Me he propuesto -con
la Gracia de Dios- escribir cada día del mes de octubre una reflexión,
catequesis o meditación sobre los diferentes aspectos del Santo Rosario y cada
una de sus partes y elementos.
Lo comparto con
el anhelo de que pueda servir a algunos a acercarse más a María, y por ella a
Jesús.
MES DEL ROSARIO, DÍA 1
EL ROSARIO QUE
TIENES EN TUS MANOS
Muchas pelotitas de plástico,
madera, metal o piedra… pueden servir para ornamentar un vestido, hacer una
artesanía, ser utilizadas como municiones, jugar a las bolitas, hacer pulseras
multicolores… Solos, sueltos, pueden incluso parecer inútiles, sin sentido.
Pero cuando estas pelotitas
están unidas entre sí por un hilo o una cadena, y cuando, además, se agrupan de
a diez… Y cuando, sobre todo, coronando el collar que reúne las cincuenta
aparece una Cruz, estamos ante un Rosario.
Un objeto material que todos
conocemos, y que sirve, fundamentalmente, para contar oraciones, para no “perdernos” en la repetición de los avemarías.
Pero el Rosario, tu
Rosario, es mucho, muchísimo más.
Agarrarte fuertemente de él,
pasar entre tus dedos sus pequeñas pelotitas, es un modo sensible, concreto,
real, de sentir bien cerca a Mamá. A María.
¡Cuántas veces,
frente a un problema, una angustia, una preocupación, una decisión importante,
te aferraste fuertemente a ese pequeño objeto, y sentiste que Ella estaba ahí,
sosteniéndote! Y sentiste
que te tomabas de su mano materna, que ella te acariciaba y, como cuando tu
madre de la tierra te tenía en brazos, era ahora María la que te decía: “no tengas miedo, no estás solo, estoy acá, no te dejaré
caer…”
¡Cuántas veces,
y no sólo luego de contemplar los Dolorosos, te quedaste con la mirada fija en
el pequeño Crucifijo, lo besaste o acariciaste, y sentiste que las fuerzas y las
esperanzas volvían a tu vida!
Por eso, no dejes de tenerlo,
de llevarlo. Si lo pierdes o regalas, busca otro. Sus pequeñas dimensiones
esconden una fuerza evocativa prodigiosa. Es casi un sacramental, un signo de
la Gracia.
Y no solo eso: el Rosario que
tienes en tus manos te recuerda que en tu vida sucede algo similar a la
“historia” de las pelotitas que lo conforman.
¡Hay tantos
hechos difíciles de interpretar, aparentemente vacíos de sentido, inexplicables
y duros!
Pero cuando descubres el Amor
Creador de Dios Padre, cuando despiertas y te das cuenta de que en tu Vida todo
responde a un Plan, a un Proyecto…
Cuando descubres que ese Plan
es como un hilo conductor que une entre sí todos los acontecimientos, entonces,
entonces, todo cambia.
Y adquiere mayor sentido aun
cuando descubres que al final de todo está el misterio de la Pascua. Que la
Cruz y la Resurrección marcan el sentido último y definitivo de la historia de
la humanidad, y que en la Cruz del Viviente puedes encontrar el sentido último
y definitivo de cada paso de tu historia personal.
Todo eso y mucho más
nos dice el Rosario.
Leandro Bonnin
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