«Si en un futuro quieres pechos, te los
pones», dice la directora del experimento.
Los autores del experimento solo miden los efectos a cinco años y dicen
que las chicas mutiladas «son felices»: las más
pequeñas aún serán menores de edad pasado ese lapso. Los efectos a medio y
largo plazo no forman parte de la investigación.
Médicos
estadounidenses están realizando mastectomías
dobles en niñas sanas. En el marco de una investigación pagada con
dinero público con la finalidad de apoyar el transexualismo y la ideología de
género, 33 menores de edad fueron sometidas a la operación, entre ellas dos de
13 años y cinco de 14 años. Jane
Robbins explica en The
Federalist la gravedad de estas prácticas que, por motivos
ideológicos, mutilan de forma irrevesible a niños sin discernimiento: Hay
médicos en Estados Unidos que están realizando dobles mastectomías en niñas sanas de
13 años de edad. La justificación es la disforia de género ("transgenerismo"):
las niñas se identifican como niños y quieren ser niños. A veces esta disforia
no aparece hasta la adolescencia, y lo más frecuente es que no se realice
ningún tipo de evaluación psicológica -o la que se hace es insuficiente- para intentar determinar la causa subyacente tras
el deseo de un adolescente de mutilar su cuerpo. Pero estos médicos
están dispuestos a conceder al adolescente (en estos casos, la adolescente) lo
que cree ser su deseo. Y el dinero de los impuestos federales está pagando una
investigación cuya finalidad es convalidar a este espantoso tratamiento
(ver aquí y aquí). La gente
razonable sentirá desconcierto, si no repulsión, ante las declaraciones y
actuaciones de una destacada investigadora relacionadas con el tratamiento del
transgenerismo. En un estudio financiado con 5,7 millones de dólares de los
Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), se supone que
los investigadores, entre ellos la doctora Johanna Olson, del Hospital infantil de Los Ángeles, están
valorando el uso de bloqueantes de la
pubertad y la terapia de sustitución hormonal en niños con disforia de
género. Como he escrito con
otro autor, el estudio está totalmente orientado a las conclusiones
deseadas por los activistas del transgenerismo: no incluye grupos de control de sujetos a quienes no se les administren esos fármacos
y, además, expira a los cinco
años, mucho antes de que puedan surgir efectos negativos. Estos defectos
en el diseño no son una sorpresa. Olson rechaza la posibilidad de que la disforia
de género pueda ser causada por trastornos psicológicos, y
declara que el "único problema de salud
mental" relacionado con la disforia de género "es resultado de la respuesta del mundo exterior"
a los jóvenes confusos. Afirma, como si se tratase de un dogma médico, que los
jóvenes con disforia de género pasarán por una "pubertad
equivocada" a no ser que
ella y su equipo puedan medicarlos lo suficientemente pronto en sus vidas para
que "pasen por la pubertad apropiada". ¿Qué probabilidades hay de que alguien con esta forma
mentis comprenda que hay inconvenientes serios
a la administración de bloqueadores de la pubertad y de hormonas potencialmente
peligrosas? Ella minimiza, si no ignora, los riesgos físicos y psicológicos.
OTRO
ESTUDIO CON EL MISMO ENFOQUE FINANCIADO POR EL GOBIERNO
Olson
aporta su característica objetividad a un estudio relacionado, cuyo
fin es determinar la eficacia de esa
doble mastectomía. La apostilla al estudio declara que utilizó
fondos públicos del NIH para investigar también este tema, si bien el protocolo
de ayuda del gobierno parecía cubrir sólo los tratamientos hormonales y no la cirugía. Por lo tanto, no está
claro si ha cumplido con los términos de la financiación. Por la razón que sea,
Olson optó por averiguar qué pensaban las niñas con disforia de género sobre la
mastectomía. Al hacer referencia a la "disforia
de pecho" y "reconstrucción de
pecho" (aparentemente para evitar la palabra "seno"
porque remite a la testaruda realidad
biológica de ser mujer), se
inventó una "escala de disforia de pecho",
que utilizó con varias niñas con confusión de género. Olson hizo que 68
chicas amputadas quirúrgicamente rellenaran, después de ser operadas (entre 1 y
5 años después) su "novedosa" escala
(que ella reconoció que podía ser falsa). Treinta y tres de esas niñas tenían menos de 18 años cuando fueron
operadas. Dos tenían sólo 13 años y cinco, 14 años. Si asumimos que
estas mastectomías no fueron realizadas por un único médico muy ocupado, esto
significaría que hay varios médicos que se prestan a mutilar a niñas menores de
edad. La conclusión que sacó Olson de la encuesta es que las niñas con disforia
de género cuyos pechos sanos han sido extirpados quirúrgicamente son más felices que las que los
mantienen. También concluye que casi ninguna se lamentaba de la decisión. O,
por lo menos, no demostraron lamentarlo durante unos cuantos años. Dado que la
edad media de las participantes en el estudio era de 19 años -ninguna tenía más
de 25-, un investigador prudente hubiera
dudado en sacar conclusiones a largo plazo sobre la satisfacción. Pero
las limitaciones temporales no detienen a Olson, que pregona con bombo y
platillo el "resultado positivo de la cirugía
de pecho". "La destrucción de órganos sanos es una
mutilación", afirma este meme puesto en Twitter por una mujer
"destransicionada", es decir, que se cambió de sexo y luego quiso
volver a su sexo biológico.
IGNORANDO
LAS BANDERAS ROJAS
Olson y
sus colabores no se limitan a insistir que
se realicen tratamientos médicos extremos en niños confundidos, sino que
ignoran obstinadamente el ondear de las banderas rojas respecto a los
trastornos psicológicos que motivan la demanda de estos tratamientos. Una de
estas banderas rojas es el aumento en la "aparición repentina de la disforia de género"
["rapid onset gender dysphoria", ROGD por sus siglas en
inglés]. ROGD significa una aparición repentina de la disforia de género
durante o después de la pubertad en un paciente que no había tenido signos
previos. En los últimos años, padres desesperados han informado de que sus
hijos adolescentes, normalmente niñas, han
anunciado de repente que son "trans" y
han pedido ser tratados como tales, pidiendo además empezar el tratamiento de
transición. Anteriormente, cuando un niño normal de repente se pasaba a
la identidad sexual opuesta siguiendo una moda, cualquier observador
objetivo se preguntaba cuál había sido el detonante que había causado esta
alteración. Uno de estos observadores objetivos es la doctora Lisa Littman, de la Brown University,
que acaba de publicar
un estudio sobre el ROGD. Littman ha examinado 256
respuestas a encuestas remitidas por padres de adolescentes recién
diagnosticados de disforia de género, y ha revelado información inquietante
sobre el ambiente que influye sobre estos adolescentes. El importante artículo de Lisa Littman sobre la
aparición repentina de disforia de género en adolescentes
que, influidos por su entorno social o por el adoctrinamiento continuo de los medios,
manifiestan así su rebeldía, ha descolocado al lobby LGBT. El estudio, que la
doctora Littman se ha mostrado dispuesta a ampliar, muestra que la misma
campaña transgénero está induciendo la disforia artificialmente en sujetos que
no la padecían. Estos padres han descrito "la
aparición repentina de la disforia de género en grupos preexistentes de amigos,
en los que varios, o incluso todos los miembros, han acabado afirmando que
tienen disforia de género, identificándose como transgénero, según un
patrón que, estadísticamente, es improbable". Los padres han dicho que
estos brotes surgían después de que los
adolescentes se hubieran dado un atracón de vídeos de transición en YouTube,
y por el uso excesivo de otras redes sociales que afirman y defienden el
transgenerismo. En un caso, una niña que había sido objeto de burla por el tamaño de su pecho
declaró que odiaba su cuerpo y, de repente, empezó a identificarse como un
niño. En otro, cuatro niñas que estaban siendo entrenadas por un entrenador muy
popular "salieron del armario"
cuando el entrenador transgénero
lo hizo.
LOS
MÉDICOS NO ESTUDIARON LA SALUD PSICOLÓGICA DE LOS NIÑOS
Aunque
más del 60% de estos adolescentes habían sido diagnosticados previamente de un
trastorno mental o de un problema de desarrollo neurológico, muchos padres
informaron que "el médico [especialista en
trastornos de género] no investigó para
saber si había enfermedades mentales, traumas previos u otras causas
alternativas a la disforia de género antes de proceder con la transición
médica". Estos médicos parecían basarse fundamentalmente en los
informes del propio paciente que pedía el tratamiento; pacientes que venían
preparados, sabiendo los puntos que tenían que tocar, aprendidos de sus fuentes
online (que aconsejan, por ejemplo,
amenazar con el suicidio si no se acepta la petición de tratamiento). Littman
ha sacado dos conclusiones de su investigación. La primera es que "el contagio
social es una clave determinante del ROGD". En otras
palabras, la influencia de los amigos y de las redes sociales pueden implantar
y, después, magnificar ciertas creencias que llevan a los adolescentes por el
camino erróneo (en el transgenerismo como en otras patologías sociales de la
adolescencia). Como dice Littman, la "'disforia
de género' puede ser utilizada como una explicación para abarcar cualquier tipo
de angustia, sufrimiento psicológico y malestar que afecte al adolescente, fomentando la transición como la solución que lo cura todo".
La segunda conclusión es que para estos adolescentes el "ROGD es un mecanismo para lidiar con el estrés". Esto
significa que un paciente puede empezar a sufrir de disforia de género como "respuesta a un factor estresante cuyos síntomas
pueden aliviarse de manera temporal, pero que no aborda las causas del problema
y puede tener resultados adicionales negativos". Un mecanismo
similar para lidiar con el estrés, afirma Littman, es la anorexia: el paciente lidia con sus problemas emocionales
subyacentes a través de un control extremo de su peso. El paralelismo entre anorexia y la disforia
de género, sobre todo el ROGD, es notable.
HAY QUE
REPRIMIR LA INVESTIGACIÓN
El
estudio de Littman ha causado la indignación inmediata de los activistas LGBT,
cuya posición, por defecto, es que cualquier investigación que ellos consideren
problemática debe ser reprimida. La Brown University ha demostrado su valentía
eliminado el estudio de su página web y pidiendo
perdón por transgredir la nueva ortodoxia político-sexual. Está claro
que para Brown la verdad no es un valor. Joy Pullmann ha relatado
con todo detalle este giro sórdido de los acontecimientos. Desde
luego, hay que incluir a Olson entre quienes niegan la verdadera ciencia. Para ellos, rechazar la realidad biológica de
cada célula del cuerpo es una decisión perfectamente racional. La
posibilidad de que haya influencias psicológicas subyacentes -una posibilidad
más que evidente para cualquier observador objetivo-, no es admisible. El
estudio de Olson no tiene en cuenta otros datos, como los numerosos casos
previos de mujeres con disforia de género que, o bien interrumpieron su transición, o tomaron medidas para revertirla.
Por ejemplo, una
breve investigación llevada a cabo a lo largo dos semanas en
2016 encontró que 203 mujeres de este tipo habían publicado sus historias en
redes sociales como Tumblr y Facebook. Pueden ustedes ver algunas de estas
historias en esta página web.
La conclusión que Olson saca de su propia y limitada "investigación"
es que se debe permitir a los niños tener acceso a mutilaciones que
alteran su cuerpo y su vida. En ningún momento menciona el consentimiento de
los padres, si bien las directrices médicas estándar requieren su consentimiento para poder tratar a
menores. Al rechazar las directrices de la (muy politizada) World Professional Association
for Transgender Health (Asociación Profesional Mundial para la Salud
Transgénero), que recomienda que los
menores no sean candidatos a cirugía hasta que hayan completado por lo menos un
año de terapia hormonal, Olson defiende la cirugía basada en la "necesidad individual", y no en la edad
o en el tiempo pasado con terapia hormonal. No menciona la necesidad de prestar
atención a los signos que advierten de la presencia del ROGD.
LOS
ADOLESCENTES SABEN PERFECTAMENTE CUÁNDO DEBEN MUTILARSE
Haya
presencia o no del ROGD, Olson niega rotundamente que un adolescente muy joven
tenga menos capacidad de decisión que un adulto. Escuchen sus declaraciones en un
congreso en California: "Por lo
tanto, lo que sabemos es que los adolescentes tienen capacidad para tomar una
decisión razonada y lógica". He aquí otra de sus alucinantes afirmaciones: "De hecho, la gente se casa con menos de 20 años. De
hecho, la gente elige a qué universidad ir. De hecho, la gente toma en la
adolescencia decisiones que alterarán su vida para siempre. Siempre. Siempre.
Y, la verdad, la mayoría de ellas son buenas decisiones".
Johanna Olson compara mutilarse los pechos con elegir carrera
universitaria: "Y si en un futuro quieres pechos, te los pones".
En un
impresionante rechazo a un posible arrepentimiento, Olson ha dicho: "Y he aquí otra cuestión sobre la cirugía de pecho: si en un futuro quieres pechos, vas y te los
pones". Pues bien. Uno se pregunta si Olson tiene la misma
actitud ante el arrepentimiento en relación a la esterilización permanente
causada por la terapia de sustitución hormonal y la gonadectomía. Después de
todo, si en un futuro quieres hijos, puedes "ir
y conseguirlos" por otros medios.
Es
asombroso que investigadores tan irresponsables tengan acceso a niños
vulnerables. Y que
haya tantos es trágico. Y que sus actividades sean financiadas con dinero
público es escandaloso. Bienvenidos al nuevo mundo de una investigación
dirigida por la agenda política. ¿Cuántas vidas se
tienen que destruir antes de que vuelva la cordura?
Traducción de Elena Faccia Serrano.
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