Elia Stelluto, el monaguillo que hacía
misa con el santo, veía los estigmas y sacaba fotos.
El Misterio del Padre Pío utiliza muchas fotos
inéditas que hizo este muchacho en los años 50, Elia, su monaguillo.
Viernes
23 de noviembre: se estrena la película El Misterio del Padre Pío en cines
de unas 40 ciudades españolas.
(La lista de cines se puede consultar en la web
elmisteriodelpadrepio.es ; aquí publicamos una reseña
sobre la película y los milagros que
cuenta y nos asombran).
Es una
película ágil, sin narrador, que deja hablar a los testigos. Durante 90
minutos, los espectadores de este documentadísimo
trabajo se asoman, como si fuera un thriller de investigación, a un enigma por
resolver, que puede llevar a un misterio para contemplar.
El enigma
es: ¿el
padre Pío de Pietrelcina, monje franciscano, es un histérico, o es un estafador
implicado en asuntos turbios, como dicen sus enemigos? Entre sus
detractores hay grandes cristianos, por el médico sacerdote Gemelli, un antiguo
ateo pero ahora hombre de fe sincera y amigo del Papa. ¿O de verdad el padre Pío sufre los estigmas
de Cristo, pierde sangre pero no se debilita, puede leer los corazones y
realiza milagros y curaciones asombrosas? Y el misterio a
contemplar es este: si Dios interviene de forma tan asombrosa y milagrosa a
través de San Pío de Pietrelcina, ¿no significa eso
que Él está cerca de nosotros, y puede actuar, y cambiar nuestra vida?
HABLAMOS
CON EL MONAGUILLO DEL SANTO... QUE FUE SU FOTÓGRAFO
El
documental es cine, el cine se hace con imágenes y al padre Pío no le gustaban las fotografías, nunca posó ni dio permisos
para ser fotografiado. La excepción más o menos tácita fue su monaguillo de la misa de las cuatro o
cinco de la madrugada, Elia Stelluto: de él son muchas de las
fotografías que usan los devotos y también muchas de las que, por primera vez,
salen a la luz en El Misterio del Padre Pío.
Él estaba
allí, a su lado, en las
misas de madrugada. Fue creciendo con él y así le hizo fotos desde 1947, cuando tenía 12 años, hasta 1954,
cuando con 19 años dejó el pueblo. También más adelante, en otras visitas que
hizo. El padre le dejaba hacer fotos dentro del convento porque lo consideraba
un chiquillo. Elia trabajaba en la tienda de un fotógrafo que era un converso,
uno hijo espiritual del Padre Pío, y que tenía una tienda de artículos
religiosos e imágenes del Padre, puesto que él atraía multitudes de peregrinos. "Haciendo
grandes sacrificios, logré comprar una
pequeña cámara, Condoretta, la más barata que había en el mercado, y
tomé las primeras fotos al Padre Pío".
El jefe
del joven Elia le alentó a hacer fotos dado que el monje se lo permitía. Ahí
surgieron miles de imágenes, muchas de
las cuales ilustran el documental y así nos ponen cerca del santo. Como
decía el fotógrafo Robert Capa: "si tu foto no
es lo suficientemente buena, no estás lo suficientemente cerca".
Pero Elia Stelluto sí estuvo muy cerca.
Dos niños impactados por el padre Pío; Elia fue su monaguillo y fotógrafo en los años 40 y 50; a su lado,
Matteo Pío Colella fue el niño curado
milagrosamente en el año 2000 por intercesión del Padre Pío, lo que
permitió canonizarlo en 2002; ambos cuentan sus historias en El Misterio del
Padre Pío.
MISA
A OSCURAS, CON SOLO DOS VELAS... PERO FOTOS LUMINOSAS
Elia
Stelluto hoy nos enseña sus fotos de la Condoretta de los años 40 y 50 en un
potente iPhone. "Fíjate qué luminosidad, qué
claridad, qué definición... pues bien,
estas fotos yo las hacía en misa, que se celebraba de noche, en el templo sin
luz, sin electricidad, en la oscuridad, solo con dos velas, sin flash.
Esta luz es sorprendente", explica a ReL.
Solo una
vez usó un flash, porque su jefe -devoto del santo- quería una foto de los estigmas en misa. El flash sorprendió al
santo, se asustó y no entendía de donde había salido. El muchacho le pidió
perdón por asustarlo. El santo le dijo "no utilices ese trasto, no lo necesitas"
(el flash). Y, efectivamente, siguió haciendo fotos de buena calidad, sin
flash, pese a la escasez de luz.
LA
ENFERMEDAD LLEGÓ A LA FAMILIA: FE Y CIENCIA
Tras toda
una vida como devoto y divulgador del padre Pío, la enfermedad toco a la puerta
de Stelluto y su familia. En 2009 a su hermana Maria se le diagnosticó una
grave leucemia. "Me
daban dos meses de vida", explica
María a ReL, en español con acento de Argentina, donde vivió muchos
años.
"Mi familia entera, y mi hermano, y yo con fe, rezábamos al Padre
Pío. También entregaba mi sufrimiento al Señor, como el padre Pío enseñaba en
el hospital que fundó. Rezábamos con sus reliquias. En mi caso, la ciencia y la
fe fueron juntas. Los dos meses se
alargaron, alargaron, usaron células estaminales conmigo. Pero de los
otros enfermos que me acompañaban, la
única que sigue viva hoy soy yo". Nos
muestra también un rosario: se lo trajeron de Medjugorje durante la enfermedad
y es el que usa hoy.
Elia nos
explica que cuando él rezaba al Padre Pío en su cripta, por su hermana, le
hacía "un poco de chantaje": "Te necesitamos, Padre Pïo, mira que llevo
toda la vida difundiendo tu mensaje y para eso necesito a mi hermana, porque
ella me ayuda mucho". Pero en realidad intentar chantajes, por así
decirlo, no tiene mucho sentido. A mi hermana le ha ayudado la oración de
muchos grupos que rezaron por ella".
EN
EL CONFESIONARIO CON EL PADRE PÍO: LA GUERRA NO ES EXCUSA
Haber
sido monaguillo durante años de un cura santo y milagroso deja huella. También
haberse confesado con él, que confesó a multitudes y desde el confesionario
producía conversiones y milagros asombrosos. Elia confirma que aunque el Padre
Pío era jovial y alegre, a veces incluso bromista, en el confesionario podía
ser estricto.
En cierta
ocasión, durante la Segunda Guerra Mundial, antes de ser monaguillo, Elia fue a
confesarse con él.
- ¿El domingo fuiste a misa? -preguntó el fraile.
- No, padre.
- ¿Y por qué no?
- Pues, por la guerra -dijo el niño, convencido de que era buena excusa.
- Pero la guerra no ha llegado a esta iglesia -dijo el santo, nada impresionado.
- No, padre.
- ¿Y por qué no?
- Pues, por la guerra -dijo el niño, convencido de que era buena excusa.
- Pero la guerra no ha llegado a esta iglesia -dijo el santo, nada impresionado.
"De hecho, el pueblo de al
lado fue bombardeado pero en San Giovanni Rotondo no cayó nunca ni una bomba",
recuerda Elia.
Ya siendo
monaguillo, el padre Pío le negó la absolución en cierto momento porque veía
que no estaba realmente arrepentido y no valoraba de verdad el perdón. Él
acudía como monaguillo allí cada día a la misa de las cuatro de la madrugada,
luego intentaba confesarse en la confesión semanal y el padre Pío le echaba y le decía "búscate
otro confesor". Elia se enfadó y decidió dejar de ir a misa con
esos madrugones... "pero me desvelaba
igual, así que continué yendo". Pasados seis meses, ya con otra mentalidad, Elia entendió el valor
de la confesión y el padre le absolvió.
Elia y su
hermana Maria son solo dos de la nube de testigos que cuentan sus experiencias
con el Padre Pío en el nuevo documental. Es a través de ellos que conocemos su personalidad afable pero firme, su poder
asombroso para transformar a las personas, su paciencia ante una persecución
pertinaz y su capacidad para influir en el mundo y las multitudes sin salir de
su convento.
El hombre
de la misa escondida, oculta, a oscuras con dos velas, es ahora el protagonista
de una historia luminosa contada
con imágenes que iluminan el corazón
de los que la ven.
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