sábado, 17 de noviembre de 2018

¿CÓMO DISTINGUIR SI UN GRUPO RELIGIOSO ES UNA SECTA?


«Sectas» tratan de hacerse pasar por «Iglesias»

La «secta» es un grupo cerrado, tanto a otros creyentes como a la sociedad en muchas de sus estructuras, tiende a ser un gueto de convertidos que pretenden obtener la denominación «iglesia».
(Oropel) La «secta» es un grupo cerrado, tanto a otros creyentes como a la sociedad en muchas de sus estructuras, incluso mostrándose replegada y en ocasiones combativa, según los casos; no pretende la universalidad, sino que tiende a ser un gueto de convertidos e iluminados elitista.
Algunas agrupaciones que los especialistas consideramos «secta» tienen en su denominación la palabra «iglesia». Es de esta forma un argumento utilizado por estos grupos para declararse como «no-sectas», sino como «iglesias». Además con ello se defienden de acusaciones peyorativas mostrando que realmente son una iglesia, como los cristianos en cualquiera de sus denominaciones. Pero… ¿puede ser declarada como secta una iglesia?
EL ORIGEN DE LA CONFUSIÓN
Serían los sociólogos alemanes Max Weber (1864-1920) y Ernst Troeltsch (1865-1923) quienes en los inicios del siglo XX contrapusieron ambos términos, definiéndolos con características opuestas. De esta forma la «iglesia» sería una agrupación de gran membresía, multitudinaria; que mantiene relaciones abiertas, aceptadas y legítimas con la sociedad e incluso con otras agrupaciones religiosas; en ella existe algún tipo de ritual de pertenencia (bautismo) que se imparte incluso a personas sin la edad suficiente para tomar sus propias decisiones (niños); pretende universalizarse y alcanzar total difusión; no procura mantener los más altos cánones de comportamiento y observancia religiosa entre sus miembros, aspecto ligado al anterior, para así poder llegar a todo tipo de personas en todas las culturas.
Por el contrario, la «secta» es un grupo pequeño, cerrado, tanto a otros creyentes como a la sociedad en muchas de sus estructuras, incluso mostrándose replegada y en ocasiones combativa, según los casos; no pretende la universalidad, sino que tiende a ser un gueto de convertidos e iluminados elitista; se entra en el grupo por una conversión en la vida adulta y la pertenencia significa un cumplimiento exigente moral y religioso.
Aunque esta exposición de contrarios haya sido superada y desde sus mismos inicios fuera criticada por otros autores hemos de decir que esta polarización dicotómica sigue funcionando en gran parte hoy en día entre la población, llevando a muchas agrupaciones sectarias a buscar la denominación de «iglesia» para lavar su verdadera cara y comportamiento, y más cuando la calificación de ser «grupo sectario» es altamente negativa hoy en día y desde hace más de medio siglo.
El sacerdote don Manuel Guerra, en su «Diccionario Enciclopédico de las Sectas» afirma que «no pocas  ̏sectas˝ se llaman  ̏iglesia˝, por ejemplo 171 de las descritas en esta obra [aumentadas en 13 en la ampliación del mismo diccionario], a pesar de las notas diferenciales entre ambas realidades y conceptos […] Lo suelen hacer por fines tácticos o proselitistas y de asimilación a la Iglesia católica».
Por otro lado, no podemos negar que en la ciudadanía lo normal a la hora de distinguir y de entender lo ajeno es hacerlo en base a lo conocido, aunque se realice de manera subjetiva. Es por ello que para entender a las sectas psicológicamente los procesos mentales lleven a compararlas con las religiones, y en el contexto de Occidente, el concreto con el cristianismo, con la Iglesia, quien ha modelado y sigue configurando el universo mental de sus ciudadanos, que han ido viendo cómo multitud de agrupaciones confusas, borrosas y también llamativas y a veces extravagantes han ido poblando su espacio geográfico desde el pasado siglo XX.
ALGUNOS EJEMPLOS
Dos de las sectas más grandes en el mundo, y en muchas ocasiones las mayores en muchos países occidentales son los Testigos de Jehová, cuyo nombre completo es Testigos Cristianos de Jehová, y los mormones, cuya denominación es Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Y, sin embargo, todos los especialistas en sectas las califican como sectas.
Jamás han sido cristianos, nunca han pertenecido ni a la Iglesia católica, ni ortodoxa, pero ni incluso a ninguna denominación del protestantismo, a pesar de la gran diversidad existente en estas últimas. Ni ahora ni nunca. No son reconocidas por la cristiandad como iglesias cristianas, a pesar de manifestar con su denominación que lo son, o pretender serlo adjudicándose dicha etiqueta.
Ahondando más, ¿qué decir por ejemplo de la desorientación (¿se trata de una secta o de una iglesia?) que puede producir en cualquiera saber que un determinado grupo se llama Iglesia Cristiana Milenarista (que es realmente una escisión de los Testigos de Jehová) o Iglesia de Cristo (que no es sino un grupo desgajado del tronco inicial del mormonismo), Iglesia del Cordero de Dios (también otro desgajamiento del mormonismo), Iglesia de la Ciencia Esencial (corporación de corte espiritista) o Iglesia de la Fuente Eterna (congregación esotérica de corte religioso egipcio).
Posiblemente sea la secta Cienciología quien más ha luchado, y continúa en ello, por su reconocimiento como «iglesia». Se afirma que su fundador, Lafayette Ronald Hubbard (1911-1986), tras la creación de su sistema pseudo-científico de corte psicológico y también médico Dianética, vio que el mejor modo de protegerse de ataques del colectivo científico que veía absurdas sus ideas era convertirse en una religión, la Iglesia de la Cienciología. Que además le permitía una serie de garantías legales y beneficios con la Hacienda Pública.
Así, un mismo grupo, Cienciología, según los países es denominado iglesia (España, Portugal, Nueva Zelanda, Suecia…), mientras que otros lo han calificado como secta (Francia, Chile,…), si bien los matices, apreciaciones y status jurídico es sumamente diferente en cada Estado.
ENTONCES, ¿EN QUÉ QUEDAMOS? ¿SON SECTAS O SON IGLESIAS?
Es claro y nítido tras este breve repaso de algunos ejemplos el deseo de enmascararse y hacerse atractivo usando del calificativo «iglesia» por parte de algunas agrupaciones que en circunstancias normales serían calificadas como agrupaciones sectarias.
El proselitismo engañoso es una característica básica del comportamiento sectario. Ofrece algo atractivo, un señuelo, que suele ser el mundo trascendente y religioso, lo utópico, lo idealista, lo paradisíaco, manteniendo al mismo tiempo un mimetismo, es decir, haciéndose pasar el grupo por lo que no es.
Esta y no otra es la razón por la que la pretensión de que un grupo desee con vehemencia y fuerte afán jurídico y social el lograr la denominación de «iglesia» puede ser el mejor indicio de su verdadero rostro, no ser sino una secta en realidad, muy al margen de su nomenclatura y a pesar de ella. Es cierto que no todas agrupaciones sectarias son igualmente destructivas, hay grupos más inocuos y otros más peligrosos, pero el proselitismo engañoso, no mostrar su verdadero rostro, es el denominador común en todas ellas.

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