En
artículos anteriores he estado analizando profecías para poner un marco
temporal a las profecías de la Gran Tribulación. En el principio traté sobre ¿Cuándo podría
Comenzar la Gran Tribulación? [análisis de 2 profecías]. Luego
analicé Cuanto Duraría la
Gran Tribulación según las Profecías de Daniel. Y más tarde Cuando Comenzaría la gran Guerra que daría
inicio a la gran Tribulación. Ahora trataremos sobre los dos
Papas que harán parte del fin de los tiempos.
En este artículo trataré sobre el Papa que reinará
durante la gran tribulación, y en otro, sobre el que reinará a la salida de
ésta, también buscando un marco cronológico.
De estos
papas han hablado algunos santos y místicos como San Juan Bosco, Ana María Taigi, San Cesareo, etc. Y también se ha
hablado de ellos en apariciones de la Virgen como La Salette, Peñablanca y Fátima.
Algunos hablan de un Papa que durante una gran persecución
y crisis en la Iglesia se ve obligado a huir de Roma.
Y después de
un tiempo de estar en el exilio es martirizado y asesinado. Así mismo hablan que luego de ese Papa
asesinado será nombrado un nuevo Papa por el Cielo, por San Pedro y San
Pablo. Y este Papa se encargará de consolar y apacentar a la Iglesia que quedo
después de la gran tribulación y ayudarlos a llegar al nuevo Pentecostés y
Reino Eucarístico. Comenzaremos viendo el sueño o profecía de Don Bosco sobre
las dos columnas. Y después analizaremos
otras profecías que nos pueden dar las pistas sobre los momentos cronológicos
en los que cada uno de los dos Papas podría aparecer dentro de la gran
tribulación y fin de los tiempos.
EL
SUEÑO DE LAS DOS COLUMNAS DE SAN JUAN BOSCO
“El
26 de mayo de 1862 Don Bosco había prometido a sus jóvenes que les narraría
algo muy agradable en los últimos días del mes.
El
30 de mayo, pues, por la noche les contó el sueño
Os
quiero contar un sueño.
Es
cierto que el que sueña no razona; con todo, yo que Os contaría a Vosotros
hasta mis pecados si no temiera que salieran huyendo asustados, o que se cayera
la casa, les lo voy a contar para su bien espiritual.
Este
sueño lo tuve hace algunos días.
Figúrense
que están conmigo a la orilla del mar, o mejor, sobre un escrollo aislado,
desde el cual no ven más tierra que la que tienen debajo de los pies.
En
toda aquella superficie líquida se ve una
multitud incontable de naves dispuestas en orden de batalla, cuyas proas
terminan en un afilado espolón de hierro a modo de lanza que hiere y traspasa
todo aquello contra lo cual llega a chocar.
Dichas naves están armadas de cañones, cargadas de
fusiles y de armas de diferentes clases; de material incendiario y también de libros [podemos pensar también
en televisión, radio, internet, cine, teatro, prensa].
Y
se dirigen contra otra embarcación
mucho más grande y más alta, intentando clavarle el espolón, incendiarla
o al menos hacerle el mayor daño posible.
A esta majestuosa nave, provista de todo, hacen
escolta numerosas navecillas que de ella reciben las órdenes, realizando las
oportunas maniobras para defenderse de la flota enemiga.
El
viento les es adverso y la agitación
del mar favorece a los enemigos.
En
medio de la inmensidad del mar se levantan, sobre las olas, dos robustas columnas, muy altas, poco
distante la una de la otra.
Sobre una de ellas campea la estatua de la Virgen
Inmaculada, a cuyos pies se ve un amplio cartel con esta
inscripción: Auxilium Christianorum.
Sobre la otra columna, que es mucho más alta y más
gruesa, hay una Hostia de tamaño proporcionado al pedestal y debajo de
ella otro cartel con estas palabras: Salus credentium.
El comandante supremo de la nave mayor, que es el
Romano Pontífice, al apreciar el furor de los enemigos y la
situación apurada en que se encuentran sus leales, piensa en convocar a su
alrededor a los pilotos de las naves subalternas para celebrar consejo y
decidir la conducta a seguir.
Todos los pilotos suben a la nave capitaneada y se
congregan alrededor del Papa.
Celebran
el consejo; pero al comprobar que el viento arrecia cada vez más y que la
tempestad es cada vez más violenta, son enviados a tomar nuevamente el mando de
sus naves respectivas.
Restablecida
por un momento la calma, el Papa reúne por segunda vez a los pilotos, mientras
la nave capitana continúa su curso; pero la borrasca se torna nuevamente
espantosa.
El Pontífice empuña el timón y todos sus
esfuerzos van encaminados a dirigir la nave hacia el espacio existente entre
aquellas dos columnas, de cuya parte superior todo en redondo penden numerosas
áncoras y gruesas argollas unidas a robustas cadenas.
Las
naves enemigas dispónense todas a asaltarla, haciendo lo posible por detener su
marcha y por hundirla.
Unas con los escritos, otras con los libros, con
materiales incendiarios de los que cuentan gran abundancia, materiales que
intentan arrojar a bordo.
Otras
con los cañones, con los fusiles, con los espolones: el combate se toma cada
vez más encarnizado.
Las
proas enemigas chocan contra ella violentamente, pero sus esfuerzos y su ímpetu
resultan inútiles.
En
vano reanudan el ataque y gastan energías y municiones: la gigantesca nave prosigue segura y serena su
camino.
A
veces sucede que por efecto de las acometidas de que se le hace objeto, muestra
en sus flancos una larga y profunda hendidura.
Pero apenas producido el daño, sopla un viento
suave
de las dos columnas y las vías de agua se cierran y las brechas desaparecen.
Disparan
entretanto los cañones los asaltantes, y al hacerlo revientan, se rompen los
fusiles, lo mismo que las demás armas y espolones.
Muchas
naves se abren y se hunden en el mar.
Entonces,
los enemigos, encendidos de furor comienzan a luchar empleando el arma corta, las manos, los puños, las injurias, las
blasfemias, maldiciones, y así continúa el combate.
Cuando
he aquí que el Papa cae herido
gravemente.
Inmediatamente
los que le acompañan acuden a ayudarle y le levantan.
El Pontífice es herido una segunda vez, cae
nuevamente y muere.
Un
grito de victoria y de alegría resuena entre los enemigos; sobre las cubiertas
de sus naves reina un júbilo indecible.
Pero
apenas muerto el Pontífice, otro ocupa
el puesto vacante.
Los
pilotos reunidos lo han elegido inmediatamente; de suerte que la noticia de la muerte del Papa llega con la
de la elección de su sucesor.
Los
enemigos comienzan a desanimarse.
El
nuevo Pontífice, venciendo y superando todos los obstáculos, guía la nave hacia las dos columnas.
Y
al llegar al espacio comprendido entre ambas, la amarra con una cadena que pende de la proa a un áncora de la columna
que ostenta la Hostia.
Y con otra cadena que pende de la
popa la sujeta de la parte opuesta a otra áncora colgada de la columna que
sirve de pedestal a la Virgen Inmaculada.
Entonces
se produce una gran confusión.
Todas
las naves que hasta aquel momento habían luchado contra la embarcación
capitaneada por el Papa, se dan a la
huida, se dispersan, chocan entre sí y se destruyen mutuamente.
Unas
al hundirse procuran hundir a las demás.
Otras navecillas que han combatido valerosamente a las órdenes
del Papa, son las primeras en llegar a las columnas donde quedan amarradas.
Otras naves, que por miedo al combate se habían
retirado
y que se encuentran muy distantes, continúan observando prudentemente los
acontecimientos.
Hasta
que, al desaparecer en los abismos del mar los restos de las naves destruidas,
bogan aceleradamente hacia las dos columnas, llegando a las cuales se aseguran
a los garfios pendientes de las mismas.
Y allí permanecen tranquilas y seguras, en compañía
de la nave capitana ocupada por el Papa.
En
el mar reina una calma absoluta.
Al
llegar a este punto del relato, San Juan Bosco preguntó a Beato Miguel Rúa:
¿Qué
piensas de esta narración?
El Beato Miguel Rúa contestó:
Me
parece que la nave del Papa es la
Iglesia de la que es Cabeza: las otras naves representan a los hombres y
el mar al mundo.
Los que defienden a la embarcación del Pontífice
son los leales a la Santa Sede; los otros, sus enemigos, que con toda suerte de
armas intentan aniquilarla.
Las dos columnas salvadoras me parece que
son la devoción a María Santísima y al Santísimo Sacramento de la Eucaristía.
El
Beato Miguel Rúa no hizo referencia al Papa caído y muerto y San Juan Bosco
nada dijo tampoco sobre este particular.
Solamente
añadió:
Has
dicho bien. Solamente habría que corregir una expresión.
Las naves de los enemigos son las persecuciones. Se preparan
días difíciles para la Iglesia.
Lo que hasta ahora ha sucedido es casi nada en
comparación a lo que tiene que suceder.
Los
enemigos de la Iglesia están representados por las naves que intentan hundir la
nave principal y aniquilarla si pudiesen.
¡Sólo quedan dos medios para salvarse en medio de
tanto desconcierto! Devoción a María Santísima.
Y frecuencia de los Sacramentos: Comunión
frecuente, empleando todos los recursos para practicarlos nosotros y para
hacerlos practicar a los demás siempre y en todo momento”. Ver Aqui
En el sueño de Don Bosco de las dos columnas nos
podemos dar cuenta como en la primera parte del sueño se nos describe una gran
persecución a la iglesia y al primer Papa, tras la cual es asesinado.
Y en la segunda parte se nos describe la elección
de un nuevo Papa después de estar la sede vacante.
Quien se
encargará, de la mano de la Santa Eucaristía y de la Virgen Inmaculada, de
llevar al resto fiel que sobrevivió a la gran persecución, al nuevo
Pentecostés.
PROFECÍA
EN PEÑABLANCA SOBRE LOS DÍAS DE EXILIO DEL PRIMER PAPA
Hay una
profecía de la aparición de Peñablanca que
nos podría indicar el tiempo en días en el que el primer Papa durará en el
exilio antes de ser asesinado. En el libro “Si
Haceis lo que os Digo Habrá Paz, de lo Contrario…”, Ver aquí.
En la página 35 la podemos ver: “La Iglesia
Verdadera estará en llanto pues su rey ya no está con ella. Huirá a la nueva tierra por 486 días y
en ese momento el trono de San Pedro lo ocupará un espíritu inicuo que sólo
tendrá odio y engaño y someterá a la tierra a que lo adore como el mejor de los
pontífices que haya habido en la humanidad.”
Entonces observamos que el Papa estará en el exilio
por 486 días.
Y también podemos ver como apenas el Papa tenga que
huir, el falso profeta entrará en escena y se hará pasar como si fuera el nuevo
vicario de Cristo.
CUANDO
COMIENZA EL EXILIO POR 486 DÍAS
En el
segundo artículo de la serie sobre el posible marco temporal para la gran
tribulación, pudimos observar y llegar
a la conclusión de que la gran tribulación o persecución descrita por el
profeta Daniel daría inicio en Semana Santa o Pascua del 2022, ver aquí.
“Suponiendo
que el fin de la Tribulación sea desde el 9 de Nisan o 10 de abril del 2022
(Domingo de Ramos) hasta el 21 de septiembre del 2025, hay 1260 días. Y un 9 de
Nisan fue también el día en que El Señor entro triunfante a Jerusalén, montado
en un burro. En la Pascua o Semana Santa del 2022 comenzaría la pasión mística
de la iglesia, siguiendo el patrón de la Pasión y muerte de Nuestro Señor.”
Entonces desde el 10 de Abril del 2022 al 9 de
agosto del 2023, hay 486 días.
Tras los cuales el Papa es asesinado y la sede papal queda vacante por
un tiempo, antes de ser
elegido el nuevo Papa que llevará a los sobrevivientes de la gran tribulación
hacia el Reino Eucarístico.
CUANTO
TIEMPO ESTARÍA LA SEDE PAPAL VACANTE
Existe otra
profecía del siglo XIII dada a conocer por Fray Juan de Vatiguerro, quien fue
un recopilador de profecías, y la que
vamos a mencionar fue atribuida a San Cesareo. Ver aquí.
“El
Jefe Supremo de la Iglesia mudara? de residencia.
Sobre
la persecución contra la Iglesia:
“El
Jefe Supremo de la Iglesia mudara? de residencia, y será? una felicidad para él
y para sus hermanos que estarán con él, el poder encontrar un lugar de refugio.
En
donde cada cual pueda comer con los suyos el pan del dolor en este valle de
lágrimas.
“Porque
toda la malicia humana se volverá? contra la Iglesia Universal; y, en efecto, Ella no tendrá? defensor durante veinticinco
meses y más.
Porque
durante todo aquel tiempo no habrá? ni Papa, ni emperador en Roma, ni Regente
en Francia” (J. Lascoe?, pa?g. 90; M. Servant, pa?g. 307; el texto completo
esta? en el Liber Mirabilis, edicio?n latina de 1524”
Podemos ver entonces como después de la persecución
al Papa la sede quedará vacante por un período de tiempo de un poco más de 25
meses.
Así podemos concluir que el 9 de Agosto del 2023, sería el día en que sería
probablemente asesinado el Papa después de estar 486 días fuera de Roma.
Y hasta el 1 de Tishrei del 2025 o sea 23 de Septiembre del 2025, que es
el último día del gran castigo o los tres días de oscuridad, hay 25 meses y
unos pocos días más.
Sobre el 1
de Tishrei como el último día del castigo y fin de la gran tribulación también
hablamos en el segundo artículo de la serie. Con esto damos por concluido este
artículo en donde vimos el posible
marco temporal para el primer Papa descrito por Don Bosco. Y en el
próximo artículo o quinto de la serie, veremos cuál podría ser el marco
temporal para el segundo Papa o el Papa del nuevo Pentecostés.
Sergio Martínez Rojas
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