En torno a la
Navidad, han surgido a lo largo de la historia de la Iglesia algunos símbolos
que todos usamos y reconocemos.
Por: Andrés D' Angelo | Fuente: Catholic-link.com
Estamos transitando el tiempo de Adviento, preparándonos para la
Navidad. El Adviento y la Cuaresma son los dos tiempos penitenciales que nos
propone la Iglesia como preparación y anticipación de la Navidad y de la Pascua
respectivamente. Las fiestas grandes
requieren grandes preparaciones, y cuando se vive la preparación
adecuadamente el fruto de la fiesta se multiplica al infinito.
Pero además cuando la realidad que festejamos es
grande, cuando su significación espiritual es muy importante, la tradición de
la Iglesia incorpora algunos símbolos materiales para prepararnos mejor, para
que tengamos un asidero que nos eleve a las realidades espirituales que
contemplamos. La Iglesia tomó algunas
tradiciones de los pueblos que fue evangelizando, o creó sus propias formas de “materializar” estas realidades espirituales, a
modo de catequizar y de darnos medios visibles que nos ayuden a acercarnos al
Misterio. Los humanos necesitamos de este tipo de símbolos.
En torno a la Navidad, han surgido a lo largo de la historia de la Iglesia algunos
símbolos que todos usamos y reconocemos. Pero no siempre sabemos su historia, o
cómo utilizarlos mejor para adentrarnos en la espiritualidad navideña.
El
árbol navideño es el signo más visible y frecuente de la
Navidad, pero no siempre le damos un sentido religioso. El mundo comercial se
ha apropiado del árbol como un signo de “las
fiestas”, quitándole al nacimiento de Nuestro Señor el protagonismo. En
muchas casas se acostumbra que el niño más pequeño sea el que pone la estrella
en la punta del árbol. Otras familias lo arman rezando los misterios de gozo,
otros piden al párroco la bendición del pesebre y del árbol. Otras familias le
dan un adorno a cada niño y se rezan preces por cada adorno que se cuelga: con
los azules, oraciones de arrepentimiento; con los plateados, de agradecimiento;
con los dorados, de alabanza y con los rojos, de petición. No importa la
tradición que usemos en nuestra familia, lo importante es recordar que el árbol de Navidad es un símbolo
católico y que debemos recuperar su sentido.
Otro símbolo de la antigua Europa, y una hermosa
costumbre (que afortunadamente se está recuperando mucho en América) es la corona de Adviento. Ésta nos ayuda a
hacer un seguimiento más intenso del tiempo de los cuatro domingos anteriores a
la Navidad. A medida que vamos prendiendo las velas, vamos preparándonos para
recibir a Nuestro Señor. En cada domingo podemos hacer participar a toda la
familia, preparando una pequeña liturgia, haciendo énfasis en un aspecto
particular del tiempo de Adviento. Nuestros amigos de ACIPrensa han preparado una hermosa liturgia para cada
domingo.
El último, pero no por ello menos importante, el
pesebre o nacimiento. Ésta es una tradición
iniciada por el gran San Francisco de Asís y que los franciscanos
extendieron rápidamente por todo el mundo. En sus primeros años eran “pesebres vivientes” y luego se convirtió en una
representación a escala con figuras de barro cocido, yeso o cera. Cada familia
vive el pesebre a su modo, algunas familias cada domingo de Adviento le van
agregando figuras teatralizando la historia para los más pequeños. El nacimiento
es por supuesto, el símbolo emblemático del día de Navidad, cuando se pone
finalmente el niño en el nacimiento, y la familia se congrega para cantarle
villancicos y canciones típicas de cada país.
Nos gustaría saber en los comentarios cómo
celebran la Navidad en sus familias y países. ¿Cuáles
son las oraciones o villancicos preferidos para este tiempo litúrgico?, ¿cómo
enriquecen la liturgia en sus casas o parroquias?
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