A medida que cumplimos años, nuestras prioridades
vitales cambian y evolucionan. ¿Qué es lo que de verdad influye en nuestro
bienestar cuando nos hacemos mayores?
La
esperanza de vida del ser humano es hoy en día más larga que en ningún otro
momento de la historia, al menos en los países occidentales, que se han
beneficiado de los descubrimientos científicos realizados durante el siglo XX y
de la creación de sistemas sanitarios eficientes. De ahí que también se haya
replanteado la necesidad de entender un poco mejor qué es el bienestar a medida que vamos cumpliendo años, y que ya
no depende únicamente del dinero (con suerte, dadas las últimas noticias sobre
las pensiones).
El Índice
de Bienestar en la Madurez, realizado por la ONG inglesa Age UK, es una de las
encuestas más completas a este respecto, y acaba de publicar su última edición.
Dado que las características de la sociedad británica son muy similares a las
de la nuestra, sus resultados son
fácilmente exportables a nuestro contexto a la hora de entender qué es
clave para ser feliz.
Como
explica un artículo publicado en ‘The Conversation’,
hay un factor que sobresale por encima
del resto y que se relaciona con muchos otros: una vida social activa.
Como explica el profesor de Política Social de la Universidad de Southampton Asghar Zaidi, “esto puede incluir ir al cine, a un museo, realizar una visita
histórica, ser miembro de un club deportivo o social o ser activo en una
comunidad o grupo de voluntarios”.
Si tan
importante resulta este factor es porque es la mejor solución ante los mayores
problemas a los que suelen enfrentarse las personas de avanzada edad: la soledad y el aislamiento, que si
bien son dañinos en personas de todas las edades, resultan aún más letales en
la Tercera Edad. Influye tanto en nuestra salud cognitiva –departir con gente
más joven nos ayuda a poner en marcha nuestro cerebro– como en la física, ya
que nos anima a cuidarnos.
LA FELICIDAD, PASO A
PASO
La
encuesta ha determinado 40 ítems que influyen de mayor o menor manera en la
felicidad de las personas mayores, y que aparecen representados en el siguiente
gráfico. Estos se dividen en cinco grandes grupos: lo personal, lo social, la salud, los recursos
materiales y la relación con lo local.
Cuando un resultado está valorado negativamente, significa que su presencia
repercute de manera negativa en el bienestar de las personas.
Encabezando
la lista podemos ver, como hemos dicho, la participación cultural y creativa, es decir, aquello que nos
relaciona con nuestro entorno inmediato. En el número dos se encuentra, como es
previsible, la actividad física, una de las señales que nos muestran
inequívocamente que nos estamos acercando a la vejez. Algo semejante ocurre con
las habilidades cognitivas, que
completan el podio del bienestar, y que juegan un papel semejante al de la
actividad física: cuando el declive cognitivo
comienza a hacer acto de presencia, la calidad de nuestra vida se ve
sensiblemente reducida.
LOS MÁS INFELICES VIVEN
SOLOS, APENAS TIENEN AMISTADES Y VIVEN APARTADOS DE SU COMUNIDAD LOCAL
Como
explica el profesor Zaidi, los factores que nos hacen infelices en la Tercera
Edad son previsibles, y están relacionados con el declive de las capacidades,
tanto físicas como mentales, así como con la soledad. “Desde
una perspectiva práctica, este grupo tiene una identidad similar”,
explica a propósito de la cohorte que la investigación identifica como aquella
con niveles más bajos de bienestar, conformada por casi tres millones de personas.
“Es muy probable que vivan solos, que no tengan una
base sólida de amistades y que estén apartados de su comunidad local. La gran
mayoría tienen una enfermedad crónica o
una minusvalía y son pobres”. Son, al mismo tiempo, aquellos a
los que los recortes económicos han afectado en un mayor grado.
El
profesor destaca igualmente que, aunque el dinero o la buena salud son
importantes, lo son menos que nuestras relaciones personales. Hay una
peculiaridad en los datos que presenta el estudio: “Las
obligaciones de alta intensidad por los miembros de tu familia tienen un
impacto negativo, pero las de baja intensidad de ayuda y cuidado tienen un
efecto positivo”. En otras palabras, dejar al nieto con el abuelo un rato puede venirle bien; dejarle con él todo un
puente y encargarle que le lleve de una clase extraescolar a otra quizá no sea tan buena idea.
En
definitiva, “con quién vivamos, si conectamos con
las generaciones más jóvenes y si tenemos o no buena habilidades cognitivas son
también factores importantes”. Así que quizá la tabla anteriormente
presentada no esté dirigida a las personas mayores, sino a sus hijos, amigos y, en general, a la
sociedad que les rodea, y de los cuales su felicidad depende en última
instancia.
Escrito por Héctor G. Barnés
Fuente: www.elconfidencial.com
Fuente: www.elconfidencial.com
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