Año tras
año vemos como esta “moda”, impuesta en
nuestros países desde el cine y la televisión, se ha absorbido por la sociedad
-no sin promotores con fines pecuniarios- a modo de una enorme masa de borregos
que, sin pensar, se limitan a hacer lo que les dictan y ven que hacen todos.
Aquí en España, dicha “festividad” se ha
incluido incluso en los calendarios escolares, al mismo nivel que la Semana
Santa. Muchas personas de buena fe disfrazan a sus hijos y se mimetizan con
esta “moda”, aun a sabiendas de que ni
siquiera ha sido una “tradición” en su país.
No tiene importancia, es algo sin malicia para divertirse los niños, dicen.
Hay que tener un mínimo de
sentido crítico, no podemos limitarnos a adoptar costumbres sin reflexionar.
Dios nos ha dado la inteligencia para diferenciarnos de los animales
irracionales. Debemos siempre discernir lo que hacemos de donde proviene,
porqué lo hacemos y cual es el fin que ha tenido y tiene dicha fiesta, no vaya
a ser que una vez más el demonios nos esté colando una manzana con una enorme
sonrisa, tal como hizo con Eva.
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