sábado, 24 de noviembre de 2018

¿CÓMO PODEMOS TENER LIBRE ALBEDRÍO SI DIOS LO SABE TODO?


Conocer no es lo mismo que determinar.

Por: Dante A. Urbina | Fuente: danteaurbina.com
PREGUNTA:
“¡Hola! Tengo una duda teológica: con respecto al término omnisciencia, ¿cómo se puede explicar que Dios todo lo sabe cuando hay seres con libre albedrío que pueden determinar qué hacer y cómo comportarse en su entorno? Sabemos que la omnisciencia se refiere a saber todo acerca de la creación y sus formas; pero, ¿cree usted que la omnisciencia alcanza la libertad de pensamiento y acción que tienen los hombres que repercute en las decisiones que ellos mismos toman? Por ejemplo, ¿Dios sabe si uno va a ser pobre o rico?”.
SD – Costa Rica

RESPUESTA:
Te agradezco por tu consulta pues permitirá resolver una cuestión filosófica que en algún u otro momento ha atormentado a muchos: cómo conciliar la Omnisciencia divina con la libertad humana. En efecto, son varias las personas que se han preguntado cosas tales como “¿Cómo podemos tener libre albedrío si Dios ya sabe lo que vamos a hacer?” o “¿Cómo puede Dios saberlo todo si es que tenemos libre albedrío?”.

Pues bien, comencemos con la definición de Omnisciencia. En mi libro ¿Dios existe?: El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer especifico la definición de cada uno de los atributos divinos y cómo se deducen lógicamente a partir del concepto de Dios. Respecto de la Omnisciencia escribo que “Se dice que un ser es omnisciente en cuanto tiene en sí la plenitud y totalidad del conocimiento” (1). En consecuencia, absolutamente nada de lo existente y sus formas puede caer fuera del conocimiento divino. Dios lo sabe todo.

Ahora, pasemos a la cuestión: ¿hay contradicción necesaria entre la Omnisciencia y el libre albedrío? De ningún modo. Y esto por una razón muy sencilla: porque un acto libre puede ser perfectamente conocido como precisamente eso, como “acto libre”, y, por tanto, el que se lo conozca no le quita en nada su cualidad de tal. Pongámoslo con un ejemplo sencillo: imaginemos que vemos en la calle a alguien que libremente está pateando a otra persona, ¿el hecho de que lo estemos viendo quita en algo que su acto sea libre? No. Conocemos su acto como acto libre, y punto. El hecho de que nosotros veamos (conozcamos) el acto de esa persona no implica que nuestro conocimiento lo haya determinado a hacer eso sino que la determinación de su acto viene de su voluntad.

Pero aquí alguno podrá objetar: “Oh, bueno, pero con el caso de Dios es diferente porque él conoce todas las cosas desde antes que sucedan”. Aquí la clave del problema está en la palabra “desde antes”. Sucede que con tal tipo de cláusula se está diciendo como que el conocimiento de Dios es algo que se desarrolla en el tiempo conforme a un esquema de pasado-presente-futuro respecto de distintas cosas. Pero no es así pues Dios y su conocimiento, que se identifica con su ser, no está ni existe en el tiempo sino de modo trascendente al tiempo. A diferencia de lo que sucede con nuestros procesos cognitivos, Dios “ve las cosas simultánea y no sucesivamente” (2). Así que Dios no conoce en un “antes” en el sentido temporal sino que desde su conocimiento eterno abarca en un solo acto todos los sucesos temporales.

Pongamos un ejemplo adicional para ilustrar bien este último aspecto. Imaginemos que, por alguna razón, se me concede el don de la Omnisciencia y, por tanto, tengo simultáneamente el conocimiento de todo lo pasado, presente y futuro. Dentro de eso conozco, por ejemplo, que para el año 2080 un joven X elegirá libremente casarse con una muchacha Y. Ahora, sucede que estoy conociendo tal acto como acto libre. El joven podría haber elegido casarse con cualquier otra muchacha, pero en la realidad se ha dado que, de entre todas las opciones potenciales, él eligió libremente casarse con la muchacha Y. De este modo, la omnisciencia simplemente implica esto: que yo, al conocer todo lo real (en este ejemplo hipotético), conozco que el joven realizará esa elección libre por el simple hecho de que tal elección libre es un evento de la realidad. Punto, tan sencillo como eso. Análogamente, pues, Dios conoce absolutamente todos los actos, pensamientos y deseos que libremente surgen en el hombre (así como si tal o cual será “rico” o “pobre”) sin que ello elimine la libertad. Conocer no es lo mismo que determinar. Luego, no hay propiamente contradicción entre Omnisciencia y libre albedrío.

Referencias:
1. Dante A. Urbina, ¿Dios existe?: El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer, Ed. CreateSpace, Charleston, 2016, p. 32.
2. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, I, q. 14, art. 7, rpta.

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