¿Cómo no ver la
garra del demonio, cómo no sentir su hedor, allí donde el orden de las cosas se
pervierte hasta convertirse en caricatura
que hace la guerra al propósito original de Dios? Suframos juntos la siguiente
lista y entendamos la clase de combate en que estamos:
1. Que el vientre femenino,
manantial de vida, se convierta, a través del aborto, en una cámara de tortura y luego ejecución de
seres humanos inocentes: algo peor que cualquier
basurero o cementerio.
2. Que luego el CRIMEN del aborto se vuelva LEY, y que después otra ley castigue a quienes quieren impedir o incluso disminuir la
frecuencia de ese crimen.
3. Que algunos de los primeros
encargados en predicar la conversión y la santidad, esto es, los sacerdotes,
sean en cambio primeros en corromper a
menores de edad indefensos.
4. Que las comunidades
religiosas traicionen sus propios
carismas, de modo que quienes debieran brillar en una determinada virtud
se destaquen exactamente por el vicio opuesto.
5. Que la liturgia, cumbre del
honor que el hombre puede tributar a Dios, se convierta en lugar de exhibición y egolatría para
el ser humano, de espaldas a Dios.
6. Que se pongan barreras
físicas o químicas a la unión íntima entre el hombre y la mujer, y luego ellos
digan que están haciendo el amor, cuyo fruto es unión, mientras marcan su mutua distancia.
7. Que las mujeres digan, como
si nada, que se están “cuidando” cuando
tienen sexo deliberadamente estéril. “Cuidarse” solo
puede significar ahí: cuidarse de un
enemigo/problema/intruso llamado “hijo.” ¡Madres que ya rechazan a los hijos que no han tenido!
8. Que haya quienes para
evangelizar al mundo se acercan tanto a él que al final el mundo los “evangeliza” a
ellos, con lo cual algunos clérigos muy destacados se convierten en
acérrimos enemigos de la Iglesia a la que supuestamente servían.
9. Que haya seminarios en donde algunos pierden su fe,
en medio de escándalos; mientras que algunas casas de formación de religiosos o
religiosas sean lugar de deformación moral.
10. Que en tantas ocasiones el
mal cuente con profesionales dedicados y el bien solo tenga aficionados inconstantes.
¿Qué decir?
Tiempo este nuestro para orar, y para meditar Efesios 6,10-20.
Fray Nelson
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