El varón
y la mujer tienen ambos una alma que deben salvar, por ello las formas
religiosas son a menudo masculinas y femeninas. Los fundadores han previsto, en
efecto, las dos ramas, con la obligación de la clausura de los hombres hacia
las mujeres y de las mujeres hacia los hombres. Los monasterios y los conventos
son masculinos o son femeninos, nunca mixtos. Al menos ciertos ambientes de los
monasterios o de los conventos no son accesibles a personas del otro sexo.
Por eso
las rejas y los tornos en los monasterios y en los conventos del pasado.
Todavía ahora persisten en ciertas localidades, pero la tendencia común va
hacia la abolición de todo ello, lo cual es considerado anticuado y no
comprensible ya en un mundo descristianizado y laicista.
El hábito
de las monjas y de las religiosas podía durar incluso toda la vida. A menudo
derivaba del vestido que marcaba el estilo popular de la localidad donde había
nacido la Orden, pero después aquél hábito, que no hace al monje o a la monja,
pero lo distingue, ha seguido la ley de la evolución y del cambio.
El día en
que las religiosas de la caridad de San Vicente de Paúl cambiaron su hábito por
primera vez, en una parroquia donde estuve, fui por la mañana a la iglesia a
decir la Santa Misa. Los fieles no las reconocieron y decían: “Pero ¿dónde están las religiosas?”. En otra
iglesia, en cambio, dos religiosas – de otra congregación – entraron con el
velo y otras dos sin el velo y con permanente. Una señora tuvo el valor de
apostrofarlas y les dijo: “¿Acaso se han vuelto
locas?”. Pero las religiosas se rieron burlonamente.
¡Alabado
sea Jesucristo!
* * *
¿QUÉ DECIR DE LAS CONGREGACIONES
ECLESIALES?
“Congregavit nos in unum Christi Amor”. Este es el motivo por el que han surgido, en tiempos diversos, las
congregaciones religiosas. Y son muchísimas y muy diferentes, difundidas por
toda la tierra, así como está difundida la Iglesia por todas partes. Sólo
consultando el anuario pontificio es posible cuáles y cuántas son. Diferentes
entre ellas, pero fundamentalmente idénticas, las congregaciones religiosas han
surgido como don de Dios para la Iglesia. Pero si las puertas de los infiernos
no prevalecerán contra la Iglesia, no está dicho que los poderes infernales no
prevalezcan contra las congregaciones en particular.
En el momento en que viene a menos la fidelidad al carisma del fundador,
la congregación religiosa, la particular, ya no tiene motivo para existir y,
aunque continuara existiendo formalmente, resulta prácticamente inexistente y
extinguida. “Cessent jurgia maligna,
cessent lites”. En el interior de
una congregación religiosa no son admitidos altercados, sino puntos de vista
diferentes, por lo demás superables y nunca de gravedad relevante.
¿Por qué no hallar un punto de encuentro? Porque ya no se es capaz de quererse. En este punto se excluye el
mandamiento de la caridad querido por el Señor Jesús, se excluye cualquier
punto de encuentro y falta lo esencial a unos y otros. Cristo perdonó y amó
incluso a sus enemigos y como Él hizo deberíamos poder hacer nosotros. Por esto
nos reconocerán que somos todavía discípulos suyos, si tenemos amor los unos
por los otros, como el Divino Maestro nos ha enseñado.
¡Alabado sea Jesucristo!
Praesbyter senior
(Traducido por
Marianus el eremita / Adelante la Fe)
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