SOLDADO, ¿CÓMO ANDAS?
Por: Alison González Andrade | Fuente: Catholic.net
Por: Alison González Andrade | Fuente: Catholic.net
El otro día leía sobre Napoleón Bonaparte,
considerado como uno de los mayores genios militares de la Historia. Dicen que este pequeño hombre podía saber el
desenlace de una guerra en tan sólo 5 minutos. Las estrategias y todo el
entrenamiento previo servían para la toma de decisiones del ejército en los
momentos críticos de la batalla. El líder debía tener la visión para tomar la
ventaja y vencer al ejército contrario o inevitablemente serían derrotados.
Un
soldado se prepara toda su vida para esos 5 minutos críticos de la batalla y
vencer. Él conoce todas las técnicas, tiene la
condición necesaria para no caer fatigado, reconoce señales y estrategias de
sus compañeros y nunca va solo al campo de batalla.
Lo
mismo sucede con la guerra espiritual que enfrentamos cada uno. Necesitamos la
visión de un comandante en cargo para tomar la decisión correcta y ganar en
esos 5 minutos críticos decisivos.
En las guerras no hay empates. Nadie quiere un
empate o lo gana todo o lo pierde todo. Por ello “no
se va a la guerra sin fusil”, ¿cierto?
Y yo te pregunto: Soldado, ¿cómo andas?
A veces perdemos batallas porque ni siquiera nos
enteramos que estuvimos en una. Cuando no prestamos atención a nuestra vida, a
los pequeños detalles, sin darnos cuenta estamos entrando a un callejón sin
salida en donde seguramente seremos acribillados. Por ello bien se menciona en
la Biblia: “Sean sobrios y estén siempre alerta, porque
su enemigo, el demonio, ronda como un león rugiente, buscando a quién devorar.”
(1Pe 5, 8).
Por otro lado, a veces me he preguntado si no
soy un espía del enemigo… a veces deseo perder la batalla, caer en la tentación
y meterme en aprietos. ¡Que incomprensible es el hombre! Unos días quiere
blanco y otros azul, a veces quiere té, luego café. A veces se compromete con
el bien, pero otras desea el mal (o un bien aparente). Haciendo un poco de
reflexión, creo que esto sucede porque hemos perdido el enfoque ya que “nadie puede servir a dos amos” (Mt 6, 24).
La
tentación de acuerdo al CIC (2847) es algo aparentemente bueno, seductor a la
vista y deseable que trae consigo mismo el fruto de la muerte. La
tentación no es cualquier cosa y debemos prestarle la atención adecuada, por
ello te recomiendo 5 consejos que pueden ayudarte a vencer las tentaciones.
1) DE CUERNOS Y COLA NO ES EXACTAMENTE COMO SE VE
Ten en claro que el enemigo no se va a presentar
con llamas ardientes, dientes chuecos y malolientes. En la mayoría de los
casos, no será una experiencia traumática. Una mejor concepción de él sería: el
padre de la mentira (Jn 8, 44) o el seductor del mundo entero (Ap 12, 9).
El pecado no se muestra tal cual es, sino como
algo bueno aunque siempre desordenado. Siempre hay algo que no cuadra y tu
conciencia te lo hará saber a final de cuentas. Por ello, cuando no sepas si
algo que se te presenta es una tentación o una prueba que manda el Señor, pide
el don del discernimiento porque si es tentación, te llevará al pecado y con
ello a la muerte, si es prueba, te hará crecer y te dará vida. (CIC 2847)
2)
TEN UNA ESTRATEGIA
Aquel soldado que no conozca su punto débil,
está condenado a morir en batalla.
Todos tenemos ese algo que nos hace ser
frágiles. Quizás sea la soberbia y la constante insistencia de saberte el
mejor, el #1, el que siempre tiene la razón. Quizás sea la vanidad y la
necesidad de estar siempre impecable, retocando tu maquillaje o esas horas
frente al espejo del gimnasio observando cada repetición de brazo o pierna.
Tú
sabes por donde llegan las tentaciones. Te propongo una meta fija, un ideal que
te permita mantenerte firme.
Por ejemplo: si uno de tus pecados dominantes es
la lujuria, entonces para combatirla necesitas fijarte la meta de la virtud de
la castidad. Cuando llegue la tentación, trata de recordar por qué deseas tanto
ser casto. Puede ser porque quieres aprender a amar más y mejor… porque quieres
darle un gran matrimonio a tu futuro/a esposo/a… o a lo mejor porque quieres
ofrecer a Dios un corazón noble y puro.
Siempre existe una virtud para combatir
cualquier pecado, realiza un examen de conciencia y localiza tu talón de
Aquiles para comenzar a trabajar en ello.
3)
REDUCE LA ANSIEDAD
Cuando estamos ansiosos es más fácil consentir
las tentaciones porque necesitamos liberar todo lo que traemos guardado, por
ello la tentación se ve como algo noble e inofensivo, incluso bueno para la
salud.
Tener rutinas para esos momentos estresantes
puede ser una buena estrategia para no caer en ninguna tentación. Cuando estés
ansioso realiza algo para contrarrestar los síntomas del estrés.
Ya sea que salgas a correr, pongas música a todo
volumen, vayas a misa, llames a tu mejor amigo/a para distraerte o simplemente
juegues con alguna aplicación de tu celular es importante que hagas algo
diferente en esos momentos estresantes de la vida que pueden llegar a
comprometer tu estado de gracia.
4)
TEN PACIENCIA
El ser humano es imperfecto y aunque no
queramos, nos vamos a equivocar, vamos a caer y nos va a doler.
Sé paciente contigo mismo así como Dios lo es
contigo: “El Señor es compasivo y clemente, lento
para la ira y grande en misericordia” Salmos 103, 8. No te desesperes y
comprende que la vida es todo un proceso de perfeccionamiento.
Cuando caigas no te desesperes, levántate, sacúdete y confiésate lo más pronto posible porque dentro de las mañas del demonio está hacernos creer que el pecado, cuando se presenta como una tentación, es algo inofensivo, algo que realmente no hace daño, pero una vez que hemos caído nos hace pensar todo lo contrario… que esta vez si pasamos el límite, que el daño es irreparable y que no merecemos el amor y perdón de nuestro Señor.
Cuando caigas no te desesperes, levántate, sacúdete y confiésate lo más pronto posible porque dentro de las mañas del demonio está hacernos creer que el pecado, cuando se presenta como una tentación, es algo inofensivo, algo que realmente no hace daño, pero una vez que hemos caído nos hace pensar todo lo contrario… que esta vez si pasamos el límite, que el daño es irreparable y que no merecemos el amor y perdón de nuestro Señor.
5)
OFRÉCELO
En el ejercicio diario de la disciplina, se
puede alcanzar la santidad. Para fortalecer nuestra voluntad tenemos que
aprender a renunciar a pequeños gustos, que si bien no tienen nada de malo,
renunciar a ellos nos puede traer mayores beneficios.
Así que cuando el mundo te invite una copa más,
cinco minutos más en la cama o un rato más en Instagram, ofrécelo al Señor y
pide fortaleza para ese momento y sobre todo para aquel complicado y tormentoso
minuto lleno de tentaciones. Recuerda: “el que es
fiel en lo poco es fiel en lo mucho” (Lc 16, 10).
La
tentación no es el problema, incluso puede llegar a ser un camino de santidad
si sabemos cómo salir victoriosos de ella.
Así que como buenos soldados, preparémonos cada
día y tomemos cada oportunidad para mostrar nuestra fidelidad al Señor, que
mejor ocasión que la tentación para dar grandes muestras de amor.
Sábete siempre acompañado.
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