Cuando recibimos una profecía, tenemos que alinear nuestros
hábitos, nuestras decisiones y nuestros planes para ayudar a que la palabra
profética se manifieste.
A veces las profecías parece que no llegan a ocurrir por las
decisiones erróneas de los que oyen o reciben la profecía. Nuestras malas
decisiones pueden cambiar nuestro destino, aunque Dios quisiera otra cosa
diferente para nosotros. Las malas decisiones pueden abortar una profecía.
Moisés tomó una mala decisión que comprometió su destino, ya que se suponía que
debía guiar al pueblo no sólo sacándolo de Egipto, sino también adentrándolo en
la Tierra Prometida. Sin embargo, golpeó a la roca en vez de hablarle, como
Dios le había ordenado: “Entonces alzó Moisés su
mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió
la congregación, y sus bestias. Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no
creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto,
no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado.”
(Números 20:11-12) Esta costosa decisión hizo que Moisés
abortara una parte de su destino. El momento de ira de Moisés le hizo perder lo
mejor de Dios. Ignoró las instrucciones y pautas que le fueron dadas. A veces,
lo que Dios habla o planifica proféticamente no sucede por las decisiones que
toma la gente. Muchas veces la gente puede recibir una palabra profética, pero
como sus decisiones no están en línea ni apoyan la palabra profetizada, la
profecía queda abortada.
Cuando hacemos algo diferente de lo que Dios dice,
respondiendo en la carne, la operación de lo profético puede verse afectada de
una forma negativa. Incluso naciones pueden abortar la palabra del Señor cuando
no obedecen lo que Dios habla. Eso ocurrió con la nación de Israel. Dios
profetizó muchas veces a través de sus profetas cuál era su plan para Israel.
Era un plan profético de bendición, pero debido a las decisiones del pueblo,
las palabras profetizadas fueron cortadas.
Esto nos sucede también a nosotros en lo personal.
Cuando recibimos una profecía, tenemos que alinear
nuestros hábitos, nuestras decisiones y nuestros planes para ayudar a que la
palabra profética se manifieste. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de
abortar la profecía. No significa que la profecía no sea certera, sino que no
obedecimos la profecía y, por tanto, tuvo que ser abortada. Apocalipsis 22:18-19 nos advierte de no añadir a la palabra
profética de Dios ni quitar nada de Otra razón por la que las profecías parece
que no se cumplen es simplemente porque no las entendimos o las interpretamos
mal. A veces añadimos a la profecía sin darnos cuenta. Creo que por eso ella. A
veces lo hacemos al oír sólo de la profecía las cosas que nos gustan o queremos
oír. En otras palabras, nos gusta la parte que nos dice que vamos a prosperar y
ser bendecidos, pero no nos gusta oír palabras que nos avisan de que cambiemos.
¡En este caso, es fácil poner de nuestra propia
cosecha en la profecía!
A veces, cuando oímos una palabra, simplemente no escuchamos
con atención, y sólo oímos una porción de lo que se dijo, corriendo así el
riesgo de no manejarla bien porque solamente respondemos a parte de ella. Por
ejemplo, Dios profetiza que va a bendecirnos si oramos diligentemente. Puede
que sólo oigamos su idea de bendecirnos, pero si fallamos en sintonizar con la
parte sobre la oración, puede que terminemos sin orar por ello y luego nos
preguntemos dónde fue a parar su bendición. Sería fácil suponer que la profecía
era errónea cuando, de hecho, probablemente era correcta.
Interpretar mal la profecía ha hecho que mucha gente suponga
erróneamente que una profecía no sucedió. A veces interpretamos mal porque no
oímos sobre ella cuando ésta se cumple. Yo he dado ciertas profecías sobre
eventos mundiales, pero como la gente no ha oído de ese acontecimiento en las
noticias o en algún otro reportaje, automáticamente suponen que no era cierto.
Si queremos juzgar bien la palabra, necesitamos estar muy seguros de oírla
bien, asegurarnos de que entendemos totalmente el mensaje y luego orar por
ello.
Por
Hank Kunneman
No hay comentarios:
Publicar un comentario