domingo, 28 de octubre de 2018

¿QUÉ SUCEDERÁ CON EL PAPA REINANTE DURANTE LA GRAN TRIBULACIÓN?


En artículos anteriores he estado analizando profecías para poner un marco temporal a las profecías de la Gran Tribulación. En el principio traté sobre ¿Cuándo podría Comenzar la Gran Tribulación? [análisis de 2 profecías]. Luego analicé Cuanto Duraría la Gran Tribulación según las Profecías de Daniel. Y más tarde Cuando Comenzaría la gran Guerra que daría inicio a la gran Tribulación. Ahora trataremos sobre los dos Papas que harán parte del fin de los tiempos.

En este artículo trataré sobre el Papa que reinará durante la gran tribulación, y en otro, sobre el que reinará a la salida de ésta, también buscando un marco cronológico.
De estos papas han hablado algunos santos y místicos como San Juan Bosco, Ana María Taigi, San Cesareo, etc. Y también se ha hablado de ellos en apariciones de la Virgen como La Salette, Peñablanca y Fátima.
Algunos hablan de un Papa que durante una gran persecución y crisis en la Iglesia se ve obligado a huir de Roma.
Y después de un tiempo de estar en el exilio es martirizado y asesinado. Así mismo hablan que luego de ese Papa asesinado será nombrado un nuevo Papa por el Cielo, por San Pedro y San Pablo. Y este Papa se encargará de consolar y apacentar a la Iglesia que quedo después de la gran tribulación y ayudarlos a llegar al nuevo Pentecostés y Reino Eucarístico. Comenzaremos viendo el sueño o profecía de Don Bosco sobre las dos columnas. Y después analizaremos otras profecías que nos pueden dar las pistas sobre los momentos cronológicos en los que cada uno de los dos Papas podría aparecer dentro de la gran tribulación y fin de los tiempos.

EL SUEÑO DE LAS DOS COLUMNAS DE SAN JUAN BOSCO
“El 26 de mayo de 1862 Don Bosco había prometido a sus jóvenes que les narraría algo muy agradable en los últimos días del mes.
El 30 de mayo, pues, por la noche les contó el sueño
Os quiero contar un sueño.
Es cierto que el que sueña no razona; con todo, yo que Os contaría a Vosotros hasta mis pecados si no temiera que salieran huyendo asustados, o que se cayera la casa, les lo voy a contar para su bien espiritual.
Este sueño lo tuve hace algunos días.
Figúrense que están conmigo a la orilla del mar, o mejor, sobre un escrollo aislado, desde el cual no ven más tierra que la que tienen debajo de los pies.
En toda aquella superficie líquida se ve una multitud incontable de naves dispuestas en orden de batalla, cuyas proas terminan en un afilado espolón de hierro a modo de lanza que hiere y traspasa todo aquello contra lo cual llega a chocar.
Dichas naves están armadas de cañones, cargadas de fusiles y de armas de diferentes clases; de material incendiario y también de libros [podemos pensar también en televisión, radio, internet, cine, teatro, prensa].
Y se dirigen contra otra embarcación mucho más grande y más alta, intentando clavarle el espolón, incendiarla o al menos hacerle el mayor daño posible.
A esta majestuosa nave, provista de todo, hacen escolta numerosas navecillas que de ella reciben las órdenes, realizando las oportunas maniobras para defenderse de la flota enemiga.
El viento les es adverso y la agitación del mar favorece a los enemigos.
En medio de la inmensidad del mar se levantan, sobre las olas, dos robustas columnas, muy altas, poco distante la una de la otra.
Sobre una de ellas campea la estatua de la Virgen Inmaculada, a cuyos pies se ve un amplio cartel con esta inscripción: Auxilium Christianorum.
Sobre la otra columna, que es mucho más alta y más gruesa, hay una Hostia de tamaño proporcionado al pedestal y debajo de ella otro cartel con estas palabras: Salus credentium.
El comandante supremo de la nave mayor, que es el Romano Pontífice, al apreciar el furor de los enemigos y la situación apurada en que se encuentran sus leales, piensa en convocar a su alrededor a los pilotos de las naves subalternas para celebrar consejo y decidir la conducta a seguir.
Todos los pilotos suben a la nave capitaneada y se congregan alrededor del Papa.
Celebran el consejo; pero al comprobar que el viento arrecia cada vez más y que la tempestad es cada vez más violenta, son enviados a tomar nuevamente el mando de sus naves respectivas.
Restablecida por un momento la calma, el Papa reúne por segunda vez a los pilotos, mientras la nave capitana continúa su curso; pero la borrasca se torna nuevamente espantosa.
El Pontífice empuña el timón y todos sus esfuerzos van encaminados a dirigir la nave hacia el espacio existente entre aquellas dos columnas, de cuya parte superior todo en redondo penden numerosas áncoras y gruesas argollas unidas a robustas cadenas.
Las naves enemigas dispónense todas a asaltarla, haciendo lo posible por detener su marcha y por hundirla.
Unas con los escritos, otras con los libros, con materiales incendiarios de los que cuentan gran abundancia, materiales que intentan arrojar a bordo.
Otras con los cañones, con los fusiles, con los espolones: el combate se toma cada vez más encarnizado.
Las proas enemigas chocan contra ella violentamente, pero sus esfuerzos y su ímpetu resultan inútiles.
En vano reanudan el ataque y gastan energías y municiones: la gigantesca nave prosigue segura y serena su camino.
A veces sucede que por efecto de las acometidas de que se le hace objeto, muestra en sus flancos una larga y profunda hendidura.
Pero apenas producido el daño, sopla un viento suave de las dos columnas y las vías de agua se cierran y las brechas desaparecen.
Disparan entretanto los cañones los asaltantes, y al hacerlo revientan, se rompen los fusiles, lo mismo que las demás armas y espolones.
Muchas naves se abren y se hunden en el mar.
Entonces, los enemigos, encendidos de furor comienzan a luchar empleando el arma corta, las manos, los puños, las injurias, las blasfemias, maldiciones, y así continúa el combate.
Cuando he aquí que el Papa cae herido gravemente.
Inmediatamente los que le acompañan acuden a ayudarle y le levantan.
El Pontífice es herido una segunda vez, cae nuevamente y muere.
Un grito de victoria y de alegría resuena entre los enemigos; sobre las cubiertas de sus naves reina un júbilo indecible.
Pero apenas muerto el Pontífice, otro ocupa el puesto vacante.
Los pilotos reunidos lo han elegido inmediatamente; de suerte que la noticia de la muerte del Papa llega con la de la elección de su sucesor.
Los enemigos comienzan a desanimarse.
El nuevo Pontífice, venciendo y superando todos los obstáculos, guía la nave hacia las dos columnas.
Y al llegar al espacio comprendido entre ambas, la amarra con una cadena que pende de la proa a un áncora de la columna que ostenta la Hostia.
Y con otra cadena que pende de la popa la sujeta de la parte opuesta a otra áncora colgada de la columna que sirve de pedestal a la Virgen Inmaculada.
Entonces se produce una gran confusión.
Todas las naves que hasta aquel momento habían luchado contra la embarcación capitaneada por el Papa, se dan a la huida, se dispersan, chocan entre sí y se destruyen mutuamente.
Unas al hundirse procuran hundir a las demás.
Otras navecillas que han combatido valerosamente a las órdenes del Papa, son las primeras en llegar a las columnas donde quedan amarradas.
Otras naves, que por miedo al combate se habían retirado y que se encuentran muy distantes, continúan observando prudentemente los acontecimientos.
Hasta que, al desaparecer en los abismos del mar los restos de las naves destruidas, bogan aceleradamente hacia las dos columnas, llegando a las cuales se aseguran a los garfios pendientes de las mismas.
Y allí permanecen tranquilas y seguras, en compañía de la nave capitana ocupada por el Papa.
En el mar reina una calma absoluta.
Al llegar a este punto del relato, San Juan Bosco preguntó a Beato Miguel Rúa:
¿Qué piensas de esta narración?
El Beato Miguel Rúa contestó:
Me parece que la nave del Papa es la Iglesia de la que es Cabeza: las otras naves representan a los hombres y el mar al mundo.
Los que defienden a la embarcación del Pontífice son los leales a la Santa Sede; los otros, sus enemigos, que con toda suerte de armas intentan aniquilarla.
Las dos columnas salvadoras me parece que son la devoción a María Santísima y al Santísimo Sacramento de la Eucaristía.
El Beato Miguel Rúa no hizo referencia al Papa caído y muerto y San Juan Bosco nada dijo tampoco sobre este particular.
Solamente añadió:
Has dicho bien. Solamente habría que corregir una expresión.
Las naves de los enemigos son las persecuciones. Se preparan días difíciles para la Iglesia.
Lo que hasta ahora ha sucedido es casi nada en comparación a lo que tiene que suceder.
Los enemigos de la Iglesia están representados por las naves que intentan hundir la nave principal y aniquilarla si pudiesen.
¡Sólo quedan dos medios para salvarse en medio de tanto desconcierto! Devoción a María Santísima.
Y frecuencia de los Sacramentos: Comunión frecuente, empleando todos los recursos para practicarlos nosotros y para hacerlos practicar a los demás siempre y en todo momento”. Ver Aqui
En el sueño de Don Bosco de las dos columnas nos podemos dar cuenta como en la primera parte del sueño se nos describe una gran persecución a la iglesia y al primer Papa, tras la cual es asesinado.
Y en la segunda parte se nos describe la elección de un nuevo Papa después de estar la sede vacante.
Quien se encargará, de la mano de la Santa Eucaristía y de la Virgen Inmaculada, de llevar al resto fiel que sobrevivió a la gran persecución, al nuevo Pentecostés.

PROFECÍA EN PEÑABLANCA SOBRE LOS DÍAS DE EXILIO DEL PRIMER PAPA
Hay una profecía de la aparición de Peñablanca que nos podría indicar el tiempo en días en el que el primer Papa durará en el exilio antes de ser asesinado. En el libro “Si Haceis lo que os Digo Habrá Paz, de lo Contrario…”, Ver aquí. En la página 35 la podemos ver: “La Iglesia Verdadera estará en llanto pues su rey ya no está con ella. Huirá a la nueva tierra por 486 días y en ese momento el trono de San Pedro lo ocupará un espíritu inicuo que sólo tendrá odio y engaño y someterá a la tierra a que lo adore como el mejor de los pontífices que haya habido en la humanidad.”
Entonces observamos que el Papa estará en el exilio por 486 días.
Y también podemos ver como apenas el Papa tenga que huir, el falso profeta entrará en escena y se hará pasar como si fuera el nuevo vicario de Cristo.

CUANDO COMIENZA EL EXILIO POR 486 DÍAS
En el segundo artículo de la serie sobre el posible marco temporal para la gran tribulación, pudimos observar y llegar a la conclusión de que la gran tribulación o persecución descrita por el profeta Daniel daría inicio en Semana Santa o Pascua del 2022, ver aquí.
“Suponiendo que el fin de la Tribulación sea desde el 9 de Nisan o 10 de abril del 2022 (Domingo de Ramos) hasta el 21 de septiembre del 2025, hay 1260 días. Y un 9 de Nisan fue también el día en que El Señor entro triunfante a Jerusalén, montado en un burro. En la Pascua o Semana Santa del 2022 comenzaría la pasión mística de la iglesia, siguiendo el patrón de la Pasión y muerte de Nuestro Señor.”
Entonces desde el 10 de Abril del 2022 al 9 de agosto del 2023, hay 486 días.
Tras los cuales el Papa es asesinado y la sede papal queda vacante por un tiempo, antes de ser elegido el nuevo Papa que llevará a los sobrevivientes de la gran tribulación hacia el Reino Eucarístico.

CUANTO TIEMPO ESTARÍA LA SEDE PAPAL VACANTE
Existe otra profecía del siglo XIII dada a conocer por Fray Juan de Vatiguerro, quien fue un recopilador de profecías, y la que vamos a mencionar fue atribuida a San Cesareo. Ver aquí.
“El Jefe Supremo de la Iglesia mudara? de residencia.
Sobre la persecución contra la Iglesia:
“El Jefe Supremo de la Iglesia mudara? de residencia, y será? una felicidad para él y para sus hermanos que estarán con él, el poder encontrar un lugar de refugio.
En donde cada cual pueda comer con los suyos el pan del dolor en este valle de lágrimas.
“Porque toda la malicia humana se volverá? contra la Iglesia Universal; y, en efecto, Ella no tendrá? defensor durante veinticinco meses y más.
Porque durante todo aquel tiempo no habrá? ni Papa, ni emperador en Roma, ni Regente en Francia” (J. Lascoe?, pa?g. 90; M. Servant, pa?g. 307; el texto completo esta? en el Liber Mirabilis, edicio?n latina de 1524”
Podemos ver entonces como después de la persecución al Papa la sede quedará vacante por un período de tiempo de un poco más de 25 meses.
Así podemos concluir que el 9 de Agosto del 2023, sería el día en que sería probablemente asesinado el Papa después de estar 486 días fuera de Roma.
Y hasta el 1 de Tishrei del 2025 o sea 23 de Septiembre del 2025, que es el último día del gran castigo o los tres días de oscuridad, hay 25 meses y unos pocos días más.
Sobre el 1 de Tishrei como el último día del castigo y fin de la gran tribulación también hablamos en el segundo artículo de la serie. Con esto damos por concluido este artículo en donde vimos el posible marco temporal para el primer Papa descrito por Don Bosco. Y en el próximo artículo o quinto de la serie, veremos cuál podría ser el marco temporal para el segundo Papa o el Papa del nuevo Pentecostés.

Sergio Martínez Rojas

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