El maltrato y la exposición a la luz del
sol justifican su tono rojizo.
Recientemente,
dos científicos, Matteo Borrini
y Luigi Garlaschelli,
publicaron un artículo en Journal of
Forensic Science cuestionando la autenticidad de la Sábana Santa.
Resumía los resultados de un estudio llevado a cabo sin haber examinado la
Sindone y con metodología muy cuestionada
por los expertos. Se ha quedado obsoleto enseguida merced a otra
investigación de otro equipo de científicos (A. Di Lascio, P. Di
Lazzaro, P. Iacomussi, M. Missori, and D. Murra) capitaneados por el
físico Paolo di Lazzaro,
que ofrecen sus conclusiones en Applied Optics.
César Barta, físico también, del
Centro
Español de Sindonología, da cuenta de ello en Alfa y Omega:
A
VUELTAS CON LA SANGRE DE LA SÁBANA SANTA
Si hace
dos semanas saltaba a la prensa la publicación de un artículo de Garlaschelli
que cuestionaba el comportamiento de los regueros de sangre en la Sábana Santa
o Síndone, ahora acaba de publicarse otro artículo en la revista
científica Applied Optics que confirma
la presencia de sangre y contesta
a una de las objeciones que se formulaban contra la apariencia de la sangre en
el lienzo: es demasiado roja para la antigüedad que se le atribuye. Esta
objeción sí es oportuna porque la sangre suele oscurecerse y tomar un tono
marrón al cabo de poco tiempo.
La
objeción que encontraban Garlaschelli y su coautor sobre la dirección de los
regueros ya se había resuelto a mediados del siglo pasado, y los autores
del nuevo artículo parecen desconocerlo. La explicación a los regueros de las manos la dieron Barbet y Ricci en
los años 30 y 50 del siglo XX, concluyendo que cada brazo tenía en
la cruz una inclinación diferente. El derecho estaba más inclinado que el
izquierdo. El problema que encontraba Garlaschelli solo se planteaba al exigir
sin necesidad que ambos brazos estuvieran con la misma inclinación. Pero esa
simetría hubiera sido más propia de un artista. La realidad es más inesperada.
La diferente inclinación de los brazos explica la diferencia entre los
regueros de sangre de los brazos. Monseñor Giulio Ricci llevó a cabo esta reconstrucción
científica de la crucifixión según los datos de la Sábana Santa. Se encuentra
en la iglesia de Santa María de las Nieves, en Canino (Viterbo, Italia).
Y el otro
reguero que cuestionaban es el que
recorre la espalda al nivel de la cintura de lado a lado. Efectivamente,
si estaba erguido en la cruz, la sangre no puede fluir en horizontal.
Región lumbar de la espalda: durante la manipulación lateral del
cadáver, dos regueros de sangre atraviesan la cintura hacia el codo izquierdo,
donde se forma una mancha grande.
Pero esta
objeción también ha sido contestada más recientemente al notar que ese reguero
está en el lienzo pero no tuvo que estar en el cadáver. Se produciría al colocar el cuerpo sobre el lienzo desde un
lateral y gotear la llaga del costado según lo posicionaban.
MAYOR
CALIDAD CIENTÍFICA
La
objeción del color sí es oportuna, como ya hemos dicho. Pero los investigadores
italianos dirigidos por el físico Paolo Di Lazzaro,
investigador de la Agencia Nacional para las Nuevas Tecnologías, la Energía y
el Desarrollo Económico Sostenible (ENEA) de Italia, no han dado por falsa
la Síndone a la primera oportunidad; sino que se han puesto a comprobar diversas hipótesis que pretendían justificar
el notable color rojizo que todavía mantienen las manchas de sangre de
la Sábana Santa después de tantos siglos.
Ellos sí han trabajado con datos extraídos de la
Síndone, a diferencia de Garlaschelli, que realizó sus pruebas con
maniquíes y sangres de laboratorio que no simulaban el caso real. Es de notar
otra diferencia en la calidad científica de Di Lazzaro comparada con
Garlaschelli: el físico del ENEA, parte de los resultados previos publicados,
los analiza y progresa a partir de ellos. Este proceso está
ausente en el trabajo de Garlaschelli.
Las
hipótesis que han analizado en el nuevo artículo sobre el color de la sangre
son las propuestas por otros investigadores; como que fuera debido a pigmentos en vez de sangre (McCrone),
que se debiese al tratamiento de lienzo con saponaria (Arnoldi), que fuera debido a la bilirrubina y la albúmina (Adler), a la carboxihemoglobina (Bolone) o a una mezcla de sangre y pintura rojiza (Van der Hoeven). Por falta de
datos comprobables no se ha podido descartar ni confirmar que el color rojizo
sea debido al tratamiento del tejido con saponaria.
BILIRRUBINA
Y LUZ SOLAR
Lo que
han comprobado es que la bilirrubina es necesaria pero no suficiente. El aumento de bilirrubina por sí solo no
conlleva un color rojizo de la sangre al cabo del tiempo. Lo que apuntan
los resultados de su experimento es que una sangre con alto contenido de
bilirrubina que se expone a una radiación
ultravioleta (Goldoni) de baja dosis tiende a anaranjear con el tiempo
(han esperado cuatro años).
¿De dónde puede venir el alto contenido en bilirrubina? Pues del maltrato
sufrido, como en el caso de flagelación y crucifixión. En caso de
hemólisis, hemorragia interna, reabsorción de hematomas o infarto hemorrágico aumenta el contenido de bilirrubina en sangre
(Adler).
Como Di
Lazzaro y su equipo no disponían de un individuo maltratado como lo fue
Jesucristo, han utilizado sangre con
alto nivel de bilirrubina debido a hepatitis. Esto es lo más asimilable
al caso real entre lo disponible. Si ya tenemos la bilirrubina, falta la
radiación ultravioleta de baja dosis. Las radiaciones láser y en particular la
ultravioleta son la especialidad del equipo de Di Lazzaro. Ellos han comprobado
que basta una corta exposición al sol para obtener la dosis
ultravioleta necesaria.
En
conclusión, que la radiación ultravioleta consecuencia de exposición al sol no
enrojece la sangre a largo plazo. El alto contenido en bilirrubina, tampoco. Es
necesaria la combinación de ambos factores para que se produzca el fenómeno. De
ahí que el maltrato que se
observa en el hombre de la Síndrome justifique el color rojizo mantenido por la
sangre si luego estuvo expuesto al sol
al menos una hora para recibir la dosis UV necesaria.
CONFIRMADO:
ES SANGRE
Los análisis de espectros de la
Síndone realizados en 1998 y 2015 por el INRIM [Istituto Nazionale di Ricerca
Metrologica] confirman la
naturaleza hemática (sangre) de las manchas y descartan la presencia de
carboxihemoglobina, que había propuesto Bollone pero muestran indicios de metahemoglobina.
Esta sustancia es el resultado de la
degradación secular de la hemoglobina.
Los
autores proponen confirmar la presencia de sangre envejecida en el Sudario de Oviedo, ya detectada
obteniendo muestras, por la observación del espectro de absorción en el UV
próximo y el infrarrojo próximo como método no invasivo. Con este
resultado, se confirma por enésima vez
la presencia de sangre en la Sábana Santa y se aclara alguna de sus
peculiaridades.
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