sábado, 10 de noviembre de 2018

10 PROPUESTAS PARA CONSTRUIR UNA BUENA DEFENSA ESPIRITUAL CONTRA EL MAL


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La mayoría de nosotros puede sentirlo. Cuando algo está trabajando en contra de nosotros en momentos en que perseveramos. De pronto la paz de nuestra alma o gozo en el Señor es oprimido por la pesadez, la negatividad y las tentaciones.
Muchas personas experimentan situaciones en las que se plantea esa lucha.
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Las amistades se rompen abruptamente, malentendidos en familias o grupos causan división, suceden accidentes extraños, ocurren giros imprevisibles y molestos y las vías están bloqueadas.
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Es imprudente asumir siempre que estos son debido a las influencias diabólicas.
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Pero a menudo el diablo está en la mezcla.

EL DIABLO EN ACCIÓN
Cuando una persona se convierte en una amenaza para el mundo de los demonios, debido a su amor por Dios y / o alguna buena obra que edifica la Iglesia, el demonio reacciona en el grado que Dios permite. El desorden humano es debido a nuestras debilidades y pecados, pero puede haber una influencia diabólica.
Todos los hombres experimentan la tentación y la mayoría también experimenta la opresión diabólica en algún nivel.
Cristo permitió ser confrontado por el diablo para enseñarnos cómo resistirse a él. A veces es necesario que nosotros personalmente repitamos las palabras de nuestro Señor, “Apártate Satanás”, (Mateo 4:10). La escritura debe estar fácilmente en nuestros labios en defensa de nuestra dignidad y vocación. El bautismo sacramental nos confiere autoridad como hijos de Dios, para que en el nombre de Jesucristo, oremos con eficacia contra los ataques demoníacos.

 10 PASOS PARA CONSTRUIR TU DEFENSA ESPIRITUAL CONTRA EL MAL
Acá van 10 sugerencias para construir una buena defensa espiritual contra el mal.

1 – LA LUCHA ESPIRITUAL ENTRE EL BIEN Y EL MAL ES DIARIA
Se consciente, Satanás existe: “el mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios. El “diablo” (diá-bolos) es aquél que “se atraviesa” en el designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo”. (Catecismo 2851)
Existen espíritus malignos: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6: 11-12).
En la guerra espiritual, el campo de batalla es el terreno de nuestras almas.
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Tener un conocimiento básico de la guerra espiritual es una parte importante para conocer nuestra fe católica.
2 – JESÚS GANÓ LA VICTORIA SOBRE SATANÁS, PERO NUESTRA LUCHA NO HA TERMINADO
Satanás ha sido derrotado pero no destruido. El enemigo ya no es una amenaza para Jesús, pero sigue siendo una amenaza para nosotros: “La victoria sobre el “príncipe de este mundo” se adquirió de una vez por todas en la Hora en que Jesús se entregó libremente a la muerte para darnos su Vida. Es el juicio de este mundo, y el príncipe de este mundo está “echado abajo”. “Él se lanza en persecución de la Mujer”, pero no consigue alcanzarla: la nueva Eva, “llena de gracia” del Espíritu Santo es preservada del pecado y de la corrupción de la muerte (Concepción inmaculada y Asunción de la santísima Madre de Dios, María, siempre virgen). “Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos”. Por eso, el Espíritu y la Iglesia oran: “Ven, Señor Jesús” ya que su Venida nos librará del Maligno” (Catecismo 2853)
Los hijos de la mujer somos nosotros y por lo tanto somos el objetivo de satanás; no tiene otro.
3 – EL PODER DE SATÁN NO ES INFINITO COMO EL DE DIOS
Dios creó a todos los ángeles, incluyendo al ángel lucifer, quien se convirtió en satanás después de rebelarse contra Dios. Satanás es poderoso, pero sigue siendo una criatura: “Satanás, el seductor del mundo entero”, es aquél por medio del cual el pecado y la muerte entraron en el mundo y, por cuya definitiva derrota toda la creación entera será “liberada del pecado y de la muerte”. “Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de Dios le guarda y el Maligno no llega a tocarle. Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del Maligno”. (Catecismo 2852)
El poder de satán no es infinito, no es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura.
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Él no puede impedir la edificación del Reino de Dios.
4 – NO ESTAMOS SOLOS; DIOS ESTÁ CON NOSOTROS CUANDO SOPORTAMOS LAS PRUEBAS QUE VIENEN CON LA GUERRA ESPIRITUAL
Dios Padre está con nosotros. Jesucristo está con nosotros: “somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.
El Espíritu Santo está con nosotros.
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María, los ángeles, los santos y nuestros compañeros miembros vivos del Cuerpo de Cristo están con nosotros.
El Señor ofrece la gracia y la armadura espiritual: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que seáis capaces de estar firmes contra las asechanzas del diablo”. “Somos más que vencedores en Cristo”.

Debido al poder de Jesús, no debemos tener miedo, pero debemos estar atentos:
Sed sobrios y velad; vuestro adversario el diablo, ronda como león rugiente, buscando a quien devorar; resistirle, firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en la fe en todo el mundo sufren los mismos sufrimientos”.
5 – EXISTEN LOS SACERDOTES EXORCISTAS QUE ESTÁN EN EL FRENTE DE BATALLA ASISTIENDONOS
Sacerdotes Exorcistas buscarán causas naturales y si no hay una aparente causa natural, la realidad puede ser que un espíritu no de Dios, está afirmando la opresión sobre las personas y las situaciones. El diablo acosa y nos tienta a traicionar a Dios, a los demás y a nosotros mismos.
Si estas situaciones se deben a la debilidad humana, el pecado o la influencia diabólica, la solución es la misma.
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Debemos unirnos a Cristo, más sacramentalmente y aumentar la oración, para que la gracia de perseverar siempre sea suficiente.
Los padres protegen a sus hijos orando por y con ellos, clamando por ellos sólo para Cristo. Los cónyuges pueden hacer lo mismo uno por otro. Para liberarse de las tácticas demoníacas ordinarias reforzamos inmediatamente nuestra relación con Cristo a través de los sacramentos y la oración. Podemos contar con María, los ángeles y los santos, los que proporcionan defensa espiritual real.
6 – ESTAS SON LAS TÁCTICAS MÁS COMUNES DEL DEMONIO
Las tácticas demoníacas ordinarias pueden incluir lo siguiente. Cuando hay causas naturales para ello, el diablo a menudo las exacerba.
Distancia: en el hogar, en la familia, crea fragmentación, aislamiento, soledad, también en el amor
Engaño: invierte la realidad, falsas promesas, mentiras
División: nos divide a nosotros mismos, a la familia, al hogar, al trabajo, al país, a la iglesia
Diversión: demora, distrae, relativiza, exacerba adicciones o enfermedades
Desaliento: acedia, letargo sobre uno mismo, sobre los demás o sobre la vida interior, cansancio, sentirse abrumado
Agota el Espíritu: drena la energía, cansancio físico extremo sin causa, conduce a la pérdida de tiempo, menos energía, menos oración y devoción
Duda: dudas sutiles a intensas sobre uno mismo, sobre otros o sobre Dios socavan la fe, la esperanza y el amor
7 – EL ARMA MÁS PODEROSA QUE TENEMOS ES LA ORACIÓN
Las armas espirituales utilizadas por un exorcista y su equipo están a disposición de todos los fieles, con la única excepción, el Rito de Exorcismo. El Rito es un sacramental reservado sólo para un sacerdote designado.
Los otros sacramentales utilizados en exorcismo están disponibles para todo el mundo y estos incluyen:
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el crucifijo, agua bendita, la Biblia, los objetos benditos, como rosarios y reliquias de santos.
¿Qué ocurre durante un rito formal de exorcismo? ¡Oración!
El sacerdote y su equipo ofrecen ardientemente oraciones continuas que incluyen la letanía de los santos, el Credo, el Padre Nuestro y el Ave María, el Santo Rosario y la Coronilla de la Divina Misericordia. Vemos su efecto cuando el demonio se ve obligado a salir de la pobre víctima porque no puede soportar la fuerza de la oración.

La oración libera el poder espiritual.
A veces los demonios son más conscientes del poder espiritual de la oración que muchos de nosotros. El maligno prefiere desalojar que permanecer en la presencia de la oración llena de fe. Una cosa que debemos ser muy conscientes durante la oración es que la batalla es del Señor. Él es siempre el jefe exorcista que actúa a través de sus sacerdotes que son guerreros de la oración con el apoyo de un equipo de más guerreros de oración: nosotros que oramos, oramos, oramos. El diablo nos puede burlar por un tiempo, pero con más oración, es más débil. Él queda atormentado por el poder continuo de la oración hasta que prefiere dejar la estancia. La perseverancia en la oración llena de fe es la clave para proclamar la victoria de Jesucristo.
8 – LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA TIENEN MUCHO PODER
San Pedro nos recuerda: “Queridos hermanos, no se sorprendan por el fuego que ha prendido en medio de ustedes para ponerlos a prueba. No es algo insólito lo que les sucede”.
Y también nos dice: “Sean sobrios y estén vigilantes, porque su enemigo, el diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar. Resístanle firmes en la fe, sabiendo que nuestros hermanos en este mundo se enfrentan con persecuciones semejantes”.
No importa que nivel de hostigamiento diabólico podemos estar experimentando: si sufrimos tentaciones ordinarias que son comunes a todos; o la opresión frecuente, que se considera actividad demoníaca ordinaria; o la obsesión que se considera un trastorno espiritual en el que una persona necesita oración de liberación y conversión; o la posesión que es extremadamente rara y requiere el Rito de Exorcismo.
Los sacramentos son la medicina vital para la curación.
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Los sacramentos son reservorios perpetuos que dan vida y la gracia de curación.
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Podemos pedir a Cristo para liberar el poder del Bautismo, de la Confirmación, la Santa Comunión, la Confesión, la Matrimonio o las órdenes sagradas para fortalecer y sanarnos.
9 – PODEMOS REFUGIARNOS EN LA PALABRA DE DIOS
A menudo, durante las oraciones de liberación o exorcismo, el sacerdote le pide a un miembro del equipo que proclame la Palabra de Dios en voz alta. Leemos un pasaje de la Escritura y se hace evidente que el diablo es atormentado por la Palabra viva de Dios. Sabemos que la Palabra de Dios es la espada del Espíritu, que corta del mal. San Pablo nos dice en Romanos, “en todo eso saldremos triunfadores gracias a Aquel que nos amó”. Puede ser útil recordar las armas de combate para la “buena batalla”: El nombre de Cristo (el nombre de Jesucristo proclama su victoria)

Obediencia (la obediencia a Dios confunde al desobediente)
Hacer la voluntad de Dios no la propia voluntad (nuestro sí a Dios libera gracia)
La Reina Madre (María aplasta la cabeza de la serpiente)
La unión con Cristo (la Sagrada Comunión nos une a Cristo)
La pobreza evangélica (la renuncia de honor, riquezas, placer sensual)
La reconciliación (la curación por la misericordia)
La vida ordenada (vida ordenada a Cristo se convierte en armadura espiritual)
Rechazar a satanás (resistid al diablo y huirá)

10 – DEBEMOS ESTAR PRECAVIDOS VIGILANDO Y AYUNANDO
El descuido, la presunción, la negación, la auto-indulgencia y la independencia nos llevan a caer.
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Cristo nos llama a estar atentos y conscientes de las tácticas demoníacas que nos ponen a prueba, como Job fue probado.
Un método probado que ayuda a agudizar nuestra visión espiritual, el discernimiento, la oración y la vigilancia es el antiguo arte del ayuno. Todo el mundo puede ayunar de algo con el fin de disciplinarse a sí mismo, para la mayor alegría de ser un soldado apto para Cristo.
Dios Padre enseñó Santa Catalina de Siena: “… Nadie debe temer ninguna batalla o la tentación del diablo que puedan venir a él, porque yo he hecho a mis criaturas fuertes, y les han dado la fuerza de voluntad, fortificada en la Sangre de Mi Hijo, por lo cual ni el diablo ni otra criatura puede moverla, porque es suya, dada por mí”.

Si bien somos diligentes para resistir a satanás con la gracia de Dios, también debemos ser conscientes de que muchas personas le están invocando para que el culto de adoradores de satanás crezca especialmente entre los jóvenes. Esta es una razón por la que hay una necesidad urgente de una nueva evangelización. Tenemos que no sólo defendemos a nosotros mismos en la batalla espiritual, sino también interceder por aquellos que están en la primera línea de la “buena batalla”: los sacerdotes.

TOMARLO CON SABIDURÍA Y PACIENCIA
Siempre ha habido una lucha entre el bien y el mal. Cuando éramos pequeños, lo aprendíamos a través de los cuentos infantiles y las fábulas. No importaba cuan fuerte pudiera ser la maldad, siempre triunfaba el bien. Que generalmente se nos representaba por medio de imágenes de aldeanos trabajando y cantando, princesas dulces y amorosas y un rey justo y bueno que vivía en un castillo. También había un príncipe que recorría el mundo y llegaba en el momento justo. Y todos eran felices, porque sus corazones estaban llenos de bondad.
Se nos enseñaba a distinguir el bien del mal: teníamos claro lo que era bueno y lo que era malo.
También en los cuentos, como una sombra amenazadora y maligna, estaba presente la figura del mal. Que podía estar encarnada por un lobo hambriento y feroz, un ogro devorador, un dragón que escupía fuego, una reina malvada o una bruja. Todo se nos representaba oscuro y temible. El cuento nos relataba la lucha del o de la protagonista al enfrentarse a ese mal que en primera instancia parecía vencer. Pero afortunadamente, para alivio de nuestra candidez de entonces, ese triunfo era pasajero. Porque al fin llegaba un príncipe que con un beso de amor derrotaba a la muerte y devolvía la vida. Increíblemente, aunque todo era fantasía, era imagen y figura de la realidad. Todos nosotros, hoy ya adultos, vivimos nuestro presente con la esperanza de llegar al castillo del Rey, porque nos sabemos hijos amados.
Y porque ya nuestro Príncipe, con Su beso de amor, desde la Cruz, nos devolvió la vida y nos abrió la puerta del castillo.
Lamentablemente, no todos conocen el camino para llegar a él, pero nosotros sí. Tenemos el mapa, como los piratas que cruzaban mares en busca del tesoro. Nuestro mapa, revelado personalmente por el Rey, nos muestra claramente por dónde ir, qué obstáculos sortear y cuales evitar para poder avanzar en nuestro peregrinaje. Sabemos qué es lo que debemos llevar en nuestra mochila y qué debemos abandonar y olvidar al borde del camino. Para que nuestro caminar sea ágil y directo. Y para que nuestras caídas, que seguramente las tendremos, no nos hagan perder el rumbo hacia nuestra meta. Tal vez, volviendo a los cuentos infantiles podamos descubrir cuáles fueron las motivaciones del mal. Veremos la envidia mortal de la reina malvada ante la inocencia y la belleza, la ira y la gula del lobo feroz y de un ogro devorador, la soberbia perversa de un hada despechada. No nos será difícil descubrir allí los pecados capitales. Que son yuyos perniciosos y rebeldes que recibimos en herencia por el pecado de nuestros primeros padres. Y que debemos arrancar cada mañana de nuestra alma, para que nuestro día sea de ofrecimiento sincero al Altísimo. Y al día siguiente tendremos que volver a empezar, siempre vigilantes, porque su raíz está en nosotros y ellos siempre vuelven para intentar emponzoñarnos el alma… Y ser firmes y rigurosos en oponer a esas hierbas venenosas el arado de las virtudes que las derrotan. Para eso, será bueno y conveniente pedirle a nuestra Madre, la Santísima Virgen que obtenga para nosotros del Espíritu Santo, aquellas virtudes con las que Ella fue adornada por la Santísima Trinidad en el momento de su nacimiento.
Las tres teologales, fe, esperanza y caridad y las cuatro cardinales, prudencia, justicia, fortaleza y templanza..
Y la gracia necesaria para poder cultivarlas como flores en el jardín que es nuestra alma. Más las que Ella tiene de suyo porque son especialísimo regalo de su Hijo, humildad, paciencia, perseverancia y obediencia. Conviene seguramente a nuestra alma rogarle a la Madre que también las obtenga para nosotros y que nos ayude a ser firmes y perseverantes en la oración. Porque todo ello será nuestra forma más segura de anclar nuestra alma para defenderla de vientos tempestuosos, y de fortalecerla para espantar al mal de nuestro lado. Para poder seguir adelante en nuestro viaje, con la mirada y el pensamiento puestos en nuestra meta final: el Reino de Dios.

Fuentes:

María de los Ángeles Pizzorno

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