Pregunta de lectora:
Hace 15
años me casé por la Iglesia Católica. Hace 5 meses descubrí que me era infiel y
lo enfrenté. Pidió perdón y me pidió otra oportunidad, al principio no
quería, pero acepté, no ha sido fácil, porque ya no tengo ninguna confianza en Él.
Él siempre insistió que ese error ya había pasado, sé que necesito ayuda porque
aún me siento muy decepcionada y no he dejado de pensar en separarme de él, y
me siento muy confundida pero no quiero tomar una mala decisión, pero
quiero salir adelante por mí y por mis hijos. Ayúdeme.
Querida
amiga: recuerda
que fue el amor lo que llevo a ambos a unirse en matrimonio, por lo que el amor
será también la manera de afrontar, aceptar, sanar y reconstruir su unión. Es
necesario recordar también que aquellos que se casan lo hacen porque son
llamados a perfeccionarse en el amor como personas y a crecer espiritualmente
por medio de este llamado. Ninguno de nosotros, los casados, sabemos
exactamente a qué vamos a enfrentarnos una vez que se inicia la convivencia, por lo que este llamado no es momentáneo sino
más bien es llamado de toda la vida que involucra cambio,
descubrimientos, desvíos y nuevos comienzos. Por esto mismo el matrimonio es una vocación, una alianza y un sacramento.
Vocación porque Dios quiere que ahí
me descubra, me desarrolle, me done y crezca como persona en el amor. Alianza, porque se establece entre el hombre y
la mujer una unión conyugal por la que ya “no son
dos sino una sola carne” (Mt 19, 6; Gn 2,24) y sacramento con una
singularidad propia en la que se da la acción de Cristo. San Josémaría
escribirá que “el matrimonio es un signo sagrado
que santifica, acción de Jesús
que invade el alma de los que se casan y les invita a seguirle, transformando
toda la vida matrimonial en un andar divino en la tierra” (Es Cristo que
pasa, cit., nn.23-24)
No hay
duda alguna que la infidelidad causa una herida grave al vínculo, sin embargo,
para los que seguimos las enseñanzas de Cristo, no es causa para pensar en una
separación, hacerlo, sería no reconocer el carácter de alianza o pacto que el
mismo tiene. Se piensa así, cuando el dolor se vive desde el punto de vista
psicológico meramente y que lleva al que ha sido víctima de una herida de esta
naturaleza a encerrarse en sí mismo y poner todo su pensamiento, emoción y
experiencia en el sí mismo, olvidando de esta manera, que desde el momento en
que el sacerdote bendice la unión, ya no me
pertenezco, sino que le pertenezco al otro con todo lo que ello implique.
Mi recomendación
es que ambos se acerquen a Dios y a los sacramentos para que el ser psicológico
no pese más que el ser cristiano. Recuerda que Cristo es la acción y para que
El este realmente presente cada uno debe tener una comunión diaria con El. No
basta con casarse, así como cuidas tu cuerpo, tu higiene y tus finanzas, así y
más deberás cuidar tu vida con Jesús. Es necesaria la vida sobre-natural para
abrazar esa cruz y cargarla. Para otorgar un perdón sincero y para iniciar un
Nuevo comienzo. Vayan juntos al sacramento de la confesión, asistan a la misa
diaria, recen juntos el santo Rosario, hagan cada uno oración que según Santa
Teresa “es la que nos evita grandes sufrimientos”
(los sufrimiento psicológicos que nosotros mismos nos provocamos cuando no hay
vida interior). Si luego de hacer todo esto, sigues teniendo problemas en
cuanto a la curación de la herida busquen a un psicoterapeuta que crea en el
evangelio y las enseñanzas de la Iglesia para los esposos. Un psicoterapeuta
puede ser de mucha utilidad para que tu marido reconozca que lo que hizo “va mucho más allá que un error“ y que requiere de
un profundo y comprometido trabajo hacia la reparación.
Pide por
tu matrimonio a Santa Filomena y Patrona de los casos desesperados , a San José
para que acerque a tu marido a Dios y a la Santísima Virgen para que les enseñe
a perfeccionarse en el amor tal y como ella lo hizo.
ORACIÓN A SANTA
FILOMENA
¡Oh Gloriosa Santa Filomena, Virgen y Mártir!, ejemplo de fe y
esperanza, generosa en la caridad, a Vos suplico, escuchad mi oración. Desde el
cielo donde reináis, haced caer sobre mi toda la protección y auxilio que
necesito en este momento en que mis fuerzas enflaquecen. Vos que sois tan
poderosa junto a Dios, interceded por mi y alcánzadme la gracia que os pido (mencione
la gracia que desea recibir).
¡Oh Santa Filomena!, ilustre por tantos milagros, rogad por mí. No me
abandonéis, jamás dejéis de mirar como un rayo de esperanza sobre mí y mi
familia. Apartad de mí las tentaciones, dad paz a mi alma y bendecid mi casa. ¡Oh
Santa Filomena!, por la sangre que derramasteis por amor a Jesucristo,
alcánzadme la gracia que os pido (repita ahora su petición).
Rezar un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Santa Filomena, ayúdadme a alcanzar la gracia. Te prometo que seré tu
devoto y que manifestaré a otros necesitados lo milagrosa y bondadosa que eres.
Amén.
Sheila Morataya
Austin, TX
sheilamorataya.co
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