En el evento sinodal que viene verificándose en el
Vaticano, el arzobispo de Filadelfia y miembro del Consejo Permanente del Sínodo, Mons. Charles Chaput
criticó que en el Instrumentum Laboris del Sínodo sobre Los jóvenes, la fe y el discernimiento
vocacional,se hubiera utilizado
una sigla (párrafo 197) crítica asertiva debido a que la Iglesia no clasifica a las
personas por sus apetitos sexuales.
I. MANIPULACIÓN DEL LENGUAJE
Ha sido el visionario intelectual católico D. Plinio Correa de Oliveira,
en su inigualable, y por lo tanto ineludible escrito Trasbordo ideológico inadvertido y diálogo publicado en 1965, quien nos respecto de la
distorsión de los vocablos al servicio de la propaganda comunista. En otros
idiomas también titulado como Lenguaje ambiguo, doble
trasvasado.
La manipulación del lenguaje, hoy en día, ocupa un espectro bastante
amplio de la lucha del marxismo cultural, batalla semántica, es decir por el valor y el significado de las palabras.
A través de la llamada operación
tortuga, se desarrolla ese proceso manipulador, la que
consiste en dejar
la misma palabra, pero cambiando su contenido. Esto
es lo propio de la deconstrucción. Imponer un neo lenguaje con términos vaciados de
su sentido real, por ejemplo los conceptos familia o matrimonio han sufrido
esta manipulación. Hoy se habla mucho de los diversos modelos de familia
pretendiendo que no se puede restringir su significado, cuando en realidad sólo
hay un concepto de familia. También se manipula a través de la operación rechazo, que consiste en
rechazar un término existente por la fuerza del concepto que está detrás y que
no permite manipularlo tan fácilmente. Así, dado que el término sexo no puede ser
utilizado para fomentar la agenda homosexual, promovieron el uso de la
palabra género, ya que con género
podían hacer caber el concepto de hombre con atracción a hombres, etc.[1]
La introducción de palabras
inusitadas, como deconstrucción, educación sexual y
reproductiva, feminicidio, violencia de género.
Otro recurso es el de las repeticiones, con
las cuales se persigue el asentimiento de la masa social, por ejemplo, prejuicio, frustración, pareja,
tolerancia, sectarismo, tabú, discriminación, patriarcal, estereotipo, etc.[2]
Begoña García Zapata, subraya al respecto: Cuando se pretende manipular, la mejor arma para conseguirlo es la
utilización de un lenguaje ambiguo que haga parecer razonables los nuevos
presupuestos éticos, que los receptores no discuten en el fondo porque no
entienden bien el lenguaje.[3]
George Orwell en su famosa novela 1984,
señala: «el lenguaje político está
diseñado para hacer que las mentiras suenen veraces y el homicidio respetable»,
unidad convergente de significado que llega a conformar una neolengua, o en realidad un
anti-lenguaje.
El
Prof. Correa de Oliveira, determina que ese método del trasbordo ideológico
inadvertido, posee tres intensidades y tres fases:
Comporta ese método una primera fase, de carácter enteramente
preparatorio, consistente en actuar por medio del binomio miedo-simpatía para disponer a una actitud inerte y hasta
resignada, a sectores de opinión que a la vista de esos progresos serían
propensos a alarmarse y reaccionar. En ella, el trasbordo ideológico
inadvertido alcanza el mínimo de su intensidad.
En la fase siguiente, sin percibirlo, el paciente del
trasbordo —sea un individuo, un grupo restringido o una gran corriente de
opinión— pasa de la resignación a una actitud de expectativa ya un tanto
favorable. El fruto del proceso ya no es negativo y preparatorio, sino que
tiene algo de positivo.
Por fin, cuando logra transformar al
simpatizante en adepto convencido, el trasbordo llega a su plena intensidad y
produce su fruto característico.
II. «HABÉIS PERVERTIDO LAS PALABAS DEL
DIOS VIVO» (JER 23, 36).
Por una parte, los secularistas dan por supuesto que su lenguaje, con
todo su contenido de planteamientos y orientaciones, conecta mucho mejor con el
pueblo que el
lenguaje de los tradicionales, que suponen arcaico y superado.[4]
El Profesor Plinio Correa de Oliveira, llamó a estas frases de captura, «palabras
talismánicas» ya que tienen una atracción casi mágica.
La utilización de palabras
talismánicas,[5] es la técnica consistente en el uso
manipulador del significado flexible de las palabras o frases clave que produce
el tránsito de las personas, de la moralidad tradicional de la Iglesia a un
opuesto pecaminoso. Trasvase ideológico, que Raymond E. Drake, califica
como una
revolución pastoral diabólicamente inteligente.
Dicho
transbordo ideológico no percibido no es el único subterfugio que utilizan los
deconstructores. D. Plinio Correa de Oliveira denunció también otra técnica:
cuando los enemigos de la Iglesia se enfocan en la destrucción de una verdad
católica, primero la silencian y la ocultan. Intentan borrar todo recuerdo de
ella. Durante mucho tiempo, la verdad no es mencionada; su razón de ser
inexplorada; sus perfecciones no expresadas; su belleza ordenada consignada al
olvido; su conformidad con el plan de Dios no enseñado. Después de inducir esta
amnesia universal, los enemigos de la Iglesia se movilizan para el asalto. Su
ataque encuentra a los defensores de la verdad desprevenidos, desorganizados e
inseguros de la importancia de lo que está en juego.
Jean Guitton, señaló que Pablo VI le había hecho esta confidencia: «Una especie de pensamiento no católico parece
dominar a veces dentro del catolicismo, y mañana este pensamiento no católico
puede prevalecer». [6]
III. DISCERNIMIENTO VOCACIONAL, «SÍNODO
2018»
Nadie
tiene más interés en confundir a los fieles que el diablo. Su obsesión es
alejar a como dé lugar a las personas de las verdades de la Fe. Nuestro Señor
Jesucristo dijo del Malo:
Él fue homicida desde el principio, y
no permaneció en la verdad, porque no hay nada de verdad en él. Cuando profiere
la mentira, habla de lo propio, porque él es mentiroso y padre de la mentira.[7]
El hecho
de que por primera vez una sigla tal, aparezca en un documento presinodal,
viene a ser un síntoma evidente de la derrota intelectual, y un triunfo de los
enemigos de la Fe.
Palabra talismánica. Se
trata de una palabra cuyo sentido legítimo es simpático y a veces hasta noble;
ella importa, sin embargo, cierta elasticidad. Empleándose tal palabra
tendenciosamente, comienza a refulgir para el paciente con un brillo nuevo que
lo fascina y lo lleva mucho más lejos de lo que podría pensar.
Citemos algunos de estos sanos y hasta
nobles vocablos. Distorsionados, atormentados, desvirtuados, violentados de
varios modos, ¡a cuánto equívoco, a cuánto error, a cuánto desacierto ellos han
servido de rótulo!
Igualmente puede decirse que los
efectos de esa técnica son tanto más nocivos cuanto más digno y elevado es el
contenido de la palabra de que así se abusa: corruptio optimi pessima. Entre las palabras portadoras de un
contenido digno, así transformadas en engañosos talismanes al servicio del error, pueden ser citadas:
justicia social, ecumenismo, diálogo, paz, irenismo, coexistencia, etc.
Hoy en día, una de esas expresiones intra eclesiales es discernimiento vocacional.
Al inicio del sínodo en desarrollo, Francisco, dijo: sólo el diálogo puede
hacernos crecer como Iglesia y construir un futuro lleno de esperanza. Afirmó que el sínodo es un ejercicio eclesial de discernimiento, porque una Iglesia que no escucha está cerrada a la novedad,
cerrada a las sorpresas de Dios, y no será creíble, sobre todo para los
jóvenes, que inevitablemente se alejarán en lugar de acercarse, en efecto, de acuerdo a
la enseñanza y práctica eclesial actual una
política pastoral animada por la misericordia y que escucha al rebaño debe
ejercer un discernimiento que pueda diagnosticar las situaciones experimentadas
por las ovejas.
Tradicionalmente discernimiento es
la capacidad de emitir un juicio o elegir un comportamiento de acuerdo con los
requisitos de una situación. Esto permite juzgar personas y eventos para unir
lo que debe unirse y dividir lo que debe dividirse, requiere no solo el
conocimiento de una persona en su situación particular sino también, y
especialmente, en referencia a un criterio recto de juicio y un estándar
objetivo de evaluación con el objetivo de alcanzar el justum, es decir, una verdad
ética. Por otro lado, esto requiere distinguir entre varias personas y
situaciones que deben ser juzgadas de manera diferente, una percepción que a
menudo se critica ahora como discriminación.
Uno no puede discernir sin juzgar. La famosa prohibición evangélica del
juicio (cf.: San Lucas 6, 37) solo afecta el juicio precipitado, que a menudo
resulta ser incorrecto e injusto porque busca examinar la conciencia interna de
una persona.
La
teología actual, postula la primacía de la pastoral sobre la doctrina, de la
conciencia sobre la Ley, de escuchar sobre la enseñanza.
La nueva
política pastoral emplea el discernimiento como método de diagnóstico para
analizar situaciones problemáticas, como la familiar y la social.
La primacía de escuchar sobre la enseñanza se traduce en una primacía
paralela y consecuente de discernimiento sobre el juicio que advierte en contra
de juzgar y plantea la pregunta retórica: ¿Quién soy yo para juzgar?
Así, el sínodo a la medida de Jorge Mario Bergoglio y su staff, no sólo
deja de ser católico al utilizar el lenguaje del enemigo, sino en su arco
completo que saca la Verdad católica para situarla en un engañoso discernimiento.
_____
[5] CORREA DE
OPLIVEIRA, Prof. PLINIO, Trasvase Ideológico Inadvertido
y Diálogo.http://www.fundacionspeiro.org/verbo/1966/V-42-43-P-77-165.pdf
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