Lo señala en su autobiografía
La esposa del
anterior Presidente de los Estados Unidos ha sorprendido a los lectores de sus
memorias, al mostrar que consideraba que sus hijos no nacidos eran personas. Al
mismo tiempo, sin embargo, defendía el derecho a acabar con la vida de esos
niños en el caso de otras madres.
(InfoCatólica) Este mes de noviembre, la
editorial norteamericana Crown publicó las memorias de Michelle Obama, esposa del ex Presidente de los
Estados Unidos Barack Obama. En el libro, que inmediatamente se convirtió en un
best-seller con más de un millón de
ejemplares vendidos durante la primera semana, la ex Primera Dama habla tanto
sobre su período en la Casa Blanca como sobre su vida anterior.
Uno de los párrafos más
intrigantes de esta autobiografía, titulada Becoming
y caracterizada por sus intensos tonos
feministas, se refiere a la experiencia del segundo embarazo de la Sra.
Obama, descrita como «mi privilegio, el don de ser
mujer». Llamativamente, Michelle Obama describe así a la niña no nacida:
«Teníamos
nuestras vidas exteriores, pero ahora estaba sucediendo algo en el interior, un bebé creciendo, una niñita […] esta
pequeña vida naciente que ahora me daba codazos y presionaba mi vejiga con su
talón. Nunca estaba sola ni me sentía
sola. Ella estaba allí, siempre, mientras yo iba en coche a trabajar o
cortaba las verduras para hacer una ensalada o estaba tumbada por la noche en
la cama, leyendo, por enésima vez Qué esperar cuando estás esperando».
Como han señalado varios
activistas provida, en este párrafo se reconoce
claramente que los niños no nacidos son precisamente eso, niños, personas,
alguien y no algo, porque un simple montón de células no puede evitar que nos
sintamos solos, ni es «ella», ni mucho menos
puede ser una «niñita» o un «bebé». Es imposible no percibir el contraste
entre estas afirmaciones de la Sra. Obama y su postura pública a favor del
derecho a acabar con la vida de los no nacidos.
Su esposo, Barack Obama, fue
quizás el Presidente más favorable al
aborto de la historia de los Estados Unidos. Sus campañas contaron
siempre con el apoyo, moral y económico, de los grandes lobbies abortistas
norteamericanos, como NARAL Pro-Choice America y
Planned Parenthood. Antes de ser elegido para la Presidencia, como
parlamentario del estado de Illinois, defendió siempre el «derecho a elegir» (eufemismo para el «derecho al
aborto») y votó en repetidas ocasiones a favor de dejar morir a los niños que hubieran nacido vivos sobreviviendo a un
aborto. Ya siendo Presidente, cuando se le preguntó sobre el momento en
que empezaba la vida humana respondió evasivamente, diciendo que esa pregunta «superaba sus competencias» (above my pay grade). Eso
no le impidió apoyar en todo a Planned Parenthood, la organización dedicada a
acabar con esas vidas que no sabía si eran humanas o no, ni aprobar numerosas
políticas favorables al aborto. Por ejemplo, en 2009 rescindió la Política de
Ciudad de México, que evitaba que los fondos federales norteamericanos se
destinaran a organizaciones que realizaban abortos. Asimismo, criticó al
Tribunal Supremo por aprobar algunas restricciones para la terrorífica práctica
del aborto por nacimiento parcial,
en el que se extrae parcialmente al niño del seno materno (generalmente hasta
el ombligo) para envenenarlo o despedazarlo, con la excusa de que todavía está
en parte dentro de la madre y por lo tanto no tiene derecho a vivir.
En sus apariciones públicas,
la propia Michelle Obama se mostró siempre favorable al aborto o «libertad de
elección de la mujer, porque el gobierno no debe inmiscuirse en si una
mujer acepta o no la sagrada responsabilidad de la maternidad». También
rechazó la prohibición del aborto por nacimiento parcial, que consideró «legítimo», y apoyó el derecho a abortar niños en los últimos meses del
embarazo, cuando ya están perfectamente formados. Es difícil cuadrar
esto con sus afirmaciones en el libro, que muestran claramente que la mujer
embarazada ya es madre y, por lo tanto, la única forma de no aceptar esa «sagrada responsabilidad de la maternidad» sería
eliminar al hijo que ya lleva en su seno.
Las palabras de la ex Primera
Dama también contrastan con otra revelación del libro: después de un aborto
natural, las dos hijas del matrimonio fueron concebidas mediante fecundación in vitro, una técnica que
suele conllevar la eliminación de multitud
de embriones «sobrantes».
A menudo, los activistas
provida defienden que la postura
favorable al aborto es principalmente ideológica, porque cualquier madre
sabe que lo que lleva en su seno es un niño y no un puñado de células.
Sorprendentemente, la autobiografía de Michelle Obama constituye un potente
argumento en favor de esa tesis provida y socava sustancialmente la postura «pro-choice» tomada por la propia autora en
su carrera política.
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