidad el núcleo del mensaje del Evangelio; es el nombre de Dios mismo, el rostro con el que se revela a sí mismo”

Y el Papa Francisco también dijo: Misericordia es el acto supremo por el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia es la ley fundamental que reside en el corazón de cada persona que mira sinceramente a los ojos de sus hermanos y hermanas en el camino de la vida”.
Es así entonces que la divina misericordia de Jesús es preferentemente para los pecadores.
Y cambia la antigua ley de retribución por las injusticias qué impregna el mundo. Porque desactiva la venganza y crea puentes. Sin embargo la misericordia no es ajena de la justicia.
En algún momento separa lo que es obstinadamente malo de lo que es bueno.
Es así como según el diario de Santa Faustina estamos viviendo un momento de piedad, de misericordia para la conversión de los pecadores. Pero en algún momento requerirá una respuesta y un veredicto final, donde se separará lo bueno de lo malo. De modo que la misericordia y la gracia de Dios nos acompañan para la conversión, pero no cancelan la justicia de Dios. No sería misericordioso si así sucediera y tampoco habría justicia de ello. Porque sin la gracia y sin la misericordia que nos da Dios estaríamos muertos en nuestros pecados y no podríamos alcanzar la justicia final. En algunas épocas el cristianismo enfatizó la justicia por sobre la misericordia. Mientras que en el momento actual se enfatiza la misericordia, al punto que casi se descarta el papel de Dios como juez soberano, que hará justicia con los buenos separándolos de los malos. En realidad el ideal es el justo medio, en que se pueda ver la misericordia y la justicia como dos caras de la misma moneda. En el salmo 35 dice que el Señor ama la justicia y su misericordia llena la Tierra, y en el salmo 89 dice que la misericordia y la verdad irán delante de Dios. Las revelaciones de la misericordia que Jesús le hizo a Santa Faustina tienen un alto contenido escatológico.

Jesús aseveró, por ejemplo, que el trabajo de ella consistía en “preparar al mundo para Mi última venida”. Ella creía que sus revelaciones estaban atadas a un apocalipsis.

Y el diario contiene una terminología dramática: Toda la luz en los cielos se extinguirá, y habrá una gran oscuridad sobre toda la tierra, dijo Santa Faustina. Entonces la señal de la cruz se verá en el cielo, y de las aberturas de las manos y los pies del Salvador que fueron clavadas, saldrán grandes luces que iluminarán la tierra por un período. Esto se llevará a cabo poco antes del último día”. Y anuncia que hoy estamos en un período donde reina la misericordia pero después reinará la justicia.

HACE UNAS DÉCADAS EL MUNDO VIVE EL TIEMPO DE LA MISERICORDIA DE DIOS
En el Diario de Santa Faustina Kowalska tenemos a Jesús diciendo: “Antes del día de la justicia, estoy enviando el día de misericordia (Diario, 1588).
Es universalmente aceptado que vivimos actualmente en este “Día de Misericordia”.
Muchas personas han asumido que este período de misericordia probablemente ha consistido en las décadas que van desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el momento actual. Por su parte, en marzo de 2014, el Papa Francisco compartió su creencia de que estamos viviendo el “Tiempo de Misericordia” de que hablaba Santa Faustina. Y que la fecha del comienzo de este período fue hacia la época de la Consagración del Mundo al Inmaculado Corazón de María por San Juan Pablo II, en 1984:
“Estoy seguro de esto. No es sólo Cuaresma.
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Hemos estado viviendo en un tiempo de misericordia durante los últimos treinta años o más, hasta hoy”
. (Papa Francisco, Exhortación sobre la Misericordia a los Sacerdotes Romanos, 6 de marzo de 2014).
La consagración papal de 1984 fue hecha en unión con los obispos del mundo. Y sus frutos son ampliamente reconocidos por la Iglesia por haber producido el colapso de la Unión Soviética en 1991, marcando un declive significativo en el comunismo, y un período de relativa paz en el mundo.

¿ES POSIBLE QUE LA HUMANIDAD HAYA ENTRADO EN EL PROFETIZADO “TIEMPO DE LA JUSTICIA”?
Muy pocas personas han dejado de observar que con el paso de los últimos meses parece que la oscuridad es cada vez mayor sobre la tierra. 

Tal vez algunos podrían suponer que tales sentimientos provienen simplemente de la atmósfera vitriólica de:
 el avance musulmán en occidente,
– las tensiones entre los Estados Unidos, China y Rusia
– el hombre negando su propia naturaleza (transexualidad) y tratando de crear vida artificial
– la ONU redoblando sus esfuerzos por expandir el homosexualismo y el aborto.
Y éstos son sólo algunos de los preocupantes eventos globales actuales. Pero cambian, algunos conflictos se aplacan pero surgen otros, a veces peores.
Para quienes vigilan y reflexionan sobre los diversos profetas y videntes de nuestro tiempo, el “sensus fidelum” parece ser que estamos al borde de acontecimientos mundiales significativos.
Que serán para la purificación de la Humanidad. Porque sabemos por las Escrituras que a menudo es a través de las calamidades y el sufrimiento que Dios atrae a sus hijos de vuelta a Él. Podemos leer abundantes pasajes del Antiguo Testamento donde Dios envía (o permite) grandes catástrofes a su pueblo elegido, los israelitas, después de haberse extraviado.
Y justo antes de esto Dios siempre envía a los profetas para advertirles y llamarlos que vuelvan a su Dios.
Históricamente los israelitas siempre ignoran las advertencias de los profetas, que informan sobre Su propio “tiempo de misericordia” Y luego inevitablemente vemos que viene Su “tiempo de justicia”. Es un tema recurrente del Antiguo Testamento.

RECUERDA QUE DIOS TIENE UN PLAN PARA NUESTRA RESTITUCIÓN Y SALVACIÓN
En las numerosas intervenciones de Dios en las Escrituras, un punto queda muy claro: aunque cuando Dios pueda causar (o permitir) que la humanidad sufra diversas calamidades, siempre es para nuestra restitución y salvación.
Así que ante cualquier cosa que nos llegara en los tiempos venideros, no debemos perder la esperanza, porque incluso en su justicia Dios es siempre infinitamente misericordioso y amoroso.
La verdad es que la misericordia de Dios nunca terminará, porque Él mismo es Misericordia. Pero Él también es justo, y ama a sus hijos con un amor infinito.
Así que cuando colectivamente abandonamos a Dios, adorando falsos ídolos y cayendo en numerosos pecados, llega finalmente un punto que le obliga a retirar su mano protectora.
Y permite que experimentemos los efectos y consecuencias de nuestros pecados y nuestro abandono de Él, para poder, una vez más, reclamarnos y llamarnos hacia a Él.

LOS ACONTECIMIENTOS NOS AVISAN
En otra parte del diario de Santa Faustina Jesús nos dice: “El que se niegue a pasar por la puerta de mi misericordia deberá pasar por la puerta de mi justicia” (Diario 1146).
El año 2017 marcó el 100 aniversario de Fátima, los 500 años de la reforma protestante, los 300 de la masonería y los 100 de la revolución bolchevique.
¿Estamos realmente al borde de una purificación que consiste en eventos muy graves para todo el mundo? Sólo Dios lo sabe. El tiempo pronto nos dirá lo que nos espera.

Recordemos  otra cosa que le dijo Jesús a Santa Faustina: Hoy te envío a ti, hermana Faustina, con Mi misericordia a la gente de todo el mundo. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, llevándola hacia Mi Corazón misericordioso. Yo uso el castigo cuando ellos mismos me obligan a hacerlo; antes del Día de la Justicia, estoy enviando el Día de la Misericordia “
“Estoy prolongando el tiempo de misericordia por el bien de los pecadores, pero ¡ay de ellos si no reconocen este tiempo de mi visitación!” (Diario de Santa Faustina Kowalska, 1588 y 1160)

EL ÁNGEL DE FAUSTINA Y DE LUCÍA DE FÁTIMA
Esto que tiene por vidente a Santa Faustina no es aislado, otros lo han informado.
Curiosamente, la Hermana Faustina vio a un ángel como “ejecutor de la ira divina” de una manera que recuerda sorprendentemente la imagen de un ángel en el tercer secreto de Fátima.
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Un ángel que había estado a punto de poner el mundo en llamas.
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De hecho, la similitud es sorprendente.
“Estaba vestido de una ropa deslumbrante, su cara gloriosamente brillante, una nube debajo de sus pies“, dijo a Santa Faustina. “A partir de la nube, trueno y relámpagos fueron surgiendo sucesivamente, y sólo después golpearon la tierra. Cuando vi este signo de la Ira Divina que estaba a punto de golpear la tierra, y en particular un lugar determinado, que por buenas razones no puedo nombrar, empecé a implorar al ángel que lo detuviera durante unos momentos, y el mundo haría penitencia. Pero mi petición fue una mera nada en la faz de la ira divina. En ese momento vi a la Santísima Trinidad. La grandeza de Su Majestad me perforó profundamente, y no me atreví a repetir mis súplicas. Me encontré suplicando a Dios por el mundo con palabras interiores. Mientras oraba de esta manera, vi la impotencia del ángel: Él no podría llevar a cabo el castigo, que era justamente por los pecados“.

Compara esto con el tercer secreto: “… al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más arriba, vimos un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda. Centelleando emitía llamas que parecía iban a prender fuego al mundo, pero se apagaba al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba de su mano derecha“, escribió la Hermana Lucía de Jesús dos Santos.

Sor Lucía, cuya profecía también se ha vinculado directamente a Juan Pablo II, murió poco antes que el Papa.

El hecho de que la Hermana Faustina tuvo tal visión similar en la década de 1930 – mucho antes de que el tercer secreto fuera hecho público, pero años después de que el secreto fue dado (a Lucía) – es un elemento de no poca fascinación.

¿Hay algo diferente ahora? ¿La vida de Juan Pablo II (y la muerte), en asociación tanto Divina Misericordia y Fátima, son una señal? ¿O tenemos un largo camino por recorrer aún?

Fascinante será cómo una Iglesia, que frunce el ceño abiertamente con las profecías de los tiempos finales, manejará sus predicciones.

NOSOTROS TENEMOS QUE COLABORAR HACIENDO NUESTRA PARTE CON OBRAS DE MISERICORDIA
En la actualidad existe poca duda de que debemos:
– alimentar al hambriento,
– dar de beber al sediento,
– vestir al desnudo,
– cobijar a los sin techo,
– visitar a los enfermos,
– visitar a los encarcelados,
– o enterrar a los muertos (las siete obras de misericordia corporales).
Hay a veces las disputas acerca de cómo debería llevarse a cabo, ya sea por el gobierno, organizaciones benéficas privadas, y / o trabajos personales. También hay desacuerdo acerca de cómo exactamente se debe entender cada obra. Por ejemplo, algunos piensan que el cuidado de los moribundos puede incluir la eutanasia y el cuidado de la salud de las mujeres debería incluir el  aborto. Sin embargo el punto general sigue siendo que no puedo pensar en una sola persona que conozca, religiosa o no, que piense que las obras de misericordia corporales pueden o deben descuidarse. Este es un gran homenaje a la cultura cristiana y uno de los pocos de sus pilares que quedan en el Occidente post-cristiano.

DEBEMOS RECORDAR LAS OBRAS DE MISERICORDIA ESPIRITUALES
Pero hay una cuestión diferente hoy en día con las obras de misericordia espirituales.
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Incluso en la Iglesia rara vez se mencionan
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Muy pocos católicos incluso catequizados razonablemente, podría enumerar las siete obras de misericordia espiritual muchos ni siquiera podría ser capaz de llegar a más de uno o dos.

Para el registro, las Obras de Misericordia Espirituales son las siguientes:
Enseñar al que no sabe
Dar buen consejo al que lo necesita
Corregir al que está en error
Perdonar las injurias
Consolar al triste o dolorido
Sufrir con paciencia los defectos de los demás
Rogar a Dios por vivos y difuntos
Aquí hay una gran brecha en el pensamiento nuestro.
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Tenemos la tendencia a reducir la caridad con el cuidado de los cuerpos de la gente, olvidando las necesidades de sus almas.
De hecho este descuido a menudo resulta contraproducente, ya que muchas de las obras de misericordia corporales son necesarias debido a defectos del alma. Algunos (no todos) están presos, son pobres, hambrientos, sedientos, desnudos, y así sucesivamente, pero como resultado de cuestiones espirituales profundas en la vida o en la cultura en general. Sin embargo fácilmente pasamos por alto estas cuestiones espirituales. Uno podría excusar al mundo materialista secular de este descuido, pero para nosotros que somos creyentes no hay realmente ninguna excusa.
Es sorprendente que casi nunca les pedimos a los pobres que asistimos que vengan a la iglesia o a escuchar un sermón. 
La mayoría de los trabajos católicos en los pobres son casi indistinguibles de los del gobierno o de los no creyentes.

¿Los pobres no tienen almas, que también necesitan atención? ¿Es que nunca necesitan el estímulo y la instrucción o reprensión y corrección? ¿Por qué esto tan rara vez se incluye en nuestro acercamiento a los pobres?
Es difícil de decir, pero parece que hemos tratado de imitar las prácticas de las agencias gubernamentales, más que nuestra propia tradición católica.
Por supuesto que no sólo los pobres están en necesidad de las obras de misericordia espirituales. Todos nosotros somos mendigos ciegos ante Dios. Es aún más importante, entonces, que las obras de misericordia espirituales sean más ampliamente conocidas y practicadas de forma activa, ya que la necesidad de ellas es universal. Además, aunque el cuerpo puede sufrir por carencias, el alma puede perderse por toda la eternidad, a falta de las obras espirituales. De ahí la necesidad que no sólo sean más amplias sino más profundas y eternas en sus consecuencias.

¿Debemos poner énfasis en practicar obras de misericordia corporales? ¡Por supuesto!

Pero no debemos descuidar las obras de misericordia espirituales, como tan a menudo hacemos.

NO DEBEMOS DESCUIDAR LAS OBRAS DE MISERICORDIA DE ADVERTIR AL PECADOR
La palabra que se usa en la Biblia es “amonestar” viene del verbo latin monere que significa advertir, aconsejar, o alertar ante una amenaza o peligro. Como tal, su objetivo es el bien de la otra persona, es un acto de amor y preocupación.
Amonestar o advertir al pecador no es menospreciarlo o humillarlo, sino más bien alertarlo sobre el peligro de un curso de acción pecaminosa. 
En nuestra cultura, por desgracia, amonestar al pecador ha caído en desgracia por numerosas razones. Filosóficamente y sociológicamente, muchos han relegado la mayor parte de la moral al ámbito de la opinión privada. Amonestar es visto por muchos como un intento de imponer sus valores a los demás, o como una especie de juicio injusto o arbitrario.
Desde un punto de vista psicológico, vivimos en tiempos de mayor sensibilidad.
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Tiempos en que muchos toman las críticas de su comportamiento muy personalmente.
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Y tienen dificultades para distinguir entre las preocupaciones por la conducta y la falta de respeto a la persona.
Si uno expresa preocupaciones sobre las madres solteras, a menudo dicen que se ofende a los pobres, a los grupos minoritarios, a las mujeres, etc. No importa que muchos males sociales graves provengan de los niños que no viven en un hogar con ambos padre y madre. Hoy en día, cualquier crítica de este comportamiento obviamente problemático, se toma muy personalmente por muchos. Lo mismo es cierto en gran medida con el aborto. Aquellos que advierten en contra de esto a menudo se dice que ofenden a las mujeres. Y no necesitamos describir la ira y la indignación generada cuando se amonesta contra el comportamiento homosexual. Tan profunda es la política de identidad con este comportamiento que en algunos países es ilegal hablar de actos homosexuales como pecaminosos. Estos son sólo los ejemplos más evidentes de un problema que se ha convertido en muy arraigado en nuestra cultura.
A la gente no les gusta ser corregida y hoy en día a menudo toman la corrección muy personalmente. 

En el sitio de la Divina Misericordia Dr. Robert Stackpole observa: El problema es que vivimos en una sociedad dominada por personas que no han hecho ningún progreso psicológico o moral real. Por lo tanto, tropiezan en la vida con una comprensión adolescente del amor. Ser “amado”, para ellos, significa que se afirme en todo lo que quieren hacerAun así, la obligación sigue siendo para nosotros los creyentes, tanto amonestar a los pecadores como aceptar la amonestación nosotros mismos. Debemos recordar que el objetivo no es criticar ni discriminar a la persona. Tampoco es el objetivo ganar una discusión o sentirse superior.
El objetivo es ganar el pecador para que vuelva de un camino destructivo y anunciar el perdón de los pecados a disposición de todos los que se arrepienten.
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El objetivo es la salvación. 
Como tal, amonestar a los pecadores es llamar cariñosamente a las personas en peligro y atraerlos de vuelta desde el borde del abismo.

ALGUNAS CITAS DE LA ESCRITURA QUE LLAMAN A AMONESTAR A LOS PECADORES
Amonestar al pecador es una obra esencial de gracia y amor, que se nos ordena. Esto es central hoy para ser cadena transmisora de la Misericordia de Dios. Estos son algunos pasajes relevantes de la Escritura.

Jesús dijo: “Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo”. (Mateo 18: 15-18).

Jesús nos enseña a hablar con un hermano pecador para convocarle al arrepentimiento. “Hermanos, si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes, los que están animados por el Espíritu, corríjanlo con dulzura. Piensa que también tú puedes ser tentado. Ayúdense mutuamente a llevar las cargas, y así cumplirán la Ley de Cristo”. (Gálatas 6: 1-2).

Nótese que estamos llamados a reconocer cuando una persona se ha visto superada por el pecado para corregirlo. Ten en cuenta, también, que el texto nos advierte de hacerlo en un espíritu de mansedumbre; de lo contrario podemos pecar en el proceso mismo de corregir al pecador. “Hermanos míos, si uno de ustedes se desvía de la verdad y otro lo hace volver, sepan que el que hace volver a un pecador de su mal camino salvará su vida de la muerte y obtendrá el perdón de numerosos pecados”. (Santiago 5: 19-20).

El texto muestra que tanto el corregido como el corrector son beneficiarios de la corrección fraterna bien ejecutada. “No odiarás a tu hermano en tu corazón; deberás reprenderlo convenientemente, para no cargar con un pecado a causa de él”. (Lev 19:17)

El texto nos indica que negarse a corregir a un vecino que peca es una forma de pecado. En su lugar, se nos instruye a amar a nuestros vecinos y no pecar por culpa de ellos. “Si alguno no obedece a las indicaciones de esta carta, señálenlo, y que nadie trate con él para que se avergüence. Pero no lo consideren como a un enemigo, sino repréndanlo como a un hermano”. (2 Tesalonicenses 3:14-15)

Ten en cuenta que el pecador no pierda su dignidad; él debe seguir siendo considerado como un hermano, no un enemigo.

Un texto similar (2 Tesalonicenses 3: 6) dice: “Les ordenamos, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que lleve una vida ociosa, contrariamente a la enseñanza que recibieron de nosotros”. Una vez más, amonestar cuando eso se convierta en necesario.

Y Colosenses 3:16 agrega: “Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados”.

Un texto similar (2 Tim 3:16-17) dice: “Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien”.

Y en la carta a los Tesalonicenses Pablo dice: “Los exhortamos también a que reprendan a los indisciplinados, animen a los tímidos, sostengan a los débiles, y sean pacientes con todos. (1 Tesalonicenses 5:14). En este caso, la corrección fraterna es descrita como amonestar, animar, y sostener. También exhorta a la paciencia en estas obras. ¡Señor, dame el coraje y la humildad para amonestar a los pecadores y la gracia de hacerlo con amor. Además, ayúdame a tener el coraje y la humildad para aceptar la corrección de mí mismo, y concédeme la gracia de verlo como un acto de amor!

Fuentes:
Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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